Escucho pasos, escucho la voz de una chica y la voces de los chicos. No entiendo bien lo que dicen, la puerta se abre y meten a una chica dentro.
- ¿Querías una amiga Dan? - Dice un Guido divertido. - Ahí la tenes. - Escucho su risa alejándose.
Observo a la chica en una de las esquinas llorando, por un momento me veo a mi misma la primera vez que me trajeron aquí, tenia miedo.
- Soy Daniela. - Susurro y ella me mira.
- Candela. - Su voz tiembla.
- Lo siento mucho. - Digo y ella vuelve a mirarme.
- ¿Hace mucho que estas aca? - Asiento pensando.
- Creo que dos años. - Ella asiente.
- ¿Como lo hicieron?
- Recuerdo que era de noche y yo volvía de la casa de mi mejor amigo, Guido me pregunto si era yo y Patricio puso un pañuelo con cloroformo en mi boca y nariz, desperté en este lugar. - Siento como mi mejilla se humedece, estoy llorando. - ¿A ti? - Ella rie amargamente.
- Estuve saliendo un tiempo con Guido. - Sonríe. - El esta enamorado de mi y por eso me secuestro, no puede dejarme ir. - Niega emocionada.
No creía que fuera por eso, no quería arruinar su fantasía del "chico malo esta enamorado de mi" pero debía hacerlo.
- No creo que sea por eso. - Dije y ella me miro con el ceño fruncido.
- Entonces, ¿por que me secuestraria? - Pregunta desafiante.
- Para que hagas el trabajo sucio Candela. - Digo irritada.
- ¿Que trabajo? - Pregunta curiosa. - ¿El trabajo sucio de satisfacer a los chicos? Si es ese, no tengo ningún problema. - Pongo cara de asco.
- No, el de matar, entregar paquetes e interactuar con mafiosos. - Ella ríe.
- ¿Estas celosa Daniela? - Me levanto.
- ¿De ti? - Me rió con ganas. - Es algo medio imposible, considerando que eres una prostituta. - Sus puños se cierran. - Además estas ciega cariño. - Ella se levanta y se abalanzó sobre mi.
Su puño cerrado golpeaba mi cara, como puedo intento taparla pero no sirve de mucho. Comienzo a gritar ayuda.
Guido y Patricio abren la puerta, nos miran y maldicen por lo bajo.
- Pato llevate Candela, yo me encargo de Dan. - Grita.
Patricio toma a Candela por la cintura y la saca sobre mi. No siento mi cara. Guido me toma en brazos y me saca de allí introduciéndose en otra habitación. Me deja en la cama.
- ¿Dan? - Dice preocupado.
- Estoy bien. - Susurro intentando que no se de cuenta de que estoy a punto de llorar.
- ¿Que paso? - Pregunta mientras se sienta junto a mi.
- La llame prostituta. - El se queda pensativo.
Rompo en llanto, no podía contener mas las lagrimas ni el nudo en la garganta. Guido me corre y se acuesta junto a mi.
- ¿Te digo algo Dan? - Pregunta y yo asiento. - Te perseguí por semanas, te seguía, era tu sombra. Debía aprenderme cada paso que dabas, debía saber lo que hacías a cada hora. - Ríe sobre mi hombro. - Estaba fascinado con tu cuerpo, con tu voz y tu belleza. Tu eras la indicada para suplantar a Micaela. - Su voz se quiebra. - Desde el primer momento que te vi en Starbucks junto a tu amiga no pude evitar pensar, ella será mi próxima víctima y aqui estas. - Me toma por la cintura.
- Espera, cuando me cambiaba, ¿también me veías? - Me doy vuelta para quedar frente a el.
- Si, era mi parte favorita. - Me pongo seria.
Nunca lo había tenido tan cerca, realmente era hermoso. Levanto mi mano y tomo un mechón de su cabello rubio. El mira mi mano y la toma.
- Tus manos son demasiado pequeñas, apuesto que se sentirá fenomenal en mi amiguito. - Reí como niña pequeña. - Vamos Dan, siempre fui un hijo de puta, pero también tengo mi lado divertido como mis necesidades. - Sonríe.
Guido volvió su mano a mi cintura y yo me acomode, quería dormir un rato, quería sentir lo que era dormir junto a Guido.
Puede que el me haya secuestrado, que me haya hecho hacer cosas que no quería, puede que me tratara mal y que me haya levantado la mano en varias ocasiones pero no podia evitar el hecho de estar enamorada de el.
Me despierto gracias a un ruido en la habitación. Miro dos brazos alrededor de mi pequeña cintura. Intento moverme y siento como me tira mas hacia el. Sonrió.
Intento darme vuelta y una vez que lo logro observo a Guido. Cada facción de su bello rostro. Mis ojos se dirigen a sus labios, por mi mente pasan deseos impuros. El abre lentamente sus ojos.
Se sobre salta y comienza a maldecir. Me asusto, podría golpearme en cualquier momento y se que lo va hacer porque siempre lo hace.
- Mierda, que pelotudo que soy, como pude quedarme dormido. - Me mira furioso.
Sigo observandolo con miedo, no quiero que me haga daño. Su mirada se suaviza y me extiende la mano. Por un segundo dudo si tomarla.
- Vamos Dan, tomala, no te haré daño, lo prometo. - Sus ojos me muestran sus sinceridad.
Tomo su mano y el tira de mi poniéndome sobre el. Inconcientemente apoyo mis barzos sobre sus hombros y enredo mis dedos en su cabello. Su boca roza la mía. Finalmente me acerco y lo beso, se siente fenomenal, no puedo explicar lo bien que se siente besar sus labios.
El me aprieta contra su pecho, como si tuviera miedo de que me vaya a ir. Me separo en busca de aire.
- Tranquilo saltamontes, no me ire a ninguna parte. - Escucho su risa y en ese momento me doy cuenta que jamás lo había escuchado reir de esa manera.
- Solo queria asegurarme. - Sonríe.
Vuelve a besar mis labios, en un abrir y cerrar de ojos estamos nuevamente acostados en la cama. El esta sobre mi y mis piernas estan alrededor de su cintura. Siento a su amiguito despertarse.
- ¿Como es posible que provoques esto en mi? - Rió como niña pequeña a la que le acaban de dar un dulce.
Sus labios atacan mi cuello, su mano se dirige a uno de mis senos donde lo masajea cuidadosamente. Mi espalda se arquea. Me asusto de mi misma en ese momento pero realmente lo necesito.
La puerta se abre dejando ver a Gastón con el ceño fruncido. Guido maldice por lo bajo.
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Secuestrada. «Guido Sardelli»
Teen FictionDaniela Rodríguez fue secuestrada por tres muchachos, desde ese momento, desde ese instante que la vio, el no dudo en que ella seria su maldita perdición.