De todas las aulas de todos los parvularios de Chicago, el había tenido que ir a la suya. Manuel Mijares. Incluso su nombre conjuraba profundos y oscuros recuerdos.
Los años no habían sido amables con él, por lo que vio Mayte Lascurain. Pero lo cierto era que la amabilidad y Manuel nunca habían tenido mucho en común.Doce años. Habían pasado todos esos años desde la última vez que lo había
visto. Y se esfumaron en un instante.La asaltaron múltiples imágenes mientras lo miraba atemorizada. Era todo un compendio de contrastes. La rigidez de su corto cabello y su impecable atuendo militar estaban en guerra con la sensualidad de su boca y la intensidad de sus ojos castaños. Él siempre había tenido la habilidad de consumirla con una sola mirada de
esos ojos.La sorprendió lo mucho que él había cambiado y que aún así, siguiera igual.
Evidentemente, seguía en los marines y el uniforme azul le sentaba bien. Más que bien.
Había un campamento de entrenamiento de los marines no lejos de allí. Ella pasaba por allí de camino a su casa todas las tardes, pero nunca se le habría ocurrido que Manuel terminara allí. Lo último que había sabido de él era que estaba en algún
lugar conflictivo en el extranjero.Buscó con la mirada las pocas cosas que recordaba de él, como la cicatriz que tenía en la sien derecha,resultado de una disputa que tuvo con su moto contra un árbol. Había ganado el árbol, como él le había dicho alguna vez. Pero ahora tenía otras cicatrices,incluyendo una bastante reciente en la mandíbula.
A pesar de los años que habían pasado, Mayte lo había reconocido inmediatamente,Pero no vio que él la reconociera a ella, lo que no era de extrañar. A Manuel se le daba bastante bien no verla. Solo unas semanas después de haber compartido la noche más increíble de su vida, él había empezado a actuar como si ella fuera invisible. Apartó ese recuerdo humillante y miró a la pequeña que estaba al lado de él. La
niña que iba de la mano de la directora del parvulario, Sarah Connolly.-Tenemos una nueva estudiante en el parvulario -dijo Sarah alegremente-. Esta es Blue Mijares, tiene tres años y acaba de mudarse de San Diego. Y este es Manuel, su padre.
¿La hija de Manuel? ¿En su clase? La magnitud del dolor pilló por sorpresa a Mayte. Se obligó a recuperarse.
-Hola, Blue. Nos alegramos de que estés con nosotros.
-Sí, bueno, la dejo en sus manos -dijo Manuel incómodo.
Estaba claro que quiso seguir a Sarah cuando se marchó. Pero por mucho que Mayte quisiera también que él desapareciera, tenía que pensar en Blue. La niña se aterrorizaría si la dejara así en un entorno desconocido.
-Venga usted también, señor Mijares -le dijo.
-He de volver al trabajo -dijo él.
¿Había un tono de desesperación en la voz de él, o se estaba imaginando cosas?
Mayte se vio obligada a ponerle una mano en el brazo para detenerlo.
-Esto solo serán unos minutos, pero es necesario. Es muy importante para la
comodidad de su hija.-De acuerdo -dijo él mirando su reloj-. Pero no tengo mucho tiempo.
Mayte quitó la mano y le dedicó su atención a Blue.
-Me llamo Mayte y voy a ser tu profesora.
La pequeña se limitó a asentir, pero no dijo nada. Llevaba el cabello castaño recogido en dos coletas. Sus vaqueros y camiseta blanca estaban impecables y le brillaban los zapatos. Llevaba una chaqueta verde más apropiada para San Diego que para el frío del mes de marzo en el Medio Oeste. No parecía tener una mochila
para los útiles escolares.
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Un Encuentro Inolvidable
FanfictionMayte Lascurain había estado enamorada en el instituto de Manuel Mijares y aunque ellos habían hecho el amor, el estaba tan borracho que no se acordaba de nada. Aquello era un alivio, pensaba Mayte, ya que ahora iba a ser la profesora de preescola...