Capitulo 1: Día uno / Jake, el adonis

60 2 0
                                    

El despertador suena con su chillido infernal. Muevo sólo un brazo desde mi posición para apagar el cacharrito, con la mala suerte de que termina en el suelo con estruendo. El ruido me saca de mi sopor; mi mente se despeja y recuerdo para qué necesitaba levantarme de la cama a las seis de la mañana.

¡Hoy es mi primer entrenamiento con los Hawks! 

Me dirijo al baño a paso rápido; lavo mis dientes y vierto agua fría sobre mi rostro para terminar de despejarme. Me pongo los lentes de contacto y regreso a la habitación para cambiarme.

Veinte minutos después estoy lista. ¡Esto de vestirse de hombre realmente es mucho más fácil que mi habitual rutina!

Llevo mi pelo en un rodete desordenado, me quité los aretes y no tengo nada de maquillaje. Mis pechos están fajados bajo una camiseta gris que pertenecía a mi padre y uso un pantalón deportivo dos tallas más grandes de lo que debería. Cambié mi perfume de mango y vainilla por One Homme de Calvin Klein. 

Mi objetivo es pasar desapercibida en los vestuarios y brillar en la pista.

En la cocina, bebo unos tragos de jugo de naranja del morro, cojo mi bolsa de deporte y salgo del apartamento.

************

Llego al estadio con diez minutos de antelación pero todos se encuentran ya en el vestuario.

-Eh, tú debes ser James.

Mi mirada se posa sobre Jake Hanes: alto, musculoso, sexy, con ojos azules y pelo castaño, casi rapado a cero. Uno de mis preferidos dentro y fuera de la pista. Dicen que está soltero, pero siempre sale en las revistas del brazo de alguna modelo famosa (¡zorras!).

-Bienvenido- me dice luego de darme un apretón de manos.

-Gracias- maldición; mi voz masculina necesita trabajo-. Me alegro mucho de estar aquí.

Es mi primer contacto con el resto del equipo. Ninguno nota nada extraño. Sólo un par de mis compañeros dirige la vista hacia mí; el resto sigue a lo suyo, terminan de vestirse, se calzan los patines y demás acciones normales al momento previo a la práctica.

Me siento en unos de los bancos del fondo, el que más desocupado está. Me quito las zapatillas y las cambio por los patines. No me queda más por hacer, estoy lista.

Por fuera trato de aparentar ser un macho reservado y por dentro estoy dando saltos como una bailarina de ballet. Todos mis ídolos, deportistas que veía semana a semana por la TV, o tras el vidrio que separa la pista del resto del estadio, están aquí... soy feliz, ¡estoy eufórica!

Al salir de los vestuarios, nos reunimos frente a la entrada de la pista. Uno a uno, todos se presentan conmigo (inútilmente, ya los conozco a todos) y el entrenador Keen comienza el entrenamiento.

Estoy en el paraíso: 20 hombres musculosos y habilidosos; el mejor entrenador del mundo; unas instalaciones de ensueño... Todo es perfecto.

************

La práctica se me pasa volando. Estoy cansada y siento cada uno de mis músculos agotados... Necesito un buen baño.

¡Un baño! Maldición, olvidé ese detalle. No puedo ducharme con el resto del equipo. Son demasiados hombres mirando mis bubis. ¡Esa no es una de mis fantasías! Ni de coña.

Me freno en seco en la puerta misma del vestuario. Mis compañeros pasan a mi lado, algunos de ellos observándome extrañados. Me doy la vuelta, y camino nuevamente hacia el hielo.

-Apura hombre o te quedarás sin agua caliente- Me grita uno de los defensores.

-No te preocupes por mí- le digo-, luego voy. Quiero unos minutos más en el hielo.

Mi cuerpo ya no soporta estar en funcionamiento, pero necesito que todos se vayan o tendré que irme a casa sin ducharme. Veinte minutos y ocho vueltas después, entro al vestuario e inmediatamente siento mis mejillas y orejas poniéndose rojas: 

Jake Hanes está completamente desnudo de pie en medio del vestuario... ¡Y qué cuerpo!

