Parte sin título 2

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«Nunca he hecho esto antes» dijo Regina como una confesión «Bueno, no con una mujer...»

Emma sonrió y agarró el rostro de la morena entre sus manos

«Entonces, déjame guiarte...» susurró al oído de Regina, y comenzó a besar su cuello y desabotonar lentamente su blusa.

La morena jadeó cuando los labios de la rubia llegaron a sus pechos, el toque delicado la estimulaba más que cualquier cosa. Poco a poco, cada pieza que cubría a Regina fue al suelo, mientras las dos se dirigían a la cama.

«¡Por Dios, qué hermosa eres!» Emma no consiguió evitar exclamar cuando la morena quedó completamente desnuda «¡más de lo que imaginé!»

Regina sonrió tímidamente, no estaba en su naturaleza avergonzarse, pero la mirada cargada de deseo que Emma le daba le provocaba un sentimiento nuevo.

«No me mires así»

«No me pidas eso, porque es imposible. Al segundo que te vi, te deseé, Regina»

Regina se mordió el labio y pasó sus brazos alrededor del cuello de Emma, pegando su cuerpo al de ella.

«Nadie me ha dejado nunca así...tan...»

«¿Excitada?» se arriesgó a decir Emma. Sabía que era eso. Regina podía estar un poco nerviosa por ser su primera vez, pero el deseo de las dos era el mismo. La rubia sonrió cuando la morena no respondió, entonces se separó un poco y comenzó a quitarse sus propias ropas, siempre con la mirada fija en Regina, que acompañaba cada mínimo movimiento suyo.

Finalmente, libre de sus ropas, Emma guio a Regina hacia la cama, echando su cuerpo sobre el de ella, enlazando sus piernas a las suyas, besando sus labios con cierta desesperación, sus manos masajeando los pechos firmes y morenos.

La rubia tenía prisa, pero cada movimiento estaba cargado de cuidado y sutileza, quería que todo fuera perfecto para Regina. Las dos se echaron de lado, una frente a la otra, enamorándose con miradas y sonrisas. Emma tomó la mano de Regina y la llevó a su propia intimidad, y en seguida su otra mano fue a la de la morena, acariciando de la forma más placentera posible.

«Emma...» Regina gimió de placer y comenzó a repetir los movimientos de rubia. El cuarto fue invadido por los sonidos de las agitadas respiraciones de las dos, que jadeaban con el toque de la otra, todo era deseo, pasión y lujuria.

Los labios de ambas se encontraron ahogando los gemidos y entonces, la explosión del deseo fue inevitable, las dos gozaron casi al mismo instante. El placer las consumió, nada más existía para Regina, solo aquellos ojos verdes que la habían conducido hasta aquel momento maravilloso.

«Apuesto a que eres deliciosa...» dijo Emma sonriendo y antes de que la morena se diera cuenta, la rubia estaba entre sus piernas, lamiéndola con fuerza y deseo.

Regina se agarró a las sábanas de la cama, su pelvis se movía al ritmo de los labios de la rubia

«Ah...Emma...» sus gritos eran más un gemido ahogado. La rubia introducía la lengua en su sexo como si pudiera realmente devorarla.

Emma agarró el clítoris de Regina entre sus labios y lo succionó, el gusto de la morena no se comparaba con nada que hubiera probado antes. Aquella mujer era incomparable. La morena no resistió mucho más y alcanzó su segundo orgasmo, pero Emma no apartó los labios de ella hasta satisfacer su propio deseo.

«Emma, por favor...» Regina jadeó, ni se había recuperado del último orgasmo y ya sentía que llegaba otro. Emma se dio cuenta de eso y con algo de reluctancia apartó sus labios del sexo de la morena.

La rubia descubrió a una Regina jadeante, casi exhausta, pero si aquella iba a ser su única noche, aprovecharía cada segundo. Sin darle posibilidad a protestar, Emma puso a Regina de lado, alzando sus piernas, entonces montó sobre ella de modo que sus sexos encajaran perfectamente.

