XII

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Empezó a gritarle a Él, pero ni se inmutaba. Es más, parecía burlarse de mí; repitiendo cada una de las palabras que yo decía al ver la escena fantasmagórica que tenía a mis pies.

Al ver su cara, mientras me miraba y ser reía de mí, no lo soporte más. Tome una piedra que había en el suelo y la lancé contra él. Un ruido de vidrios al romperse en mil pedazos fue lo que escuche luego de lanzar la piedra hacia donde él se encontraba.

El quiso hacer lo mismo, pero no logro acertarme. Sin embargo, luego de que la piedra cayera a su lado, me siguió mirando. Mientras lo veía, vi como ante su asombro su cara se fragmentaba y luego se despedazaba, cayendo en el suelo en pequeños pedazos que reflejaban la luz del techo, las paredes y mi cara.

Ahí lo supe. Había vencido. Había logrado acabar con El Otro. Lo había hecho desaparecer y ya no molestaría a nadie nunca más. Pero mientras me regocijaba en mi victoria entendía que los demás no iban a entenderlo. No sabrían que sucedió. Por eso es que escribí esto, para que los demás, las demás personas logren saber la verdad. Y puedan estar tranquilas que Él no los molestara jamás. Porque Yo, Yo había logrado hacerlo desaparecer.

autobiografía de un don nadieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora