Sesenta y cinco años

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Dieciséis años han pasado y sigo sin poder olvidar sus hermosos ojos claros. Esas frases que dicen que "Nada es imposible" mienten, es imposible olvidarse de ella. De nada ha servido esas cenas en familia o esas consultas con el psicólogo

Recuerdo esos días en los que veíamos películas, nunca me dejaba elegir una porque "Colocaba películas que daban miedo", siempre terminábamos viendo algo gracioso o de ficción. La mayoría del tiempo la dejaba elegir, me encantaba ver la sonrisa que se le formaba en el rostro cuando decía un simple monosílabo.

Desde hace dieciséis años que no ponía un pie en la cálida arena, siempre que lo intentaba terminaba rogando que me llevaran de vuelta. Pero hoy decidí tomar prestado el auto de mi hija y conducir hasta la playa, necesitaba la paz que no tenía desde hace años. La playa me recordaba los buenos momentos que pase junto a ella, por eso no quería ir, porque solo son recuerdos que duelen al ser rememorados.

Y, sin embargo, aquí estoy, de pie contemplando como el sol se despide para dejar entrar a luna. Recuerdo un pensamiento descabellado que ella me había comentado:

«Cuando la Luna y el Sol están en el cielo al mismo tiempo se puede observar como se juran amor eterno», yo le pregunte si necesitaba un psicólogo, pero ella solo se limito a reír y decir:

«Un león se puede enamorar de su presa y una abeja se puede enamorar de la flor. Siempre deseamos un amor casi imposible, como la Luna y el Sol. Solo se ven escasos minutos en un día y aún así, en esos escasos minutos, se juran amor eterno. Todos, en algún momento de nuestra existencia, amaremos a alguien; y, hagamos lo que hagamos, nunca dejaremos de amar a esa persona».

Nunca llegue a entender como sacaba esas conclusiones, ella siempre le sacaba ese lado imperceptible de las cosas. Me resultaba fascinante escucharla hablar sobre lo que pensaba, era como un libro que nunca acababa.

Ya el sol está terminando su despedida, debo hacerlo ahora o nunca.

Saco una foto y un mechero de mi bolsillo, observo por última vez la foto y sonrío. Nunca podre olvidarla, eso es un hecho, pero cada vez que la recuerde sonreiré por el solo hecho de saber que ella tuvo uno vida fantástica.

Tomo la fotografía de una esquina y enciendo el mechero, acerco el fuego al pequeño cuadrado y esta comienza a desintegrarse en cenizas, volando hacia algún lugar del mar...

Una lágrima logra escaparse de mi ojo y no la quito, solo expando mi sonrisa viendo como el sol desaparece por completo y la luna comienza a verse.

Ahora puedo entender con exactitud lo que ella me dijo... "Hagamos lo que hagamos, nunca dejaremos de amar a esa persona."

Y, después de todo, los recuerdos quedarán entre las olas y la arena, entre la Luna y el Sol, entre ella y yo.
Simplemente serán Recuerdos en la Arena.

                                                                                                                                                                                       Fin

Recuerdos en la ArenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora