Un atisbo de esperanza.

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La torre donde se encontraban era enorme. Los escalones tallados en piedra guardaban el frío a la perfección. JC notablemente cansado por la travesía, subió lentamente, cada peldaño se hacía más y màs dificil de sortear, así que hubo la necesidad de descansar en varias ocasiones.
Caroline estaba increíblemente feliz de verlo; hace tanto tiempo que no veía un rostro familiar, que había noches en las que temía olvidar hasta su propia imagen.
- No llores Caroline. JC le acaricia el rostro en medio de jadeos y exhalaciones profundas. No llores mi niña, ya estás a salvo, nadie te hará daño de nuevo, continuaba diciendo con voz suave y cálida JC. Sé que fueron días obscuros los que viviste allá mi niña, pero tardé en poder infiltrarme en aquel hospital; la seguridad era baja, pero los controles del personal eran bastante estrictos. Por más de un año te observé. Salías a tomar el sol, unos días desayunabas, otros no, y en las noches tus gritos laceraban mis oídos con tal fuerza, que hubo momentos en que pensé en hacer locuras para intentar sacarte de allí. Pero la razón le ganó al corazón, y mi plan inicial se dio tal y como lo pensé por tanto tiempo.
JC se encontraba tomando un poco más de aire. La torre estaba poco iluminada, de hecho parecía abandonada, y las exigüas antorchas que habían no eran suficientes para iluminar el sendero. Caroline rozó con sus manos las paredes, y notó que tenían figuras en relieve, algunas se extendían por varios metros alrededor del recorrido de la escalera, y otras eran tan cortas y pequeñas, que apenas si las sentía al contacto. Estas paredes son muy antiguas, dijo JC que caminaba con lentitud.
Según la leyenda, esta torre, fue la última que quedó en pie tras la quema de brujas hace siete siglos. Muchas de ellas, murieron, y las pocas que lograron escapar a la turba pagana de aquella nefasta época, se han ocultado en lo más recóndito de la tierra, transmitiendo su legado a nuevas generaciones. Quizá en otro tiempo, y en otras circunstancias, Caroline no hubiese dado crédito a lo que JC decía; pero, como no creer en brujas, si hay un demonio que su alma anhela.

- Por cierto... JC vaciló unos instantes. Crettar... es decir, tú... Caroline liberó la incomodidad de JC sonriendo, en medio de un... hace dos años que no lo veo, ni lo percibo. JC sonrió debilmente, y continuaron su caminata hacia la cima de la torre. Por fin despues de una larga hora, llegaron a su destino. Caroline observó una pequeña chimenea, rodeada por seis hermosos sillones color rojo, un cuadro de una extraña mujer vestida en su totalidad de negro, y cuyo rostro dejaba ver una seriedad y templanza aterradora, el lugar no tenía ventanas, y solo se oía el crepitar de la madera al arder.
- Qué es este sitio? JC la miró fijamente, y con una sonrisa algo tímida le dijo; bienvenida al hogar de la última bruja del norte, bienvenida al hogar de la reina de la obscuridad. La memoria de la adolescente se transportó a aquel momento, donde JC habló de aquella mujer como la única que quizá podría ayudarla en realidad. Caroline miró todos los rincones del lugar esperando hallarla, pero fue en vano.
- Dónde está? Preguntó con premura y emoción.  JC se hechó a reír como niño pequeño. Caroline se quedó allí de pie esperando a que se calmara para preguntar una vez más. Pero no obtuvo respuesta alguna.
- Què es tan gracioso? El rostro de Caroline dejaba entre ver el enojo que sentía en ese momento.
JC atinó igual al notarlo, asi que se calmo, y con total seriedad se dispuso a contarle.
Entre todas las brujas habidas y por haber, cada una tiene un  poder especial; unas vuelan, hacen hechizos, se transforman, practican magia negra, o blanca, en fin, un sin número de habilidades que no creerías. La reina de la obscuridad debe su nombre a su capacidad de vivir entre " valga la redundancia, la obscuridad" puede ver lo que allí hay, y desde allí observa lo que en las sombras se proyecta. Ve lo que para los demás es imposible de ver, y maneja la  luz y la sombra a su antojo.
- Entiendo, pero... y dónde está? Esa fue mi pregunta. Caroline seguía ofuscada con él por las risotadas. Observa bien niña, ha estado con nosotros todo el tiempo, nos ha observado, nos ha escuchado. Caroline ojeó nuevamente el lugar esperando correr con más suerte que la primera vez. Su mirada se detuvo cerca de la esquina inferior del fondo de la sala, y depronto, como en un acto de magia preparado, de allí una sombra se levantó del suelo lentamente. Caroline tragó saliva, y quedó perpleja observando como la figura de una mujer se formaba de la nada. Segundos después, ante ella estaba una mujer de su misma estatura, vestía un bello vestido negro con broches de igual color, guantes a medida, y un velo que cubría su rostro. Tenía un extraño dige colgando de su cuello, y un juego de aretes en forma de media luna, todo ello en color negro por supuesto. Se acercó lentamente sin pronunciar palabra alguna. El silencio rondó el lugar, y cuando estuvieron frente a frente, dejó caer el velo mostrando su rostro. Esos ojos grandes color chocolate, hacían juego con su hermosa piel blanca, al sonreir vio que tenía los dientes más blancos que haya visto en la vida, Caroline estaba imprecionada, su concepto de bruja, distaba mucho de lo que estaba observando. Era absolutamente hermosa, quizá la mujer más hermosa que sus ojos habían podido ver, y su sonrisa, encantadora en lo absoluto.
- Caroline tomó respiración y esbozó un tembloroso... hola.

EL INVOCADO II.  ( Confrontación y Realidad)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora