La Muerte.

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El prado seguía en silencio y a la espera de que Eretria despertara y fuera curada. El curandero hacia todo lo posible porque está se recuperará pronto. Lo tenía difícil pero nada es imposible y menos cuando la magia y sabiduría de los enanos actuaba.
El curandero seguía mirando las heridas de Eretria, estás ya no estaba inflamadas lo que significaba que era el momento de poner el ungüento que habían preparado para la curación de la vagabunda.
Primero se acercó a la herida del hombro, y echó el contenido que había preparado sobre la herida y esta comenzó a cerrarse poco a poco. Luego pasó a la pierna y ocurrió lo mismo. Ya estaba curada de sus heridas solo faltaba curarla emocionalmente cuando despertarse y hacerla fuerte para afrontar la realidad, esta tarea sería más complicada.
Eretria decía con constancia. Pero esta parecía seguir dormida. Seguía sin reaccionar. El enano tomó sus pulsaciones, estás iban lentas pero estaba viva. Habría que esperar a que ella reaccionará sola.

Amberle se levantó por fin de su cama y salió buscando a su amada vagabunda.
-Hija, estás bien, dijo el Rey con lágrimas en los ojos.
-Padre que te pasa en la mano.
- Nada hija no te preocupes.
-Padre debo encontrar a Eretria.
-Hija por culpa de ella has estado muy enferma no voy a permitir que te vuelva ha pasar nada por su culpa.
-Padre, gracias a ella sigo con vida. Ella me salvó. Estoy segura.
-Guardias, dijo el Rey, llevarla a su alcoba y cerrar con llaves.
Y estos cogieron a Amberle y la llevaron hacia sus aposentos para encerrarla.
-Padre, no me hagas esto. Padre, gritaba la princesa mientras era llevada.
Este no reaccionaba y con el sanador al lado que le asentía con la cabeza se fueron hacia el salón del trono.
-Majestad, lo hace bien no debe dejar que vuelva a por esa vagabunda. La tiene embrujada.
-Lo sé. Todo es por su culpa, esa maldita niña hace que me hija se vuelva loca, y no piense en otra cosa.
-Brindemos majestad por un futuro mejor.
Ambos cogieron unas copas que había preparado el senador y bebieron.
Amberle lloraba en su cama, porque se veía perdida. Esto no tendría solución. Si padre estaba siendo persuadido por alguien. Debía montar un nuevo plan. Su padre debía confiar en ella de nuevo. Y lo tenía que conseguir.
-Guardias, gritó Eretria desde sus aposentos.
Dos entraron a la habitación con sus uniformes y espadas en alza.
-Princesa que le pasa, la hemos oído de gritar.
-He visto algo subir por la ventana. Estoy asustada.
Los dos guardias se asomaron y Amberle salió corriendo de la habitación cerrando la puerta con las llave para que no pudieran salir mientras ella salía del palacio.
Antes debía coger sus armas del salón del trono. No podía salir esta vez sin defensa y sin la protección de un escudo.
Amberle corría y llegó a las puertas del salón de trono. Se frenó en seco porque oía como dos personas hablaban dentro.
-Majestad, porque no sigue bebiendo. Decía el sanador.
-No, mejor lo dejamos para otro día ahora debo descansar. Me encuentro mal y muy cansado.
-Señor, permítame que insista hemos logrado una gran victoria.
Cogió la copa y le obligó a beber más vino.
-Padre no bebas más. Le está obligando a beber, no se da cuenta que este señor pretende algo.
-Hija como logradte escapar de tu alcoba.
-Eso no importa padre, apresa a este hombre le está dando algo que no es bueno para su salud.
-Querida niña debería ser más agradecida, te salvé la vida y su padre necesita beber para olvidar el dolor que le provocan tus locuras.
-Padre, aprésalo por favor.
-Hija este hombre nos ha ayudado mucho, apresarlo sería deshonrar nuestro nombre.
-Padre, por favor se lo ruego.
El Rey dejó caer su copa y sus ojos se cerraron
-¿Qué has hecho maldito sanador? Dijo Amberle corriendo hacia el trono para comprobar el estado de su padre.
-Simplemente se durmió, sois una maleducada. Gracias a mi estás viva. Como te atreves a hablarme así. Cogió una espada y la apuntó
-Has matado a mi padre y ahora pretendes hacer lo mismo conmigo.
-He venido a recuperar lo que era de los humanos, habéis hecho que este mundo sea un desastare.
-No vas a lograr nada, mis guardias no lo permitirán. Y grito guardias pero nadie apareció.
-No creo que sea útil, si queda algún guardia desde aquí no nos oirán. Estás perdida princesa.
Se fue hacia ella para acabar con su vida y esta consiguió tirarse al suelo diciendo.
-Fue un error que me curases, pues voy a ser tu perdición.
Amberle cogió su espada de debajo del trono y sin pensarlo la clavó en el corazón del sanador.

En ese preciso momento Eretria abrió sus ojos. Y gritó Enano.

Crónicas de Shannara - La Princesa y la Vagabunda (Fanfic) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora