Capítulo 10

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Celiana.

Esa pequeña siesta antes del almuerzo me hiso sentir un poco mejor pero aun seguía triste por lo sucedido últimamente; Francesco se comportaba amable y comprensivo conmigo a pesar de que fue su abuela la que había fallecido. Sólo me sostenía de la manos o cerca de su cuerpo y sinceramente me agradaba mucho pero no estamos en su casa y mucho menos solos así que trataba de no darle demasiadas permisiones sobre mi cuerpo para que no nos vieran Ann o Leo.

Flaquee un momento cuando me deje llevar por sus seductoras palabras y su aliento sobre mis mejillas; lo vergonzoso que fue el oír a Leo carraspear con la bandeja de cafés en las manos. Aún después de haberlo empujado lejos a Fran no se bajaba la temperatura de mi cara, era un tomate con ojos. Leo se marchó a la cocina luego de rechazar mi ayuda para lavar los platos y volvimos a quedarnos solos.

―Estas loco? Que hubiera pasado si nos veía?

―No entiendo cual sería el problema, tu hermana se dio cuenta de lo que siento por ti.

―¿ah, sí?―recordé que le conté esta mañana sobre nosotros pero de igual forma ya lo había notado.―...pero tú hermano no lo sabe...

―Estuvo presente cuando el tema surgió y mis actitudes me delataron.

―¿Qué?, y qué dijo?―exclamé muy sorprendida y asustada.

―Mmm nada...

―...Qué  fue eso?―solté desconfiada.

―Nada importante; ahora vamos a beber el café antes de que se enfríe.

Mientras bebíamos el café lo miré algo triste.

―Fran ... no podemos decirles que estamos saliendo por que no es cierto... y sabes por qué!

―Lo se. No dije que tuviéramos una relación, simplemente confirmé que tengo sentimientos por ti.

Mi cara retomó el color del tomate y agaché la cabeza, estaba muy apenada por su repentina confesión.

Llegaron los faltantes saliendo de la cocina y todos juntos tomamos café mientras compartimos anécdotas de nuestra infancia.

―Recuerdas Celi cuando viniste a casa toda despeinada de la escuela y Sucia de pasto?

―...si, estaba en sexto grado.

―Puedo preguntar el por qué de ese estado?―preguntó Fran.

Ann comenzó a reír y siguió con el cuento.―había un niño que la perseguía...

―Un niño te dejó en ese estado?―se sorprendió Fran.

―Si... bueno no del todo.―respondí.

―El niño intentó darle un beso sin su consentimiento.―siguió riendo Ann.

―Pobrecilla, no había alguien cerca que para ayudarte?―soltó preocupado Fran.

―No fue necesario―pausa de respirar hondo para no soltar la carcajada.―debieron ver cómo quedó el niño―continuó la carcajada―su mamá llamó a casa para pedirle a nuestra madre que aleje a su salvaje hija de su niño adorado.

Mi Conflicto Conmigo. (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora