Privacidad al descubierto [SANTUCHO]

298 60 74
                                    

Soy Damián... Un adolescente de catorce años solitario y antisocial. No soy especial, no soy popular, no soy extravagante. Simplemente uno de esos tipos raros y tímidos.

Pero cuando digo raro, es raro. No hablo con nadie a menos que sea estrictamente necesario, ni siquiera con mis padres que hacen esfuerzos para que su hijo sea más extrovertido. Claro está que no podían lograrlo y me estaba volviendo más aislado con el tiempo. 

Aunque no todo en mí es malo. Parezco ser una de las grandes promesas de mi escuela, ya que desde que tengo calificaciones nunca en mi vida tuve una nota menor a diez. Soy excelentísimo. 

Para mis padres siempre hubo una regla desde que aprendí a hablar: nunca entres al sótano. ¿El por qué? Ni yo lo sé. 


Hay veces que mis padres parecen ser aún mas raros que yo mismo...


El día de hoy, veinticuatro de noviembre de dos mil tres, me enfrento a un terrible dilema: ya no puedo soportar el no saber que hay dentro de ese sótano. La intriga me carcome y es en lo único que pienso estos días. 

Mis padres salieron a trabajar como todo día de la semana, y al volver del colegio voy a estar solo hasta las ocho de la noche. ¿Entro, o no?

Lo medité, pensé y hasta hablé en voz alta con mi cerebro, como si de otra persona se tratara: iba a entrar al sótano.

Este estaba con un candado enorme en su puerta, pero meses atrás encontré la localización de la llave para poder abrirla. Realmente mis padres se habían esforzado muchísimo por esconderla, ya que esta estaba en un lugar que solamente podrías encontrarla si buscas con mucho detenimiento.

Me preparé mentalmente y tomé la llave para poder acceder al sótano. Unas escaleras tenebrosas y en bastante malas condiciones me esperaban. Se podía ver una luz blanca al final de la escalera.

Un paso, dos, tres, cuatro, cinco, seis.

Un paso, dos, tres, cuatro, cinco, seis

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Así es como me quedé. Asombrado, pero no asustado. No esperaba encontrar esto.

Y lo entendí. Entendí el por qué de todo. 

Porque yo era tan callado...

Tan raro...

Tan antisocial...

Y mis padres tan... Dementes.

Ellos eran asesinos seriales, y no podía esperar para convertirme en uno de ellos también.

Relatos Cortos | Santucho, Higlak y YaxleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora