Nueve.

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La policía vuelve aparecer, Guido baja la cabeza y veo como le ponen las esposas. Yo lucho por soltarme del agarre de uno de los oficiales. Cuando lo logro, corro hacia el.

—Luchare por ti, pase lo que pase —dice susurrando—. Te amo Dan.

—Te amo —Se lo llevan. Mis lágrimas aparecen y veo llegar a mis padres. Los miro con odio—. ¿Por qué? —Pregunto dolida.

—¿Qué pasa cariño? —Pregunta mi hermana curiosa.

—Pasa que lo amo, odio estar lejos de el. A nadie le importa eso ¿verdad? —Pregunto dejando escapar un sollozo.

Mi madre le dice algo a mi padre y luego me miran con tristeza. Había decepcionado a mis padres pero eso era lo de menos, necesitaba de Guido.

Poco tiempo después estaba en la corte, iba a verlo después de casi cinco semanas. Estaba nerviosa. La psicóloga me observaba, carraspea haciendo que yo la mire.

—¿En que piensas Daniela? —Pregunta cruzada de piernas con un cuaderno y su lapicera.

—En nada, simplemente pienso en el odio que le tengo a mis padres —Ella lo anota en su cuaderno— pienso en lo bien que me sentía cuando estaba con el.

—¿Aun sigues pensando en el? —Me rió, que clase de pregunta era esa.

—Si —Contesto seca— lo amo más que a mi propia vida.

El reloj suena, eso solo significaba una cosa, la sesión había terminado.

—Hasta el jueves —me saluda.

Salgo corriendo y me subo al auto, introduzco las llaves y enciendo el auto. Manejo hasta los tribunales, estaciono y bajo trabando el auto.

Entro y me colocó detrás, mi madre ya esta allí. Veo la cabellera rubia de Guido y mis ojos se llenan de lágrimas.

—Guido Armido Sardelli se encuentra culpable por el secuestro y asesinato de las víctimas: Micaela García y Candela Martínez. También por el secuestro, tortura y violación de Daniela Rodriguez. —Mi corazón se detiene, eso era mentira.

Me levanto y camino hasta adelante. Paso y miro a Guido. El me observa triste. Corro hasta el y lo beso, el me corresponde enseguida.

—Voy a ir a verte, lo prometo —El niega.

—Busca a mis hermanos, aun no estas a salvo, te amo Dan —Se lo llevan.

Volteó y desafío a mi madre con mis ojos. Esta me toma por el brazo y me arrastra fuera.

—¿Que haces aquí? —Dice furiosa— Te dije que después de la psicóloga vayas a casa —Me señala con el dedo.

No digo nada, me subo al auto y conduzco hasta un centro comercial. Saco algo de plata de la guantera y camino hasta el primer local de celulares que veo.

—Hola, ¿En que te puedo ayudar? —Pregunta una joven sonriente.

—Necesito un teléfono descartable —Digo poniendo mi sonrisa mas falsa.

Ella asiente y saca una caja con un celular, sonrió disimulando mi nervisismo.

—Son trecientos cincuenta y cinco pesos —Asiento y le entrego la plata, ella abre la caja, mira el teléfono lo enciende y lo conecta.

Lo tomo y salgo del local. Subo al auto y lo trabo. Veo una camioneta azul detrás, maldigo por lo bajo y marco con rapidez el celular de Gaston.

—¿Hola? —Contesta a los tres tonos.

—Hay una camioneta azul, me esta mirando y tengo mucho miedo —Lo escucho suspirar y siento el ruido de armas.

—Bien, escucha Dan, ve hacia la vieja fábrica de jabones. ¿Sabes cual es?

—Si.

—Bien, nos vemos allí —finaliza la llamada.

Pongo en marcha el auto y manejo hasta ahí con la camioneta pisandome los talones. Entro en el estacionamiento y saludo a Pato. Gaston sale a mi encuentro y una chica alta, muy bonita junto a el.

—Hola linda —Me saluda Gaston.

—¿Qué estan planeando? —Gaston pone una media sonrisa y me entrega un arma.

—¿Quieres volver a ver a Guido? —Asiento con frenetismo—. Excelente, pero debes saber que después de todo esto no podrás volver a casa ni siquiera ser Daniela Rodriguez —Me quedó callada procesando todo—. Aun tienes tiempo para arrepentirte.

—Amo a Guido y hare lo que sea para estar con el —Gaston sonríe.

Me entrega un DNI. Miro el nombre, Oriana Villasante, nada mal. Camino detras de Gaston. Vemos la camioneta y como bajan de esta hombres armados.

—No hay escapatoria, tendremos que luchar —Gaston nos mira—. Nos separáramos, tengan cuidado —Dicho eso nos indica por donde debemos ir cada uno.

Los hombres ingresan a la fábrica, estamos escondidos. Nos buscan. Miro el arma entre mis manos temblorosas, ¿estaba segura de hacer esto? Si, ya no había tiempo de arrepentirse, era ahora o nunca.

De repente, los disparos se hacen presente. Veo a una mujer, maldición es Avalon. Miro nuevamente el arma, cierro mis ojos y le apunto, jalo del gatillo.

Avalon cae al suelo sin vida. Miro a Gaston, el asiente y salimos de nuestros escondites.

—Vamos, tenemos que salir de acá —mira hacia uno de los hombres quien aun seguía con vida.

Siento los brazos de Gaston alrededor de mi, corre, veo fuego y me siento aturdida. Gaston me habla, pero no lo oigo, ¿que esta pasando?

De repente, como si fuera un paracaidista sin paracaídas, vuelvo a la realidad, de golpe. Esta todo destrozado, estamos detrás de una pared rota. Duele, todo mi cuerpo duele y sobre todo mi cabeza.

—Dani, ¿estas bien? —Pregunta Gaston, asiento.

Me levanta en brazos y me introduce en un coche, manejan a toda velocidad. Siento mi cuerpo de gelatina, me siento débil y adolorida, finalmente todo se vuelve negro.

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⏰ Última actualización: Aug 01, 2018 ⏰

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Secuestrada. «Guido Sardelli»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora