Llamada ausente [YAXLEY]

1K 135 121
                                    


Miré la escena perplejo una y otra vez, sin que mis ojos lograran asimilar lo que estaban viendo. La imagen era macabra, casi imposible de describir, y el sujeto no parecía estar en sus casillas, al menos no del todo, y al pedirle su versión de los hechos esta fue su declaración.

《 Me levanté como todas las mañanas, exactamente a las siete. Me dirigí a la cocina por mi desayuno, como de costumbre la servidumbre no estaba, yo como solo, la soledad es mi única compañía, saben que deben dejarme o volverán a la venta.

Como sea, recuerdo perfectamente que mire el reloj a las siete y treinta y siete... ¿No es un número bellísimo? ¡Son todos números primos! ¡Son los solitarios de los números! En fin, me encaminé al establo, pero mi caballo no estaba. Malditos esclavos, pagarán con su sangre por mi caballo.

Y así lo hicieron, ¿Usted sabia que la sangre es un gran fertilizante? Yo me enteré esta tarde, resulto ser que hacían tan mal su trabajo que ni el suelo regaban.

Prosigo, cabalgando llegue a los salares, mis queridos salares, que tras la erupción volcánica de 1926 me han otorgado todo lo que tengo, ¡incluyendo cientos de kilómetros a la redonda de pura paz y comodidad! ¿Increíble, verdad? Por desgracia no se llevó a mi esposa, al menos no hasta hoy, pero qué más da, el cura ha dicho 'hasta que la muerte los separe', y eso mismo esperé..

Shhhh, ¿Que cómo los maté? Ay oficial, me ofende. Yo no maté a nadie, yo no podría, todo lo hizo él. Pero no vaya a decirle que le dije, o se enfadara mucho y se las verá con todos nosotros, y nadie quiere verlo enojado.

Permítame seguir con mi relato.

Miré mi reloj de bolsillo, había olvidado nuevamente darle cuerda, siempre fui un hombre muy despistado, el día en que el Dallol exploto yo estaba pintando en el ático, por supuesto que no vivía en mi mansión, esa la conseguí gracias al desastre natural y la mano de obra esclava, pues es mucho mas barata.

En fin, suponiendo que eran las cinco y media de la tarde me dispuse a volver. Dentro de mi casa me esperaba mi esposa y una decena de quejas que ignoré por completo. La pasé por alto y escapé hacia el altillo, donde buscaba un poco de mi amada soledad, pero ella me siguió.

Juro que él no quiso, pero yo tampoco pude controlarlo. Por otro lado, yo sabia que aquello me solucionaría todo. Desde la herencia hasta mi compañía, por lo que dejé que siguiera.

Un par de puñales y el trabajo había terminado. Muy impresionante, su eficacia se cargó en tan solo un día a tres sirvientes, cinco esclavos y una esposa, ¡Y son todos números primos! ¿Increíble no, oficial? 》

El sujeto esperaba una respuesta, podía verlo en su mirada, que perdida vino a posarse sobre mí.

Me reduje a preguntarle "¿Quien es él?", pero ni una palabra salió de su boca. Sin embargo, muy tranquilo comenzó a buscar algo en su bolso. Instantáneamente, cada compañero mío le apunto con un arma, pero el solo sacó un espejo y me lo dio.

Estaba roto, y tenia rastros de sangre, ahí mismo fue cuando comprendí que era él mismo.

Una lagrima rodó por mi mejilla empapándola de tristeza.

Pobre hombre, jamás se daría cuenta de que había masacrado a toda su familia mientras dormía. Su mujer, sus cuatro hijos, e incluso el perro.

Al menos seis enfermeros se abalanzaron sobre el y lo llevaron, aún cuando él no había impuesto resistencia alguna.

Lo mejor sería llevarlo lo antes posible, aunque aún nos queda una duda, y posiblemente nadie la responda: ¿Quién nos llamó?

Relatos Cortos | Santucho, Higlak y YaxleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora