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Entro al baño en silencio. Me miro al espejo, y no puedo evitar derrumbarme. Mi cuerpo empieza a temblar y siento como mis piernas fallan. Caigo al suelo, llorando.

Me encojo en mi misma y ahogo un grito. Siento como mi pecho se oprime. Duele. Agarro mi cabeza con fuerza y no dejo de llorar, pegándole patadas a la pared, sentada en el suelo.

Después de un largo rato, mis lagrimas desaparecen y me siento vacía. Miro a mi alrededor.

A mi mente viene la cuchilla. 

Estoy sentada con la espalda en la bañera.

¿Y si....?

"Me levanto, y saco de un cajón mi cuchilla. Lleno la bañera de agua fria y paso la cuchilla a través de mi  brazo, en un corte limpio y profundo. Duele, pero me meto en la bañera y el agua hace que el dolor desaparezca, y que la sangre llene la bañera.

Mi cabeza empieza a dar vueltas, y mi vista se vuelve borrosa. Ya no siento nada. Cierro los ojos, y en la distancia, escucho una voz gritar mi nombre. Pero ya no importa. Ya nadie puede ayudarme. No quiero ayuda. Ya no la necesito. Ahora ya estoy bien. Por fin estoy bien."

Me levanto del suelo y parpadeo. Tentador pero... No será hoy. Ni de esa forma. Tengo otra idea en mente, pero ese pensamiento ha venido a mi cabeza casi de forma inconsciente.

Cojo la cuchilla y me hago un corte. Dos. Tres. 

Vuelvo a guardar la cuchilla.

Ya me siento mejor.

Salgo del baño con la cara lavada, con una falsa sonrisa y con las mangas tapando mis muñecas.

No ha pasado nada.

Corazón suicidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora