Capítulo 9

141 7 2
                                    

Me despierto acalorada al lado de Aitor. Me levanto con cuidado de no despertarle, cojo el móvil y salgo de la habitación. Me voy a la cocina, todavía no se ha levantado nadie. Cuándo enciendo el móvil veo que son las cuatro y media de la tarde y veo que tengo dieciséis llamadas perdidas de mi abuela: La que me va a caer.

Salgo al jardín para que me dé el aire y aprovecho para llamar a mi abuela. Me da un poco de miedo su reacción, sé que es tarde, pero espero que me comprenda.

- Hola abuela, perdona por no cogerlo, estaba en silencio y me acabo de despertar. – Digo con voz de niña buena.

- Cariño menos mal, que susto me habías dado. Pensaba que te habían secuestrado, hecho cosas malas...

- Tranquila abuela, no. Simplemente es que ayer cuando llegamos estuvimos hablando un buen rato, así que hoy me he levantado muy tarde.

- No pasa nada hija, es normal a tú edad eres joven. ¿Fuisteis a casa de Marcos a la una y media cómo me dijiste verdad?

- Claro, y luego eso estuvimos hablando hasta las seis o así que nos acostamos.

- Madre mía que aguante tenéis la juventud y cuántas cosas de qué hablar. Acostándote a esa hora no me extraña que te hayas levantado tarde cariño. ¿A qué hora os trae el hermano de tu amigo?

- No lo sé, pero todavía no se han levantado mis amigos, así que supongo que más tarde.

- Vale cariño, te espero en casa.

Nos despedimos y colgamos. Cuando entro en la habitación veo a Marcos en calzoncillos. Tiene un físico perfecto.

- ¿Quieres un café? – Me pregunta.

- No gracias, me duele la cabeza. ¿Podría ser leche sola? – Respondo.

- Como desee la señorita. – Contesta mientras me sirve. – ¿Cómo has pasado la noche? ¿Estás mejor? – Me da la leche.

- No sé qué decirte la verdad. – Miro al suelo. – Quiero olvidarlo, olvidarme de todo y olvidarme de él.

- Tranquila, eso sucederá pronto. Ya tenías pensado dejarle, lo que ha sucedido te servirá para olvidarle antes. – Me sonríe y me abraza. – Por cierto, ¿qué hora es?

- Las cinco menos cuarto. – Digo mirando el móvil.

- ¿Qué? – Me observa desconcertado. – Joder, Héctor pasaba a por nosotros a las tres y si no estábamos se iba sin nosotros.

Sale de la cocina y empieza a gritar diciendo que son las cinco menos cuarto y que Héctor ya se ha ido. Todos se despiertan y se levantan rápido. Marcos me mira asombrado cuando ve a Aitor salir en calzoncillos de mi habitación. Él también tiene un cuerpo perfecto.

- ¿Qué hacías en el cuarto de Tam? – Dice Marcos.

- Ayer no quería dejarla sola por la noche y entré cuándo ella estaba dormida. – Me mira y me sonríe igual que ayer después de besarnos.

- Es cierto, esta mañana me he levantado y me le he encontrado. – Digo sonriendo tímidamente.

- Bueno a ver la cosa es qué hacemos ahora los que nos íbamos con Héctor. ¿Nos vamos en bus con los demás? – Dice Carlos.

- Creo que es lo mejor. – Responde Aitor.

- Pero a mí no me dejan ir en bus, además no me da el dinero. – Digo.

- Tam, dile a tu abuela que nos he traído Héctor y el dinero te lo presto yo. – Me contesta Marcos con una de sus increíbles sonrisas.

- Pues entonces vamos a recoger esto, a ducharnos y a vestirnos. Tenemos tiempo hasta las siete y media que sale el próximo bus. – Dice Raúl.

Rumbo hacia mi corazónWhere stories live. Discover now