La heredera vikinga

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A la mañana siguiente Yvette se levanta decidida, siente que esta en su casa y siente que tiene una responsabilidad de la que hacerse cargo. Va directa al gran salón, allí están todos desayunando, pero según aparece ella, todo el mundo enmudece. 

- A partir de hoy, ¡yo seré vuestra reina! Aprenderéis a estar bajo mis ordenes y yo seré parte de vuestra familia. Subiré al trono por el clan, ¡El clan del Lobo Despiadado!- vociferó Yvette. Asmund le brillaba la mirada, esa era su amada guerrera.

A la tarde se hizo la ceremonia en la que Yvette iría al trono. Le hicieron un recogido en su larga melena rubia, la vistieron con las mejores galas, y lo celebraron con mucha hidromiel.

- Mi primera misión como reina será vengar la muerte de mi padre, quiero ver la garganta degollada del asesino de mi padre, quiero escuchar que suplique por su vida

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- Mi primera misión como reina será vengar la muerte de mi padre, quiero ver la garganta degollada del asesino de mi padre, quiero escuchar que suplique por su vida. - exclamó con la mirada mas dura que pudo ver un guerrero en su vida. Yvette después de la muerte de su padre maduro mucho y se hizo más fuerte. Asmund a medida que pasaba el tiempo veía la ambición de Yvette y la determinación de ver derramar sangre. 

Yvette todos los días entrenaba con Asmund, cada vez era más picara, lo derrotaba muchas veces, porque Asmund no podía dejar de distraerse pensando en ella mientras estaba con ella, el sabía que era una locura su amor hacía ella, era algo que no ha podido evitar. 

- ¡GUERREROS, HE DECIDIDO QUE DEBERIAMOS DE CONQUISTAR FRANKIA!, Cada vez somos más clanes aliados, y somos muy fuertes, deberíamos de aspirar a tener más tierras. - Yvette gritó un día en el gran salón. 

Mientras se preparaban para ir a conquistar Frankia, Asmund se encontraba un poco nervioso, porque sabia que los lideres de varios clanes querían pedir la mano de Yvette. Así que un día fue decidido a buscar a Yvette, y la encontró afilando su espada.

-Hola Yvette. ¿Podríamos hablar un momento a solas?- Le preguntó mirando mal a los demás guerreros para espantarlos. 

-Si, claro. Vamos al lago.- le respondió Yvette. Asmund la seguía desde atrás, mientras tenia una lucha mental de como pedir su mano.

-Se que no soy nadie para ti, y soy un desconocido, pero desde hace un tiempo que estoy observándote... y me preguntaba si... entiendo que a lo mejor no...- Asmund estaba tartamudeando y demasiado nervioso que apenas se le entendía una frase.

-Asmund, dímelo.- le dijo mientras le cogia la mano para tranquilizarlo.

-Yo..o..- la miraba a los ojos y no sabia como confesarse ante ella, así que cogio con sus manos sus mejillas y la acerco para explicarle con un beso lo que no podía con el corazón. Yvette estaba sorprendida y a la vez su corazón daba saltos de felicidad. Ella hacía un tiempo que lo amaba en secreto pero no se atrevía dar el paso. Le correspondió el beso poniendo sus delicadas y pequeñas manos en la nuca para acercarlo más a ella. 

 

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