Capítulo 8

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Adoro levantarme los sábados a la hora que me da la gana. Poder quedarme dando vueltas en la cama sin que nadie me diga nada. Me levanto de la cama y miro la hora: ¡Son las dos de la tarde! Normalmente no me levanto tan tarde, sobre las once o así, pero estaba muy cansada de esta semana y de todas las emociones sucedidas.

Me visto con unos vaqueros y una camiseta de Coco Loco. Bajo a la cocina y mi abuela está haciendo cocido porque hoy viene a comer una amiga suya. Me encantan sus cocidos desde siempre y hacía ya mucho que no lo comía, por eso me alegro.

A las dos y media llega la amiga de mi abuela seguida de Irene. Me quedo de cuadros al verla ya que no me esperaba que ella fuese la nieta de una de las amigas de mi abuela. Va a ser una comida complicada, lo mejor será que no nos hablemos y ya está.

- Hola Adela. ¿Qué tal vas? – Dice Josefa, la abuela de Irene y amiga de mi abuela. – Que mayor está ya Tamara, me acuerdo de verla cuando era pequeña siempre haciendo trastadas. ¿No te importa que me haya traído a mi nieta Irene no? Pensé que así podrían hacerse amigas.

- Buenos días Josefa. – Dice mi abuela. – Claro que no me importa.

- Nos conocimos en clase, vamos a la misma. – Dice Irene con una sonrisa de oreja a oreja, la cual no entiendo. – Su nieta es súper maja y me cae genial. – Continúa dándome un abrazo que no me espero.

La sigo el royo con tal de que la velada sea tranquila y podamos comer sin discutir. Hablan de cuándo eran más jóvenes, sobre el viaje que hicieron hace un año a Cancún y sobre el que quieren hacer a Roma estas Navidades. Mi abuela no me había dicho que quería ir porque piensa que no se puede ir sin mí, y yo le he dicho que esa semana me podría quedar con Miriam o algún amigo y me ha dicho que se lo pensará.

A las cuatro de la tarde ya hemos terminado de comer. Están a punto de irse, pero justo llaman a la puerta y voy a abrir.

- Hola Tam, siento no haber venido contigo ayer a casa, tenía que hablar con Irene para que se olvide de mí y cambie la actitud. – Dice Marcos. – Menos mal que te acompañó Aitor a casa, sino me hubiese sentido muy mal.

- Marcos, creo que no es un buen momento ahora para hablar. – Digo.

- No, es mejor ahora, ¿puedo pasar? – Pregunta. – Quiero pedirte perdón también por la actitud de Irene y lo que hice, en serio estoy muy arrepentido.

- Hablamos en un rato ahora... - Justo me interrumpe mi abuela, Josefa e Irene.

Marcos se queda blanco e Irene nos echa una mirada furtiva. Acto seguido fuerza una enorme sonrisa.

- Hija, despídete de Josefa e Irene que se van ya.

- Adiós Tam, a ver si quedamos este fin de semana, vente un día a casa o algo. – Dice Irene sonriéndome y abrazándome. Marcos y yo nos miramos extrañados.

- Adiós Irene, adiós doña Josefa. – Digo sonriendo forzadamente.

Ambas se van de casa de mi abuela e invito a Marcos a entrar en casa. Vamos al salón. Le cuento todo lo que ha sucedido a la hora de comer y que Irene de ha comportado de una manera extrañísima.

Hablamos durante muchísimo rato y a las siete le digo que me tengo que empezar a arreglar para el concierto ya que hemos quedado a las ocho y media. Llegaremos allí sobre las nueve y cuarto y cenaremos haciendo tiempo hasta las once que empieza. Así que él se va a su casa y yo me tumbo en mi cama a escuchar algo de música y relajarme antes de vestirme. Suena en mi móvil: The name of love de Martin Garrix y Bebe Rexha. Me encanta esta canción.

Rumbo hacia mi corazónWhere stories live. Discover now