Parte sin título 25

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«Vamos a salir de aquí» Emma agarró la mano de Regina y la empezó a conducir hacia la salida.

«No, por ahí tendremos que pasar por en medio de la fiesta. El laberinto tiene otra salida que da a la parte de atrás de la casa»

«¡Genial!» dijo Emma animada, plantándole un beso a Regina en la mejilla Pronto llegaron al cuarto de la rubia. Emma cerró la puerta tras sí y miró a Regina. «Si me dijeran que iba a pasar tanto tiempo para tenerte de nuevo para mí, no lo habría creído. Aún no puedo creer que haya sobrevivido tanto tiempo sin tocarte...» dijo acercándose a la morena y acariciando su rostro delicadamente «sin tu beso» tomó el labio superior de Regina entre los suyos, provocándola «sin sentir tu olor...» apartó el cabello de la morena y arrastró su nariz por su cuello «sin tocar tu piel...» las manos de Emma se deslizaron por las piernas de Regina, levantando un poco su vestido «Eché tanto de menos todo...» la muchacha giró a la mujer de espaldas hacia ella y rodeó su cintura con sus brazos, dejando que su mentón reposara en su hombro «Quiero mucho saciar mis ganas de ti»

«Entonces hazlo» la voz de Regina era un susurro. Cada toque de Emma le había provocado un remolino de sensaciones y emociones.

Emma comenzó a dejar besos por el cuello de Regina, sus manos se dirigieron a la cremallera que tenía en la espalda y deslizó el vestido hasta el suelo. La morena siempre había sido hermosa, pero en aquel momento, Emma podría jurar que la mujer que tenía delante era una creación exclusiva de la diosa de la belleza. No puedo evitar jadear ante la visión del cuerpo de su amada, todo en Regina era apetecible, los pechos firmes, las piernas bien torneadas y aquel trasero que enloquecía a Emma aún más.

La rubia se acercó a la morena y con gesto firme, la prensó contra la pared, domándola, besándola, tomándola para sí. Sus labios besaban a Regina como voracidad, al mismo tiempo que su pierna se deslizaba entre las de ella, rozando la intimidad de la morena. El sujetador pronto salió de su camino, y Emma tenía sus manos, en un encaje perfecto, en los pechos de la morena, ella los masajeaba y sentía como se endurecían en su mano.

Regina gimió y proyectó su pelvis contra la pierna de la rubia, restregando su sexo, ya completamente mojado, en ella.

«Emma...»

Los labios de Emma trazaron el camino desde el cuello hasta los pechos de Regina, ella se llevó uno a su boca y lo chupó con deseo, lo que hizo que la morena se retorciera entera. La rubia fue bajando hasta quedarse de rodillas, miró a Regina desde abajo.

«Pide...» ordenó

«Chúpame, mi niña. Sacia tus ganas de tenerme»

Emma adoraba escuchar cuando Regina le pedía, aún más con aquella voz ronca de quien está completamente excitada. Ella agarró los laterales de las braguitas de la morena y las bajó por sus piernas, librándose de ellas. La muchacha se inclinó y comenzó a dejarle chupetones y mordidas por la parte interior del interior del muslo de Regina, quien a esa hora ya respiraba con dificultad y apoyaba la espalda contra la pared para mantenerse de pie.

La rubia alzó la pierna de la morena, y la colocó sobre su hombro, y finalmente sus labios fueron agraciados con el sabor que tanto quería. Su boca lamió el sexo de la morena con fuerza, y alternaba introduciéndole la lengua, la combinación hizo que Regina gimiera alto y llevara las manos al cabello de la muchacha.

«Eso amor...no pares...ahh...» decía con su voz embargada por la tensión.

Emma era una diablilla cuando se trataba de chupar a otra mujer, cuando la mujer era Regina, entonces, su deseo y su ímpetu se multiplicaban. Dio una secuencia de chupadas fuertes a la morena, que la hicieron correrse deliciosamente en sus labios. Tuvo que ponerse de pie para agarrar el peso de Regina cuando el orgasmo la alcanzó fuerte y brutalmente.

Wicked GameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora