Gritos

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Vuelven a gritar.
Vuelven a odiarse.
Y solo quiero evitar pensar y aislarme en mi música.
Pensar que se va a arreglar y que encontrarán una solución pronto.
Pero odio escuchar gritos.
Insultos.
No lo soporto.
Y entonces dicen la razón por la que pelean.
Otra vez yo.
Otra vez es mi culpa.
He vuelto a hacer que se peleen.
Y no puedo soportarlo más.
Me encierro en mi cuarto.
Y la música tapa los gritos.
Entonces, ella entra en mi cuarto, con cara de dolor, y se sienta en mi cama.
Se lo que viene a continuación.
Escucho cada palabra que sale de su boca, en silencio.
Sé que sufre.
Cuando se marcha, tras escuchar mis breves consejos, vuelvo a quedarme sola.
Siempre he sido su colchón de lagrimas.
Escucho, ayudo y callo.
Ese es mi deber.
Aún que yo también sufra.
No importa.
Nunca a importado.
La quiero, y necesita ayuda.
Y yo estoy ahí para ayudarla.
Aunque sea la maldita causante de cada una de sus constantes peleas.
Hablan de que uno de ellos se tiene que marchar.
Pero surge una duda en mi cabeza.
Si se pelean por mi culpa... ¿Que pasaría si, en vez de que se vaya uno de ellos, me fuera yo?
¿Dejarían de pelear?
Supongo que nunca lo sabré.
Por q se que nunca tendré el valor de comprobarlo.
Y supongo, que seguiré dando problemas.
Con esa maldita sonrisa que, de una forma o de otra, siempre tapa cada puta lagrima.

Corazón suicidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora