¿Por qué es tan difícil?

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Capítulo 9

Narra Abraham:

Le di un par de toques a la puerta: Venga Alicia, ábreme la puerta.

Ya habían pasado más de diez minutos y aún no me abría la maldita puerta. ¿Cómo es que siempre consigue escabullirse? Incluso cuando lo tengo todo planeado siempre lograba irse. Estaba cansado de estar de pie y me senté al lado de la puerta. Cogí la gorra con frustración y la lancé al otro lado del estrecho pasillo. Pasé mis finos dedos por el alocado pelo. Cerré los ojos mientras suspiraba.

La puerta de una habitación se abrió, pero no le di la menor importancia. Unos pasos finos y frágiles recorrieron el pasillo y luego se pararon enfrente de mí. Me sentí observado por aquella persona. Abrí los ojos encontrándome con unos iris color chocolate, muy familiares. Con cuidado me colocó la gorra. Al bajar las manos sus dedos acariciaron mis mejillas. En todo ese rato no habíamos perdido contacto visual y cuando me acarició  cerré los ojos para notar la suavidad de su tacto.

Nos quedamos un rato mirándonos. Hasta que hablé: Alicia, eres la única chica que me ha hecho sentir muchas cosas, más de las que te puedas imaginar, en sólo una semana. Sólo con tu sonrisa, con esa risa tan perfecta que tienes, esos labios, tus ojos como el chocolate que me comería ahora mismo, tu personalidad, todo de ti me ha hechizado.

Le coloqué un mechón de pelo detrás de su oreja. Sus mejillas, cada vez más rojas, me parecían adorables: Todo lo que te dije en el parque era verdad. Todo ha salido de mi corazón. Alicia López, te quiero a más no poder.

Narra Alicia:

Sus palabras seguían resonando en mi cabeza.《Te quiero, te quiero, te quiero... 》Me sorprendió. Me suplicaba que hablara, pero no podía hablar. Yo también lo quería. Más que nada en el mundo, pero ésta relación no la podríamos llevar a distancia. Las relaciones a distancia siempre acaban en fracaso.

Tuve el valor de hablar: Abraham, yo también te quiero.

Se le iluminaron los ojos. Bajé la mirada al suelo, no podía ver esos ojos tan ilusionados. Continué: Pero solo como amigo. Comprende lo, mañana me voy a ir y nunca más nos volveremos a ver.

Los ojos comenzaban a picarme y que él estubiera callado no ayudaba. Me llevé las manos al rostro para que no me viera llorar. El pelo caía en cascada a mis lados protegiendo me del exterior. Noté como retiraban mis manos. Me acarició con el pulgar las mejillas quitando las lágrimas que no dejaban de surgir. Los anillos de acero que siempre lavaba estaban fríos y me erizaron la piel. 

Su mano izquierda seguía en mi mentón y con el brazo derecho me acercó a él. Apoyé mi cabeza en su hombro. Volvió a acariciar mi mejilla y parte del mentón. Escuché su voz como un murmullo: Te esperaré todo el tiempo que haga falta para estar a tu lado.

Y caí en un sueño profundo.

*            *            *

Desperté por el ruido que mi madre hacía guardando las cosas en las maletas. Estaba en la cama con mi pijama puesto. Espera... ¡¿Cómo que estoy en pijama y en la cama?! Las mejillas me empezaron a arder. Madre mía, dime que no fue Abraham quien me trajo y me cambió. Cristina entra en la habitación para coger más cosas. Me ve en la cama despierta.

Sonríe: ¿Cómo estás Ali?

Le devuelvo la sonrisa y salgo de la cama: Bien, voy a preparar el desayuno.

Entro en la cocina y, como hoy no tengo mucha inspiración, saco los chococrispis de la despensa y la leche de la nevera y los junto en un bol. Me los como mientras elijo la ropa que me voy a poner. Cuando terminos los cereales ya tengo la ropa preparada en la cama. Cojo el conjunto y entro en el baño para ducharme. Me coloco la ropa interior y la ropa. Una camisa de color crema sin mangas, un pantalón corto de tiro alto de color rosa con encaje y unas bailarinas también rosas. De complementos me pongo un collar de piedras verdes, unas pulseras en tonos cremas y unos pendientes de pluma blanca.

Solo quedan minutos para irme y no he visto a Abraham. ¿Todas esas palabras que me dijo en el parque, no eran verdad? No ha venido a desperdirse de mí. ¿Por qué siento como si me pegaran un rodillazo en el estómago? Seco las pocas lágrimas que han querido salir de mis ojos y me meto en el coche.

Narra Abraham:

Corro como loco intentando llegar a tiempo al hotel. Me he dormido. Enredo mis dedos con mi pelo. El coche de su madre no está. Soy un idiota. ¿Cuándo la volveré a ver?

With you forever? (Editando)©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora