Victoria.

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Crettar arrastró el cuerpo de Condra hasta un viejo árbol y allí la tiró como un saco de patatas. Sacó su jaúla una vez más, y de allí, una figura pequeña y fantasmagórica salió en cuatro patas. Los dejó allí y prosiguió su camino. El trayecto fue tan silencioso, que incluso el mismo demonio, estaba algo inquieto con la situación. Llegó a un camino bifurcado, cuyas dos opciones eran idénticas en esencia. Meditó la situación por más de diez minutos, quizá esperando hallar alguna diferencia entre las dos rutas, y al notar que eso sería imposible, optó por seguir caminando hacia la derecha. La senda estaba hecha de pequeñas piedras redondas, que al juntarse, formaban unos óvalos del tamaño de sandías, árboles de mediano tamaño, y un arroyo poco profundo, terminaban de decorar aquel idílico paisaje. Crettar observaba con recelo todo el lugar; estaba totalmente seguro, de que en algún momento todo se tornaría en su contra, así que avanzó con cautela y con los sentidos en máxima alerta.
Un paso en falso, y una de las pequeñas piedras se quebró como un huevo al estrellarse contra el suelo. El demonio se frenó en seco, y por primera vez, sintió que era la víctima en algún macabro juego de brujas y hechiceros.

Crettar se quedó ahí, esperando a que algo sucediera, pero no ocurrió nada. Prosiguió lentamente, y de nuevo el crack de las rocas al caminar. Avanzó sin darle importancia, y de repente, a su espalda escuchó una voz que cantaba dulcemente; giró y se sorprendió al ver que era Caroline la que entonaba aquella cantata. Si fuese por instinto, Crettar hubiese atacado sin intermediar palabra, pero el demonio era distinto ahora, sabía que era una treta para intentar acabar con él. Decide ignorar la figura que se le presenta como cebo y continuar su camino. Pero en cuanto reanudó su marcha, enfrente de él, Caroline de nuevo. Gira su cabeza, y allí está aún, y de un viejo árbol, en lo alto de sus ramas, Caroline pende tranquila entonando la misma dulce canción.

