[Edición]
Richard Grayson.
Advertencia: No.
Sin arrepentirse.
Respiraste hondamente, calmando el temblor en tus piernas.
—Estoy embarazada.
Todo quedo en silencio, inclusive el canal de música italiana que estaba en ese momento. Dick boqueo como pescado, ausente en el plano dimensional en el que estaban.
—¿Cómo es que ...?
Reíste amargamente, quizás burlándote de la forma tan inútil en que se veía.
—No es tan difícil; hablas con la chica, la convences, le tocas y se la metes —finalizaste con ironía, sintiendo las náuseas más abundantes que nunca y los nervios comiendo de tu piel. Grayson frunció su ceño, saltando del sofá y agarrar sus cabellos, nervioso.
—Mierda... —susurraba una y otra vez, dando vueltas en su apartamento en Bludhaven. No evitaste ponerte aún más nerviosa, creyendo que los modales del anterior chico maravilla se le olvidarían por un momento, destruyendo todo a su alrededor. —¿Qué voy a hacer con Barbara?
Alzaste la ceja, sorprendida. El hombre con el que te veías, con el que tendrías un hijo se casaba en tres días.
Te maldijiste tu mala suerte, ¡¿por qué diablos habías dejado llevarte por las hormonas? ¿Y los condones, donde quedaban estos?
—Tenemos que... —susurraba el mayor en una crisis de pánico. El mayor se agitaba y tu observabas, agradeciendo de tus nervios de acero. El pobre hombre, a fin de cuentas, solo quería una vida "tranquila" y una relación serie de la que sería su esposa. Cosa que ya no funcionaria, no si escogías una opción.
Te dejaste caer a su lado, con las piernas recogidas en tu pecho, como una niña pequeña con problemas de aceptar la realidad. Este acto no pasó desapercibido por el pelinegro, quien agobiado dejo caer su mano en tu espalda, trazando círculos imaginarios en ella.
Disfrutaste el tacto lo más posible.
—Lo siento [Tn] —Mascullo, solo audible para los dos. Encontraste esta parte divertida, pues a pesar de todo estaban solos, o eso hasta que llegara la pelirroja al hogar, sentándose en el mismo sillón que ambos compartían. No sentiste tus lagrimas caer, sino más bien Dick lloraba por los dos.
Dick decía que eras una mujer de riegos, así que como una tomaste una decisión.
—De igual formas no quería un hijo —Dijiste totalmente segura —o aparentar serlo—de forma fría. Dick dejo las caricias de lado para mirarte incrédulo, analizando las palabras que tan frías habían sonado de tus labios, que habían perforado una parte de su corazón.
Pues la ilusión de padre por un mínimo segundo se había instaurado en él.
—[Tn] no estarás pensando en... —Omitió la palabra para los dos. Una palabra que cualquier persona pondría una mueca en su rostro, uno que a muchos se consideraba tabú. Tus ojos se dirigieron al cuadro de la pareja en la pared, buscando de alguna manera soluciones.
"Es un bien para los dos", pensaste.
—Voy a abortar Dick.
E inexplicablemente Barbara no llego esa noche. Quizás sabiendo que Dick consolaría tus lágrimas y que te abrazarías a él. Que los dos llevarian una carga.
.
.
.
Días después, en uno de sus muchos mercedes, Grayson te esperaba en la entrada. Su mirada azulada apagada e indescifrable que ni tú, ni que muchos conocieran al Grayson, podrían interpretar.
Luego de la extensa charla que habían tenido; Grayson, acorazado por la culpa, humildemente te había ofrecido a acompañarte en lo más posible. Presa por el pánico y el miedo no habías desechado la opción, pues le agradecías que en este momento te agarrara de las manos y las acariciara. Y aquí estabas.
Clínica el Bosque.
Exhalaste con fuerzas antes de entrar, llenar formularios de no más de cinco minutos y esperar en silencio. Dick dejándote a ratos sola, acompasado por el estrés y del que Barbs no le permitiría otro error, no más.
—¿Quieres que te acompañe? —pregunto susurrando, no gustándole para nada las paredes monótonas blancas. Negaste suavemente con la cabeza, agradeciendo que Dick guardara la compostura como en situaciones así.
—Voy a estar bien—hubo duda en tu palabra, mas Grayson no quiso decir nada más. Dick salió, esperando con un cigarrillo en su auto, cabizbajo.
Cuando te ascendieron de sala el olor fue lo peor. El desinfectante estaba en cada esquina del lugar, tan fuerte que mantener tus cinco sentidos intactos era imposible.
Había un sillón mal gastado de las orillas, rojo y con una acogedora sobreprotección que te había dejado encantada, al ver cómo te hundías más y más en él. Absoluta de estar haciendo lo correcto.
Por curiosidad alzaste la mirada de tu revista, arrepintiéndote; mujeres asustadas, gimiendo por lo bajo, algunas obligadas u otras fumando. Muchas avergonzadas de haber estado cometiendo pecado. Lograste, de milagro, llegar hasta el cubículo y regurgitar tres veces antes de que definitivamente te llamaran.
Ecografía, test psicólogo. Muchas cosas incomodas y una bata.
Llegaste nuevamente al cubículo, sabiendo lo que vendría. Y entonces, de la nada, todo se volvió oscuro. Las cosas comenzaron a moverse y caíste por un pozo, demasiado profundo para poder ver algo, demasiado estrecho y caluroso, tanto que no podías hablar ni respirar.
"Así debe sentirse la muerte", pensaste al volver en ti, con una daga en el pecho. Al escuchar tu nombre, tan rápido como podías, abandonaste la institución. Sin importarte si te dirigían miradas de lastima o de chicas, que al igual que tú, querían escapar.
Dick alzo la mirada al mismo tiempo que corrías despavorida, jadeando y entrando al coche, con ojos llenos de determinación y lágrimas.
No le diste tiempo a hablar, aceptando que luego de esto todo sería difícil.
—Me importa una mierda el estatus, tu dinero, tu esposa o hasta el mismísimo Batman —jadeaste de orgullo, tomando valor— No pido ayuda económica ni social. No te pido que permanezcas junto a él o que le veas crecer. Puedo aguantar eso, puedo aguantar todo. —Lagrimeaste, soltando un gran sollozo—¡Cuando me convertí en héroe me prometí no matar! ¿Qué es en lo que estaba pensando, dios? No soy una asesina. Decidí en algún momento de mi vida no arrepentirme de lo que haría, puede que este allá sido un error, una estúpida equivocación, pero no matare a nadie, menos a alguien quien tiene derecho a vivir.
Abriste la puerta, dispuesta a salir por esta y no volver, pero la mano del heredero Wayne te detuvo, mirándote con estupefacción y admiración.
El pelinegro calentó tus manos, administrando un beso en cada una de tus lágrimas. Saldrían adelante, de eso no dudaba Dick.
Y, a decir verdad, el moreno ya se resignaba a casarse con alguien como Barbara. Justo un día después, Grayson, con un gran oso de peluche aparecía por tu puerta, sonrojado y con una marca en su mejilla que duraría hasta la otra semana, cortesía de Barbara.
Y de ello, siete años después se casó. Claro que, con una novia distinta, más bellas y con carácter que cualquier león.
A lo mejor todo podía tener un final feliz, los dos. [Tn] quien miraba, desde el salón, como la pequeña copia del varón jugaba con su padre a las atrapadas. Y [Tn] no podía arrepentirse de nada.
Absolutamente nada.
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One shots DC.
FanficHistoria corta. Batfamily. Probablemente en el futuro todos los personajes de DC comics.