Eretria seguía dormida profundamente y los curanderos se pusieron alrededor de ella.
Unas pocas de hierbas cubrían las heridas del cuerpo de la vagabunda. La herida del hombro era muy preocupante pero los enanos harían que eso se curara.
Después de un tiempo dormida y con menos dolor por las hojas, bajaban la inflamación, despertó y se vio tendida en una especie de templo, el techo parecía no tener fin y había un altar rodeado de velas, no veía bien no apreciaba que Dios era.
Un curandero se acercó, sabía que lo era porque estaba vestido de forma diferente a los otros enanos.
Eretria has tenido suerte de que te haya encontrado, de no ser así probablemente estarías muerta. Necesito que descanses, tú y la princesa sois muy importantes.
Gracias, dijo ella, sin apenas fuerzas por la fuerte anestesia que aún notaba en su cuerpo. Pero debo irme, no puedo quedarme aquí sin saber cómo está Amberle.
No podemos dejar que te vayas, estás muy débil. Y chasqueando los dedos volvieron a salir cuerdas de la camilla que la ataron. Descansa dijo el curandero y salió de la sala. Eretria intentó safarse de las cuerdas. Al ver que no conseguía nada se dio por vencida.
Como sigue la vagabunda le preguntaron los demás enanos.
Pues está en una complicada situación, la inflamación sigue sin bajar, y aunque el dolor remite que está no baje no es buena señal. Debe seguir descansando para recuperarse.
No podemos perderla es nuestra salvación, con ella y Amberle llegará La Paz, tú nos lo dijiste.
Lo sé, y es lo que sucederá nuestros dioses nos lo han dicho. Tengo fe en ellos. ¿Vosotros no?
Y se volvió hacia dónde estaba Eretria, debía curarla su destino dependía de ello.Mientras la princesa Amberle seguía dormida, la herida no tenía muy buena pinta.
Los mejores curanderos del Reino estaban llegando.
Largas colas de caballos y carrozas traían los mejores curanderos al palacio real, donde hacia el cuerpo durmiente de la princesa Amberle.
Todos eran recibidos con la esperanza de que trajera los mejores métodos y hierbas para curar a la princesa. Pero todos decían lo mismo, esto tiene toda la probabilidad de perder la pierna. No hay otra cura decían. Todos menos uno, el que hablo con el Rey dandole una solución con un sacrificio de sangre.
El rey al principio lo trato de loco y lo expulsó de Palacio pero cuando vio que su esperanza estaba perdida mando a sus mejores hombres a por el curandero.
Estaba decidido él la sanaría, al precio que fuera.
Corrían los caballos en búsqueda del curandero, fue fácil encontrarlo. No había llegado ni al bosque cuando le hallaron.
Vuestro Rey quiere que vuelva verdad, preguntó el sábado con aires de grandeza.
Si curandero, no nos haga perder el tiempo, le dijo uno de los soldados tendiéndole la mano para subirlo al caballo.
Este cogió la mano del soldado y dijo, no le haré esperar. Vamos. Y volvieron a Palacio.
El rey estaba impaciente por verle, y dijo. Curandero acepto tu sacrificio dime cuándo hacerlo, estoy preparado para todo.
Su majestad este es un sacrificio de sangre, necesito que me preparen unos aposentos, esto tardará unos días. Y salió de la sala del trono sin dar más explicaciones.
A la mañana siguiente al alba los guardias despertaron al curandero, y lo llevaron ante el Rey.
Su majestad me ha conseguido una sala como le dije, preguntó el curandero.
Me dijo unos aposentos y se los concedí anoche, si necesita una sala vayamos, sígueme.
Ambos recorrieron el palacio hasta llegar a las mazmorras, allí al fondo de estas había una habitación, pequeña y con el techo y las paredes llena de pinturas de los antiguos dioses.
Está sala existe desde mucho antes de la guerra, dijo el Rey.
El curandero parecía muy impresionado y enseguida comenzó a mostrar su simpatía y su interés por la sala. Su majestad debo ser importarte para mostrarme un secreto tan bien guardado.
Señor me ha prometido curar a mi hija que hay más importante para un padre que eso.
Nada majestad, bien comencemos no quiero alargar esto más.
Necesito señor que sus guardias le agarren la mano para que yo le haga una raja en ella y que la sangre caiga en este frasco. Con eso y mis poderes curaremos a su hija.
El rey con cara de terror dijo si me prometéis que me hija saldrá de esta estaría dispuesta a perder hasta mi mano.
Mi señor me complace que diga eso, guardias cogerle la mano dijo el curandero y estos obedecieron de inmediato.
El curandero sacó una daga muy afilada y la clavo en muñeca de Rey. Este grito y grito del dolor que producía aquella daga de plata. Pero debía aguantar por su hija, la pequeña princesa Amberle.
El curandero rajó la muñeca hacia la mano, dejando una brecha que se quedaría de por vida en la piel del Rey. Este muy debilitado cayó al suelo.
Y el curandero ya tenía su frasco con la sangre del rey.
Solo faltaba curar a la princesa. Subieron de las mazmorras y llevaron al rey al sanador de Palacio para que le vendara la herida. Y una vez ocurrido esto fueron con rapidez a los aposentos de Amberle.
Allí yacía ella, más bella que nunca, con sus ojos cerrados. Parecía tranquila, aunque estaría sufriendo de dolor, por no tener a Eretria a su lado y por el dolor de la pierna.
El curandero extranjero observó a la princesa, que bella es. Una lastima que le hicieran esto. Necesito estar a solas para curarla.
Y salieron todos de los aposentos, curandero te haré la persona más rica de Reino si consigues que mi hija se cure.
Este afirmó con la cabeza y cerró las puertas.
Al cabo de las horas el curandero salió, y dijo despertara en breve.
Y si llevaba razón. Eretria.... se oyó en todo el palacio. La princesa había despertado, y al parecer solo le quedaba el dolor sentimental de no tener a su amada al lado.
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Crónicas de Shannara - La Princesa y la Vagabunda (Fanfic)
Dla nastolatkówEsta obra tratara de fanfic sobre la serie de televisión Las Crónicas de Shannara. Se cuenta una historia en la que se vive una guerra en el Reino. Que hará que la princesa Amberle y la vagabunda Eretria se unan.