Me desperté y mi mano ya estaba completamente vendada y no demore ni cinco segundos en saber quien fue la responsable de mis vendas, Francia, siempre lo hacia, siempre me vendaba mis heridas provocadas por mi, y luego me preguntaba lo de siempre; ¿Por que lo haces? Era típico de ella y típico de mi aburrida vida. Ya era Miércoles y era hora de ir al instituto. Una lagrima corrió por mi mejilla al saber que tendría que ir a ese lugar, no quería. Momento de melancolía.
Yo simplemente no quería ir a ahí, ver a todos, ver como cada persona se burlaba de mi, ver como votaban mi almuerzo y escondían mi mochila como si eso fuese un juego... No quería, juro que no quería. Miedo. Miedo tenía de ir a ese lugar.
Baje y mire a Francia de espaldas fumando un cigarrillo. —Francia no quiero ir al instituto. -Solté de una sola vez. Me ignoro. Entonces tome e florero recién puesto por ella con rosas de un intenso color rojo, lo tome firmemente, lo aleje y lo deje caer al piso, asiendo resonar ese ruido en la casa. Me miro de inmediato.
—¡Que haces! -Dijo casi en grito. La mire mal.
—Te hable... No quiero ir al instituto. -Dije seria, quería ganar.
—Ya hablamos de eso Nathalie, se que no te gusta el instituto, pero debes asistir y ser alguien en la vida. -Lo mismo de siempre, la mire mal y subí a mi cuarto por mis cosas. Metí solo lo necesario, un cuaderno, mis lapices negro y rojo, mi reproductor musical y mis audífonos y salí de casa. Apropósito, ya me había vestido. Unos simples pantalones rojos y una blusa rayada con azul, verde oscuro y gris.
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