-Eh tío, parece que hubieras visto un fantasma- dice Jake pareciendo preocupado-. ¿Te sientes bien? Estas un poco pálido.

-Sólo estoy un poco cansada... ¡cansado! Esto, agotado. Eso, sí- MALDICIÓN.

-Se nota, se nota.- Se ríe él. Amo su risa, es tan sexy.- ¿Por qué no te das una ducha y vienes con nosotros a beber algo? Te espero y compartimos el auto.

-Cla-claro.

Santa virgen del hockey, me va a descubrir.

-Sabes- intento nerviosa-, no tengo muchas ganas de ducharme. No quiero agarrar frío, soy muy enfermizo- ¡qué patética excusa!

-Mmm, entiendo. No quieres estar desnudo frente a mí porque no puedes competir con todo esto- dice mientras me muestra sus fuertes brazos... Yo solo puedo mirar su... otro brazo, tan a la vista y glorioso.- Sabes, voy a ser bueno y te voy a dejar aquí solo para que puedas estar cómodo.

Comienza a vestirse con rapidez; cuando está listo sale de los vestuarios, dejándome a solas.

Respiro aliviada. Las duchas son individuales pero no tienen espacio para la ropa, por lo que hay que desvestirse antes de entrar. 

No tengo deseos de estar desnuda frente a mis compañeros, pero sobre todo no frente a Hanes; él es totalmente intimidante.

Demoro años en desprenderme de la faja y mis niñas por fin respiran. Por fortuna he traído una cazadora deportiva oscura y amplia. No necesitaré volver a vendarme. 

Tardo demasiado en las duchas y temo que Jake me haya dejado tirada. Pero cuando por fin salgo del vestuario, él está en las gradas, tecleando en su móvil, esperándome como quedamos. Me acerco a él, que al verme llegar se pone de pie.

-Eh, hombre, lo siento- le digo nada más llegar a su lado-. Tardé una eternidad...

-No, no te preocupes- responde con una sonrisa-. Vamos.

Nos dirigimos a su auto: un Camaro convertible gris metalizado precioso y caro. Hacemos el viaje en silencio: él se entretiene con la música y yo pienso en el escarabajo del '68, con la pintura descascarada que está aparcado frente a mi casa.

El paseo no dura más que unos minutos, tras los que llegamos a destino.

El bar es diametralmente opuesto a lo que imaginé: es un antro oscuro y con olor a moho. En el fondo, una barra atendida por un cincuentón calvo y gordo que parece salido de una peli del Lejano Oeste. En la esquina derecha una TV plana donde están pasando el partido de los Bruins de Boston contra los Carolina Hurricanes. Victoria de los Bruins. 

Nuestro equipo ha reunido varias mesas y están todos concentrados en el partido, hasta que Alex Hudson, uno de los defensores, nos ve entrar y nos saluda con una mano.

Me siento a su lado, y Jake junto a mí. 

Ambos pedimos cerveza, que es lo que está tomando el resto. Personalmente, prefiero evitar el alcohol, sobre todo luego de un entrenamiento, pero quiero caerle bien a estos chicos, así que... es un sacrificio que estoy dispuesta a hacer.

La charla es la que yo imagino la típica entre un grupo de amigos: deporte y mujeres. Se han armado dos grupos y ambos hablan al mismo tiempo. Es difícil seguir sólo una de las conversaciones. Particularmente me gustaría saber cuáles de mis compañeros están tomados, cuáles son unos mujeriegos y cuáles están solteros; pero mi lado práctico se impone y me uno a la charla sobre los demás equipos de la liga.

Mis compañeros de equipo son muy divertidos, y todos son amables conmigo, en especial Alex. 

Al final, lo que iban a ser unas copas, se convierte en una cena. Pedimos unas cuantas pizzas, algunas bandejas de nachos y muchas jarras más de cerveza. 

Varias horas después me despido de mis compañeros. Día uno: un éxito.

Tras una máscaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora