Capítulo 8: Emily y Charli saben cómo defenderse.

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El ambiente era como una caldera, se podía sentir los ánimos a punto de estallar; tanta rabia como puede contener una pequeña de nueve años en su pequeño cuerpo.

Emily recorría los pocos metros que separaba una pared de otra, estaba brava, furiosa con esa niña. Por otra parte, Charli estaba tirada en el piso con las piernas hacia arriba y los brazos estirados a los lados.

Si pudieran existir dos personas que se compenetraran de tal magnitud esas eran ellas. El destino las juntó y su cariño las hizo hermanas de otra madre, pero eso estaba por cambiar, pronto serian adoptadas por la misma mujer.

—Si la alfombra no estuviera tan vieja y roída, te juro que ya tendrías una buena zanja –señaló Charli empezando a hacer ángeles con los brazos.

—No me gusta esperar y Martina se está ganando una tunda.

Eso pareció despertar el interés de Charli, que detiene todo movimiento y levanta la cabeza como una zarigüeya.

—¿Le quieres dar sus buenos coscorrones? –sus ojos brillaban de interés.

—Esa niña es un mosquito fastidioso y ya me a zumbido mucho tiempo en el oído.

Era cierto que desde la llegada de Emily y Charli a la Casa Hogar, Martina la había tomado contra ellas, pero su ahínco era mayor en contra de Emily.

Emily es una niña muy dulce y de adorable belleza, aunque no todo lo que brilla es oro y ella es un fosforito lleno de energía; ella despertó la envidia de Martina al obtener toda la atención de las subalternas y les perdonaban sus travesuras.

Cuando Martina se enteró que Emily y Charli serían adoptadas, fue el detonante para que su matoneo fuera mayor. Sin olvidar que Martina tiene 13 años y todavía es una niña.

Charli, sin embargo es una de las niñas más camorreras que puede haber y nunca dice no a una pelea, un reto o Emily.

—Martina cucarachina es una idiotina –Charli se ríe en voz alta de su verso, sacándole una sonrisa por fin Emily, esta se deja caer a su lado y copia su ángel en el suelo.

—No digas malas palabras Charli.

—Sí, por qué doña Emily no las dice –le recrimina con una sonrisa maliciosa.

—¿Yoooo? –se pone la mano en su corazón y en su rostro la mejor cara de ofendida.

—Síiíí. Tú.

La molestia quedó atrás y las niñas corren al patio trasero a jugar.

Charli y Emily se sentaron bajo la sombra de un árbol, riendo divertidas de una de las ocurrencias que rememoraba Emily de una de sus travesuras.

Eran ajenas a que Martina y sus amigas se acercaban con tobos de agua y ella la más osada con uno lleno barro especialmente para Emily.

Ambas niñas jadearon al sentir el agua fría impactar su cuerpo, la rabia era grande, pero el enojo fue mayor cuando el espeso barro empezó a recorrer el cabello de Emily y el resto de ella.

Martina mostraba una cara de satisfacción absoluta.

Emily ya tenía suficiente por parte de esa niña, no le importaba ser castigada cuando se lanzó de lleno contra Martina y rodaron por el suelo, una de sus compinches quiso intervenir, pero eso no sucedería con Charli allí, ella tomó a la más osada y se unieron en una pelea en suelo.

Lo que era un suelo limpio a la sombra de un frondoso árbol se volvió un charco de lodo.

La multitud fue creciendo, cada vez había más expectantes, el público se dividió en dos grupos, los que apoyaban a Emily y Charli y las que no.

El bullicio iba en aumento, hasta el punto en que llamaron la atención de las cuidadoras.

Las cuatro niñas estaban tan sucias que no se sabía dónde terminaba una y empezaba otra, sus ojos eran los únicos que se salvaron de inundarse de barro.

Margaret y Marta caminaban por los pasillos de la Casa Hogar guiadas por la directora, ya poseían los papeles firmado de ambas niñas y sus pertenecías estaban en el vehículo, solo faltaba recogerlas e irse del lugar.

La directora estaba por decirle algo a Margaret cuando llegaron a la puerta trasera y el gran escándalo la silenció.

Marta observaba horrorizada como un gran grupo de niñas, que imagino eran todas las que vivían en la Casa Hogar rodeaban a un pequeño grupo.

La directora susurró una maldición y trotó hasta el punto de concentración.

Margaret y Marta la seguían de cerca.

Las niñas que abucheaban al ver a las mujeres aguardaron silencio y se apartaron inmediatamente.

Emily lanzó un puñado de barro, la Martina cucarachina se agachó en el último segundo y este impacto contra un vestido blanco, ella cerró los ojos inmediatamente.

Un pequeño jadeo salió de la mujer a la que no llego a verle la cara y el silencio fue lo siguiente; quedo petrificada, ya sabía lo que eso significaba.

La tranquilidad fue rota por la exclamación de Charli.

—¡Santa Virgen de la Papaya!

Al final abrió los ojos después de escuchar a su amiga.

Una mujer muy joven la miraba con los ojos bien abiertos. Mi apariencia llena de barro hasta los oídos debe dar una gran impresión seguramente, por no hablar de que le manché el vestido.

—¿Quién empezó esto? –pregunto la directora.

—¡Emily! –gritaron todas al unísono.

Emily se encogió por dentro al escucharlas. Sapas.

Mi nueva madre me levanta una ceja interrogante y yo solo me encojo de hombros y muestro mis palmas hacia fuera con mi mejor carita de ángel.

Margaret lucha, pero al final termina sonriéndole.

Por fin las conseguí a todas, pensó ella y después partieron rumbo a la Mansión, ese día cuando por fin pudieron estar todas las niñas reunidas, estas lograron dormir en una cama tibia con el estómago lleno y con la esperanza de un futuro más brillante y feliz.

10 años han pasado desde ese encuentro, todas las niñas crecieron y se convirtieron en grandes mujeres,

Los años pasaron...

Ellas crecieron...

Maduraron...

Estudiaron...

Se volvieron señoritas refinadas...

Pero no perdieron su esencia...

12 niñas se volvieron 12 mujeres, 12 futuras esposas perfectas casi perfectas.

Fabrica de esposas perfectas #1. [Serie Esposas Perfectas]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora