Capítulo 20

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Los días han pasado pero mis preocupaciones y pensamientos no me abandonan e incluso parecen haber creado una tormenta en mi mente desordenándola por completo. No se qué pensar sobre Harry, ¿estará bien acaso?, ¿o en realidad corre un peligro desbordante?. Dejo de pensar por un momento obligando a mi mente a frenar su actividad de divague, si seguía así no podría durar mucho tiempo sin enloquecer.

—Oli, pareces un poco distraída. ¿Estás bien?, ¿peleaste con Harry? – pregunta Ross con tono preocupado sacándome de mi universo.

—Estoy bien, sólo reflexionaba un poco sobre la vida – digo con la mirada ida como hace un momento.

—Oh sí claro, vamos a reflexionar de la vida mientras nuestra amiga se encuentra hablando como loca, total, ya lo está – protesta mi amiga levantando las manos hacia el cielo haciendo varios movimientos. Su tono de voz sube un poco y todos en la cafetería la miran como si fuese una loca. Ella al percatarse de esto último se sienta desganada de nuevo en la silla haciendo que todos vuelvan a sus anteriores actividades.

—Perdón – intento decir. —Es que no puedo dejar de pensar en Harry. ¿Y si quieren secuestrarlo o hacerle algo malo? No podría soportar su pérdida – admito agachando mi cabeza con lágrimas al borde de mis ojos sin poder salir.

—Oh vamos, incluso tu pareces incluso más preocupada que el mismo Harry. Seguramente fue una broma o fueron unos vagos sin nada que hacer. ¿Para qué querrían a Harry? Ni que fuese la cura contra el cáncer o tuviese algún súper poder – reflexiona la morena. Pero vaya que estaba equivocada...

El mismo día en que sucedió lo de la flecha decidimos hablar a la policía pero el rizado decidió quedarse con la nota para no levantar sospecha alguna. La flecha fue sacada de la pared y la llevaron como evidencia, sin embargo no encontraron huella digital alguna.

—Tal vez tengas razón. Será mejor dejar el tema de lado – razono.

—Hablaba de la fiesta. ¿Aún no sabes qué ponerte? Podría ir hoy a tu casa para ayudarte a elegir un vestido – se ofrece un tanto emocionada.

—Supongo que eso será lo mejor. Falta una semana y no tengo idea alguna de qué ponerme – admito un tanto desganada.

—Entonces al salir iremos directo a tu domicilio.

...

La hora de salida llega y con ella Ross, la cual me ve con una enorme sonrisa plasmada en su rostro y corre hacia mí para tomarme de la mano y arrastrarme a mi auto.

—Vamos, debo verte yo misma con esos vestidos que tienes. Podría haber alguno que sea el indicado – exclama con emoción.

—Hasta tú pareces más emocionada que yo – contesto riendo por su nivel de emoción.

—No. Tú eres amargada querida amiga – abre la puerta y entra al auto poniéndose el cinturón de seguridad. Imito su acción y enciendo el automóvil poniéndolo en marcha.

Ross se pone a cantar canciones subiéndole al volumen de las bocinas ambientando el camino. Sin poderlo evitar yo también comienzo a cantar no tan alto como ella pero sí lo suficientemente audible, ella además de eso movía sus brazos inventando pasos de baile muy graciosos y exagerados haciéndome reír sin parar por sus locas ocurrencias.

—¡Hemos llegado! – exclamo a los cuatro vientos esperando una respuesta. Ambas colocamos nuestras respectivas mochilas en el perchero y avanzamos hasta la cocina para lavar nuestras manos.

—Dejé la comida preparada en el refrigerador, caliéntala y sirve Olivia – ordena mi madre cerrando la puerta del baño con una bata abrigando su cuerpo y una toalla en su mano secando el cabello.

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