Su pueblo fue masacrado por el Clan del Lobo Despiadado. Yvette una pobre esclava decide huir al ver como sus padres han sido asesinados. Huyendo sin rumbo llega a su destino, donde nunca debió de haber salido ella, ¿o si?
El oscuro bosque se hacía cada vez más grande para sus pequeñas piernas. Ella corría como si su vida dependiera de ello ¡NO! Ella estaba huyendo para sobrevivir, sobrevivir de ver como masacraban a la gente de su pueblo. Alzo la mirada y pudo ver como aquel guerrero con cicatriz en el ojo izquierdo, cortaba el cuello a su padre, y vio como violó a su madre, para luego clavarle el hacha en la espalda, mientras ella pedía ayuda.
Yvette llevaba una hora corriendo ya, le dolía todo el cuerpo, pero siguió corriendo hasta que chocó con algo duro y todo se volvió negro.
Abrió los ojos poco a poco, le dolía la cabeza y el cuerpo, miró a su alrededor y a sus ojos vio un cuarto desconocido. Se levanto despacio, sigilosamente, no quería hacer ruido por si el dueño de la casa era alguien peligroso. Cuando puso un pie fuera del cuarto se encontró con una mirada esmeralda, una mirada penetrante.
-Mm hola- dijo el chico, se acerco a ella para comprobar que estuviera bien. Pero lo único que hizo eso fue que ella se alejase más.-No tengas miedo, yo solo te traje aquí por que te desmayaste, al chocarte conmigo en el bosque. ¿De que huías?
-Y-yo... ¡si!mm ¡no!- Yvette tartamudeaba, tenía miedo de lo podría hacerle él.
-Entonces huías, no tengas miedo, no pienso hacerte daño. Yo me llamo Markku, por cierto.- El chico alzo la mano para saludarla.
-Yo me llamo Yvette.- le cogio la mano, en modo de confianza. Y le sonrió, Markku le sonrió devuelta.
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