I

23.8K 674 122
                                    

Edición.

Damian Wayne.

Advertencia: No.

Partes: 1/1

—¿Eso es todo lo que tienes, mocoso? —Preguntaste mosqueando al menor de los Wayne, al que solías molestar todo el rato. Damian tan solo frunció el ceño, pues una de las cosas que más desagrada y enfadaba al pelinegro, según él, era que insistieran que seguía siendo un niño.

Damian pensaba que ya era mayor para ir al baño solo.

Miraste el logo en su cinturón, el mismo que llevaba Batman y la Batifamilia y no evitaste suspirar frustrada. Realmente aspirabas a algo mas mayor—a la liga de la justicia, por ejemplo—, algo que te hiciese verdaderamente superior. Joder, pensaste angustiada, hasta Nightwing había sugerido que estuviese siendo la niñera de los titanes, le acreditaste la razón.

Ya era hora de subir de nivel.

No te quejabas de entrenar con chicos de tu edad, pues ello era categóricamente practico y fácil, ¿la complicación? Pues Damian no era cualquier ser humano: era una máquina de matar.

Sus ojos verdes se detuvieron en tu rostro, arrugando más el ceño y mostrando finamente la hendidura de sus dientes. Por un momento Damian dejo marca en ti, un fuego que crecía por debajo de tu vientre y subía hasta llegar a tus omoplatos, sonrojándolos. El pequeño Wayne podía ver perfectamente sobre ti, abriéndose paso entre tus pensamientos.

Y de la nada volvió a lanzarse sobre ti.

El primer golpe fue fácil de contener y esquivar. Sus mejillas estaban rojas y sus labios temblaban. Pero sus ojos, lo que más llamaba la atención, era lo poderosos que eran, de la magnitud del coraje en ellos. Aun asi, con su determinación saliendo por los poros de su piel, decidiste acortar el combate.

Con una confianza característica usual en ti, y la experiencia adquirida, dejaste que te golpeara suave, para que en un movimiento extraño y poco malogrado pasaras por sus piernas, tomando su capa y crear una distracción con esta. Wayne no supo que esperar, después de todo, sabía que te encantaban los juegos sucios.

Enredaste tus brazos entre su cuello, asfixiando con la menor presión posible para intercalar tus piernas por sus caderas en un extraño, pero firme agarre que logro que cayera, contigo por encima.

—¿Ya acabaste, mocoso? —Jadeaste en su oído con soberbia, afianzando tu agarre al ver sus hombros más tensos de lo normal justo a los gruñidos ahogados que salían de su garganta, esforzándose por siquiera respirar. —No me gusta la espera Damian.

Justo llego Raven para acabar el combate.

Anotaste mentalmente agradecérselo más tarde; porque si no hubiese sido por la interrupción, seguramente el moreno habría de alguna u otra forma soltarse y continuar con la lucha que llevaban de tres horas.

—No me llames mocoso, deja de hacerlo. —Advirtiendo volviendo a erguirse, notando los pocos centímetros que los diferenciaban, ella más alta que él.

Reíste restándole importancia.

—Respeta a tus mayores.

—No eres mi mayor —dejo salir con odio, tanto que no lograste diferenciar si se trataba de una mala broma, tu ceño se arrugo. ¿Cuántas veces hacia tenido esta conversación?

—Bueno; tengo más que tú, eso me hace mayor, además que he cumplido mayoría de edad, así que..., si soy mayor. —Deshizo la alarma de seguridad con Damian siguiéndole los pasos.

One shots DC.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora