Tengo la puerta entreabierta delante de mi.
Las luces apagadas y una luz en el pecho.
El aire que viene del final del pasillo es cálido, y huele a flores.
Detrás de mi, los monstruos tienen miedo de acercarse, y me miran esperando mi próximo movimiento.
Si vuelvo hacia atrás, volverán a abrazarme con sus garras, y si me muevo hacia delante....
Si cruzo la puerta...
Tengo miedo de lo que haya detrás.
Tengo miedo de pasar, y que no me quieran dentro.
Que la luz sea solo una mentira.
Una falsa tentación.
Pero es tan bonita...
Se siente tan cercana.
Tan fácil de abrazar.
Tan fácil de amar.
Pero estoy cansada de encontrarme lobos disfrazados de cordero.
Y acabar siendo la misma Caperucita Roja triste del cuento.
Perderme otra vez en el mismo bosque.
Por que se que, detrás de esa puerta, no hay una persona.
Hay dos.
Dos luces que forman una.
Y aunque parece que me invita a entrar... la otra luz seguirá presente.
Y no quiero ser algo pasajero.
No quiero ser un juguete que alimente su brillo hasta que se apague el mio.
Quiero que brillemos.
Pero eso no pasará.
Y tengo miedo de que, por poder brillar yo, la otra luz se apague, y muera ese paraíso que ambos iluminaban.
Y no poder formar un nuevo paraíso para él.
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Corazón suicida
Подростковая литератураNunca me comprendieron, y supongo que eso seguirá siendo así. ¿Por que iban a comprenderme? Ni siquiera yo soy capaz de entender mis pensamientos. De todas formas, estoy acostumbrada. Simplemente soy un gasto más. Ojalá no tuvieran que soportarme...