Epílogo.

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Ella y Él iban tomados de la mano, caminaban sobre el verde césped y eran iluminados por el radiante sol.

Y lo mejor es que solo era un dia normal.

Ella se llamaba Elina y él se llamaba Luke, y hubo un punto en el que sus historias coincidieron y se complementaron el uno al otro.
Eran niños, o tal vez no, quien podría saberlo, solo se sabe que ellos se querían  mucho.

A los dos les gustaba leer, tenían tambien una ternura mútua y un cariño sinigual.

Ella se convirtió en la luz de sus ojos. Él, en su protector.

Lastimosamente, no se sabe que sucedió con ellos; esa parte no fue contada.
Solo se sabe lo que ya se contó. Así que recuerdo su historia con una sonrisa, como la ilusión de un recuerdo dejado en el pasado. Sin embargo, no tiene que ser así  necesariamente, puede quedar en el presente.

Ambos eran peculiares a su manera, pero especiales, siempre especiales.

No puedo decir que pasó después, porque ¿quién soy yo para imponer un final entre toda una linea de vida? Así que no se sabe si alguien se fue o se quedó. Si todo continuó o no. Solo que finalmente: hallaron felicidad en el otro.

--¿Y ahora qué? --preguntó Luke, el radiante chico de ojos azules, mirando el horizonte.

--No lo se --respondió ella mirando lejos para despues sonreirle a él: --. Hay que descubrilo.

Fin.

Miradas y Palabras Mudas | L.HDonde viven las historias. Descúbrelo ahora