Por algunos instantes, en la mente de Crettar, se distorsiona la realidad, pero en el fondo sabe que es un engaño barato; solo debe hallar la forma de encontrar el punto débil, y el hechizo se romperá. Estas malditas brujas me tienen harto, después de que acabe esto, las cazaré a todas, sin excepción. Haré una quemazón aun mayor que la de salem hace siglos, les juro que todas desearán no haber nacido. Crettar comenzaba a perder la paciencia, pero no se decidía a atacar a ningún lado. La canción se entonaba sin dar tregua, y en una perfecta sincronía, que hasta parecía un buen concierto a capela. Optó por sentarse allí, en medio de todo, cerró sus ojos y permaneció impertérrito por un largo tiempo. El trio Caroline, continuó en su ardua tarea de cantar, y debieron transcurrir 35 largos minutos para que Crettar se levantara de allí. Es hora dijo mirando a la Caroline que pendía del árbol. La miró fijamente, y sin previo aviso, una mano larga y aguijuda la atravesó por la espalda; de inmediato la sangre emanó a cántaros, y aún así, en ningún momento dejó de entonar la tétrica y desesperante melodía. Crettar avanzó lentamente, y de un fuerte manotazo le arrancó la cabeza a la que se encontraba a sus espaldas; solo quedó la Caroline del frente, y Condra saltando del árbol, avanzó para destrozarle el cráneo de un solo golpe. La melodía cesò, y en el suelo solo vísceras y sangre quedò. Parece que ninguna era la real dijo Condra que por fin había vuelto a la vida.
La dicha duró poco; de nuevo esa maldita canción. Esta vez se oye como un enorme coro cantando al unísono. A lo lejos en frente del camino, un ejercito de Carolines avanza a paso firme, cantando inmarcesiblemente, y bloqueando el único paso posible. Condra se adelantó como una fiera al acecho, y Cretrar sacó su endemoniada jaúla, como era de esperarse, de allí algo sacaría para tomar ventaja; esta vez salió una docena de sabuesos con ansias de devorar todo lo que se les atravesara. De inmediato se unieron al ataque junto con Condra. Lamentablemente para Crettar, usar tantas veces esa jaúla, lo debilita por algunos minutos. Se siente algo fatigado, ya son varias veces utilizándola en un lapso muy corto. Divisa a lo lejos como los perros y Condra se abren paso dejando atrás solo carne y sangre.
Ha caído en la trampa, dice para sus adentros el gemelo que puso las trampas. sale de entre los arbustos a paso ligero; lleva una extraña pechera que se asemeja a una armadura, pero en un material blando, un guante en acero forjado, y en la mano desnuda una vara corta color verdosa. - Hasta que por fin das la cara cobarde.
La voz de Cretrar sonaba fatigada y con falta de energía. Es hora de que regreses al infierno. Es hora de que acompañes a tu inmundo hermano allí; debiste verle la cara segundos antes de morir, creo que quería suplicar, pero no tuve tiempo de saberlo. Crettar soltó una carcajada exagerada, y el gemelo lo atacó preso de su dolor y odio hacia él. Su mente solo se enfocó en todos los años que convivieron; en como su adorado hermano lo entrenó, lo educó, y lo protegió siempre. La vara golpeaba en todas direcciones, y los ojos del gemelo se llenaron de lágrimas y dolor. Por eso optó por ser el primero; sabía que algo malo pasaría, y aún después de tantos años, me protegió, me cuidó como si todavía fuese un niño. Siempre fui débil, no me pude valer por mi mismo, y él, él solo se dedicaba a guiarme y a comprenderme. Los pensamientos lo laceraban con tanta insolencia, que perdió el control de repente. Los ataques se hicieron más rápidos, más fuertes, pero más desordenados. Crettar notó aquello, y no estaba dispuesto a desaprovecharlo. La lluvia de ataques fue tal, que detenerlos todos no era opcional. Crettar cayó de rodillas, destrozado y sangrando profusamente. El gemelo dio unos pasos atrás agotado y bañado en sudor.
Es todo lo que tienes? Crettar sonreía, y lo miraba desafiante, seguro, sin titubear. Hasta el inútil de tu hermano me dio más pelea que tu. El gemelo atacó de nuevo, cayó en la trampa, preso de su inconsciencia y dolor. Sus ataques poco a poco se hacen lentos y débiles, y sin darle tiempo a reaccionar, Crettar allí de rodillas, saca un fuerte manotazo, y se lo acesta directamente en la rodilla. Hueso y carne salen destrozados, y un grito espántoso precede al silencio satisfactorio. El gemelo retrocede cogeando, su rostro deja ver el dolor que siente, la sangre deja un rastro espeso con cada paso que da hacia atrás, y la fatiga se hace cada vez más difícil de contener. Crettar se ergue como una montaña ante él, y aunque tiene múltiples heridas, y está bañado en sangre, no parece dañado realmente. El error de todos ustedes fue haberme subestimado; todo el tiempo creyeron que sus patéticos intentos por detenerme daban los frutos esperados. La verdad pude matarlos a todos de golpe, pero no hallaba a la niña; por más que intenté sentirla o vislumbrarla, me fue imposible; así que mi única opción era presionarlos hasta que la sacaran de su escondite. Hasta el momento, todo está saliendo como lo tenía previsto. El gemelo estaba palido por la pérdida de sangre, y estaba haciendo un enorme esfuerzo por no perder el conocimiento. Ni siquiera oía lo que el demonio le decía mientras se acercaba. Sus pensamientos solo se enfocaban en pensar en... solo unos minutos más... solo unos minutos más... solo unos minutos más y caroline podrà salir bien de esta. Crettar avanzó y un ruido estrepitoso se oyó de los árboles. El demonio volvió a retroceder, y de arriba cayó un tronco enorme que amenazaba con aplastarlo; das pena inútil, dijo Crettar mientras retrocedía. Al tercer paso que dio, su talón y tobillo quedaron atrapados en una enorme trampa de oso. Se cerró con tanta fuerza, que un grito terrorífico rasgó el lugar. El gemelo aún de pie, sonrió, y cerró sus ojos por un instante.

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⏰ Última actualización: May 21, 2017 ⏰

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EL INVOCADO II.  ( Confrontación y Realidad)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora