Suena la alarma a las siete menos diez de la mañana y la pospongo cinco minutos los cuales aprovecho para dar vueltas en la cama y estirarme. Hoy es mi primer día: 12 de septiembre. Entramos a las ocho de la mañana y salimos a las tres igual que en mi antiguo instituto. No sé exactamente cuánto se tarda en llegar desde aquí y cómo odio llegar tarde he quedado con Marcos a las siete y media. Siempre tengo que llegar cinco minutos antes a todas partes.
Tras pasar esos cinco minutos vuelve a sonar la alarma así que esta vez sí me levanto. Me encantan los días de verano, el sol, las camisetas de manga corta, faldas, pantalones cortos... Me ponen de buen humor por la mañana. No quiero que llegue el invierno. Voy al baño y me lavo la cara, después me visto, aunque he tenido que decidir qué me pongo para dar buena impresión ya que en mi instituto de Madrid íbamos en uniforme y no había ese problema, y me pinto un poco. Yo no soy de esas que tardan mucho en arreglarse, no más de quince minutos suelo tardar, pero hoy es especial, el primer día y tengo que ir bien. Me pongo una falda negra por las rodillas, una camiseta de color mostaza, que me cubre hasta el cuello y tiene unos tirantes gruesos, y unos botines.
Una vez estoy arreglada voy a desayunar a la cocina con mucho cuidado de no despertar a mi abuela que sigue durmiendo y al terminar vuelvo a mi habitación para lavarme los dientes, echarme colonia, coger la mochila y mis cosas.
A las siete y veinticinco estoy en la puerta de Marcos esperándole. Miro su casa y le veo en una de las ventanas de arriba todavía sin camiseta. Cuando me mira le hago un gesto con la mano señalándome la otra muñeca cómo diciéndole que se dé prisa. Se pone rápido una camiseta, coge su mochila y desaparece de esa ventana.
A los cinco minutos se abre la puerta y sale Marcos. Lleva una camiseta azul a juego con sus ojazos, unos vaqueros y unas deportivas.
- Hola Tam, ¿qué tal? ¿Nerviosa? – Dice dándome dos besos.
- Hola ¿Nerviosa solo? Eso es poco comparado con lo que estoy ahora mismo. – Me toca la mano.
- Estás temblando. – Sonríe y me aprieta la mano para tranquilizarme. – Tranquila, no comen. – Me provoca una carcajada. – Anda vamos.
- Sí, mejor, odio llegar tarde. – Digo sonriendo.
- Lo he notado la verdad. – Se ríe.
Empezamos a andar y bajamos la súper cuesta. En quince minutos llegamos al instituto y todavía no ha hay nadie porque hemos llegado quince minutos antes.
-Oye una pregunta, ¿tú empiezas primero de bachillerato verdad? – Pregunto con timidez
- Sí, ¿por qué?
- Menos mal, porque espero que me pongan en clase contigo, no quiero estar sola.
- Ah, hay tres clases, A, B y C, espero que sí nos toque juntos. – Sonríe. – ¿Entramos?
- Sí.
Entramos al instituto. No es tan grande como el mío de Madrid, pero es más grande en comparación con lo que creía que era. Ya hay gente por los pasillos. Llegamos hasta las tres clases de cuarto de la eso. Miro en la lista de la clase A y no estoy, ni tampoco está Marcos. Llegamos a la clase B y en esta sí estoy yo, pero por desgracia, Marcos no está. Me da un beso en la mejilla y me desea suerte.
Entro en mi clase y veo que hay cinco chicas en los pupitres del fondo a la derecha. Soy muy guapas. Tres de ellas son morenas con los ojos marrones, otra también es morena, pero tiene los ojos verdes y la última de ellas es rubia con los ojos oscuros. Están hablando tranquilamente así que yo me siento en la segunda fila del lado izquierdo. No quiero estar en primera fila, pero tampoco acercarme a ellas cómo si fuesen mis amigas de siempre.
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Rumbo hacia mi corazón
Fiksi RemajaTam, una adolescente con una vida prácticamente perfecta despierta tras un grave accidente en el cuál sus padres mueren y ella tendrá que dejar todo atrás: a sus amigas, a su novio... Para irse a vivir al pueblo con su abuela, donde conocerá a un mo...