Capítulo 21

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Al llegar a mi cuarto tomo el celular y leo el mensaje que Harry me ha enviado.

>Hey Live, ¿quisieras salir a algún lugar? Tengo hasta las 04:00 p.m para estar contigo.

Después de escribirle una respuesta afirmativa guardo mi celular de nuevo y me cambio esperando por su llegada. Aplico sombra en mis ojos, un poco de rímel, labial, rubor y delineador haciéndome ver más presentable y apta como para salir a la calle sin que yo me vea como un muerto sin color.

Opto por vestir unos sneakers color blanco en mis pies y un vestido corto color menta haciéndome lucir primaveral. Tomo un suéter corto de manga larga blanco y mi bolso del mismo color poniendo dentro lo esencial. Una vez lista bajo las escaleras y espero sentada en el sofá la llegada del de ojos verdes.

No mucho tiempo después el timbre resuena en toda la casa haciéndome parar y abrir la puerta con ansias de ver nuevamente al chico frente a mí. Doy un paso al frente y deposito un casto beso en sus labios como forma de saludo, el cual recibe con mucho gusto.

—Te ves muy hermosa con ese conjunto– admite analizándome.

—Oh, g-gracias – tartamudeo con las mejillas rojas. ¿Porqué me ponía así por su cumplido?. Restándole importancia sonrío y cierro la puerta detrás mío saliendo de la vivienda. Camino junto a mi novio el cual nos guía hasta su auto estacionado cerca de aquí.

—Bien, ¿a dónde quisieras ir? – pregunta volteándose hacia mí recargando su codo en el respaldo del asiento del carro.

—En realidad pensaba ir al cine pero no hay películas que sean de mi interés como para ir a verlas y mi otra opción era ir a patinar a la pista de hielo pero estoy usando vestido – digo arrepentida de no haberme puesto un par de shorts o pantalones.

—¿Qué te parece si vamos a los bolos? – sugiere llevando su vista de nuevo al frente. Medito la opción y termino por aceptarla.

—Hace tres años que no jugaba a esto – comento–. Espero no ser un total fracaso – finalizo soltando un bufido entrando junto con Harry al lugar.

Pagamos y cada quien pide sus par de zapatos dando su respectivo número de calzado. Me los pongo con calma y caminamos hasta nuestra área de lanzamiento.

La primera en tirar soy yo haciendo que la bola se vaya de lado al primer intento haciéndome reír un tanto avergonzada de mí misma. El chico detrás mío ríe y niega con la cabeza parándose con una bola en sus manos preparado para lanzar en su turno.

—Intenta no lanzar con fuerza o si no la bola dirigirá tu mano en alguna otra dirección dando como resultado lo que acaba de pasar – informa con amabilidad y la intención de ayudarme a mejorar. Asiento decidida a tirar al menos uno la próxima vez que me tocara lanzar la bola.

Cuando llega a la línea de límite de detiene y lanza de manera grácil de manera que muchos bolos son derribados menos dos que quedan tambaleándose, tres segundos después uno cae realizando un efecto dominó con el otro haciendo una chuza. En seguida se voltea con una orgullosa mirada dejándome paso.

Indecisa tomo una bola no tan pesada y me acerco lentamente a la línea frenándome y dejando caer la pelota con un poco de vuelo. Intento que la pelota no desvíe la dirección de mi mano tirando en recto. La pelota avanza a velocidad promedio y da en los bolos dejando sólo uno parado. Hago una pequeña celebración soltando pequeños gritos y aplaudiendo.

—Nada mal, ¿eh? – comenta Harry mirando el bolo parado–. Felicidades, ahora me toca – dice parándose de la silla y tomando entre sus manos otra bola.

Al final de la partida el rizado me gana sólo por tres puntos. Salimos del lugar faltando dos horas para las cuatro de la tarde y regresamos a mi hogar.

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