«Regina...ah....» Emma movía sus caderas, restregando su sexo contra el de la morena, dominándola, de una forma que Regina nunca antes lo había sido. Los labios de sus vaginas parecían devorarse y el placer que eso les provocaba era inexplicable.

La rubia forzaba su pelvis cada vez más fuerte, más rápido, ya había perdido el control de su cuerpo. Las dos gemían en mitad de gritos sin importarles quién pudiera escucharlas. Correrse era maravillo, pero correrse con su sexo pegado al de Regina era definitivamente la mejor cosa que Emma había hecho.

Las dos cayeron en la cama, exhaustas, completamente consumidas. Emma sonrió y atrajo a la morena hacia sus brazos, haciendo que descansara su cabeza en su pecho.

«¿Está intentando matarme, señorita Swan?»

«Sería una muerte deliciosa, ¿no crees?»

Regina sonrió. Y entonces el silencio cayó entre las dos, estaban muy cansadas y acabaron durmiendo, solo se despertaron a la mañana siguiente cuando el despertador de Regina sonó.

«Buenos días» dijo Emma con una sonrisa tonta en el rostro

«Buenos días...» murmuró Regina a su vez, le había llevado un segundo darse cuenta de lo que había sucedido la noche pasada, no había sido un sueño.

Emma se giró y miró el reloj.

«No quiero parecer de las que huyen, pero tengo que irme, tengo clase en menos de una hora»

«Yo también tengo que dar una clase»

Las dos se levantaron de la cama apuradas. Emma recogió sus ropas desperdigadas por el cuarto y se vistió rápidamente. Tenía que correr hasta su dormitorio para tomar una ducha.

«Esto fue...» comenzó a hablar Regina

«Épico...» Emma la interrumpió «Querría poder quedarme...»

«Yo también...»

«Nos veremos de nuevo, estoy segura» afirmó Emma, poniendo una sonrisa en los labios de Regina

Las dos se dieron sus números de teléfono y se despidieron con un beso cargado del deseo de quedar.

«Llámame» Y Emma se marchó


Recibir a los novatos en la primera clase de orientación no era la tarea preferida de Regina, pero es lo que le había tocado, ya que era la profesora más joven de la institución, y creían que sería más fácil para ella. El grupo era mayor de lo que esperaba, el aula estaba abarrotada. Se presentó y explicó las premisas del curso, presento el programa y las materias optativas que estaban a disposición. También dijo que siempre escogía un asistente de entre los alumnos novatos. Eso dejó al grupo contento.

«Ok, ahora vamos a ver si todos están aquí hoy y después ya se pueden ir. En cuanto diga sus nombres, vienen a mi mesa y cogen una guía del estudiante que está aquí, y pueden salir. ¿De acuerdo?»

«¡De acuerdo!»

Regina estaba pronunciando los nombres calmadamente cuando su corazón disparó. Emma Swan era el próximo nombre de la lista. "No, no puede ser...tiene que ser una extraña coincidencia", intentó calmarse. Sus ojos barrieron el aula y al fondo pudo ver a la muchacha, sus largos rizos dorados cubriendo parcialmente su rostro.

«Emma Swan» dijo disfrazando completamente el temblor de su voz

Emma se levantó de su silla, se puso la mochila a la espalda y caminó hasta la mesa de la profesora. Regina le lanzaba una mirada fría y cargada de rabia. Ninguna palabra fue proferida. Emma cogió la guía que estaba sobre la mesa y le lanzó una cínica sonrisa a Regina. La morena tuvo que controlarse para no darle una bofetada allí mismo. "¡Mierda, Regina! ¡Estás jodida!" Su subconsciente solo conseguía repetir eso. Su cabeza estaba dando vueltas, ¿Emma era su alumna? ¿Cómo podía haber sucedido? ¿Cómo había podido ser tan idiota y haberse dejado engañar por una muchacha? No tenía respuesta para nada de eso, solo sabía una cosa, que nunca más tocaría a Emma Swan. 

Wicked GameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora