Prólogo

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— ¿Cómo puede ser que no tengas ni la menor idea del drama que hicieron The Eagles con Hotel California? —preguntó con cierta indignación y burla. Me encogí de hombros sin darle mucha importancia tratando de parecer neutral y no demostrar completamente mi ignorancia.

—No es para tanto —mascullé mirando sus encantadores ojos azules. Me encantaban. Eran tan penetrantes y a veces tan frívolos lo cual, ayudaba a su actitud malhumorada.

— ¡Que no es para tanto! —exclamó viéndome como si fuera la cosa más extraña de la tierra.  —Por supuesto que lo es —prosiguió. — ¿Por lo menos sabes quienes son The Eagles?

—Por supuesto que lo sé —respondí.

—Y entonces, ¿por qué mierda no sabes el drama que hicieron con Hotel California?

—Pues porque sólo escucho la canción además, es la única canción que me gusta de The Eagles —le informé haciendo que rodara los ojos con molestia.

—Como sea —respondió rápidamente dándole una pequeña calada a su cigarrillo. Me aparté involuntariamente para evitar el humo que expulsaría a continuación.

—No fumes cuando yo esté presente, odio el cigarro —informé haciendo que me mirara con irritación; expulsó el humo en mi rostro por lo cual comencé a toser frenéticamente. — ¡Qué asco! —dije entre tosidos.

Luke comenzó a reír a carcajadas.

—Que infantil eres —musitó después de unos microsegundos de risa. —De hecho, ni siquiera sé por qué estoy contigo —admitió dándole pequeños golpes al cigarrillo con su dedo índice.

Auch, aquello me dolió un poco.

—Decían que esa canción fue escrita con la finalidad de alabar a satán, se supone que es una bienvenida al infierno —explicó cambiando de tema repentinamente ocultando los rastros de felicidad que tenía hace unos minutos.

No sé cómo podía ser capaz de ocultar sus emociones tan drásticamente. Para mí es sumamente difícil hacerlo.

—Me encantaría que sonara en mi funeral —prosiguió con la misma falta de expresión. —Ya que es a dónde iré a parar.

—Luke... —iba a decirle algo reconfortador pero me dio la espalda haciéndome callar.

—Todos tenemos que morir en algún momento de la vida Blake —dijo por lo bajo. Suspiró y lanzó el cigarrillo hacia el piso.

—Pero no debemos estar esperando la muerte, desperdicias tu vida —le contesté haciendo que riera por lo bajo.

Aún estaba dándome la espalda.

—No todos tenemos una vida como la tuya Blake.

—Tú no sabes nada acerca de mi vida —esta vez era yo quien se estaba molestando.

—Entonces no todos vemos la vida como tú la vez —contestó calmadamente sin limitarse a verme. Metió sus manos en los bolsillos delanteros de sus jeans negros y se dispuso a caminar.

—Such a lovely place, such a lovely face —canturreó mientras de alejaba de mí y no lo seguí.

Hotel California |l.h|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora