Me despierto acalorada al lado de Aitor. Me levanto con cuidado de no despertarle, cojo el móvil y salgo de la habitación. Me voy a la cocina, todavía no se ha levantado nadie. Cuándo enciendo el móvil veo que son las cuatro y media de la tarde y veo que tengo dieciséis llamadas perdidas de mi abuela: La que me va a caer.
Salgo al jardín para que me dé el aire y aprovecho para llamar a mi abuela. Me da un poco de miedo su reacción, sé que es tarde, pero espero que me comprenda.
- Hola abuela, perdona por no cogerlo, estaba en silencio y me acabo de despertar. – Digo con voz de niña buena.
- Cariño menos mal, que susto me habías dado. Pensaba que te habían secuestrado, hecho cosas malas...
- Tranquila abuela, no. Simplemente es que ayer cuando llegamos estuvimos hablando un buen rato, así que hoy me he levantado muy tarde.
- No pasa nada hija, es normal a tú edad eres joven. ¿Fuisteis a casa de Marcos a la una y media cómo me dijiste verdad?
- Claro, y luego eso estuvimos hablando hasta las seis o así que nos acostamos.
- Madre mía que aguante tenéis la juventud y cuántas cosas de qué hablar. Acostándote a esa hora no me extraña que te hayas levantado tarde cariño. ¿A qué hora os trae el hermano de tu amigo?
- No lo sé, pero todavía no se han levantado mis amigos, así que supongo que más tarde.
- Vale cariño, te espero en casa.
Nos despedimos y colgamos. Cuando entro en la habitación veo a Marcos en calzoncillos. Tiene un físico perfecto.
- ¿Quieres un café? – Me pregunta.
- No gracias, me duele la cabeza. ¿Podría ser leche sola? – Respondo.
- Como desee la señorita. – Contesta mientras me sirve. – ¿Cómo has pasado la noche? ¿Estás mejor? – Me da la leche.
- No sé qué decirte la verdad. – Miro al suelo. – Quiero olvidarlo, olvidarme de todo y olvidarme de él.
- Tranquila, eso sucederá pronto. Ya tenías pensado dejarle, lo que ha sucedido te servirá para olvidarle antes. – Me sonríe y me abraza. – Por cierto, ¿qué hora es?
- Las cinco menos cuarto. – Digo mirando el móvil.
- ¿Qué? – Me observa desconcertado. – Joder, Héctor pasaba a por nosotros a las tres y si no estábamos se iba sin nosotros.
Sale de la cocina y empieza a gritar diciendo que son las cinco menos cuarto y que Héctor ya se ha ido. Todos se despiertan y se levantan rápido. Marcos me mira asombrado cuando ve a Aitor salir en calzoncillos de mi habitación. Él también tiene un cuerpo perfecto.
- ¿Qué hacías en el cuarto de Tam? – Dice Marcos.
- Ayer no quería dejarla sola por la noche y entré cuándo ella estaba dormida. – Me mira y me sonríe igual que ayer después de besarnos.
- Es cierto, esta mañana me he levantado y me le he encontrado. – Digo sonriendo tímidamente.
- Bueno a ver la cosa es qué hacemos ahora los que nos íbamos con Héctor. ¿Nos vamos en bus con los demás? – Dice Carlos.
- Creo que es lo mejor. – Responde Aitor.
- Pero a mí no me dejan ir en bus, además no me da el dinero. – Digo.
- Tam, dile a tu abuela que nos he traído Héctor y el dinero te lo presto yo. – Me contesta Marcos con una de sus increíbles sonrisas.
- Pues entonces vamos a recoger esto, a ducharnos y a vestirnos. Tenemos tiempo hasta las siete y media que sale el próximo bus. – Dice Raúl.
YOU ARE READING
Rumbo hacia mi corazón
Novela JuvenilTam, una adolescente con una vida prácticamente perfecta despierta tras un grave accidente en el cuál sus padres mueren y ella tendrá que dejar todo atrás: a sus amigas, a su novio... Para irse a vivir al pueblo con su abuela, donde conocerá a un mo...