LVIII

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El último día en el puerto fue el más difícil, el más largo, el más reconfortante, aunque igual, el más triste. Como siempre, empezamos con una ducha juntas, donde reíamos pero también nos besábamos y nos mirábamos fascinadas.

- Espero que tus padres estén de acuerdo en que pases algún tiempo conmigo, ya sabes, en las vacaciones puedo mostrarte algunos lugares que me parecen fascinantes. - dijo mientras nos salíamos de la ducha y nos enredábamos en las toallas de algodón blancas que nos dejaban las chicas que limpiaban la cabaña.

Asentí con dolor. Hice un gesto de disgusto y me salí del baño para tomar la última muda de ropa y metérmela por los pies y por la cabeza.

- ¿Pasa algo, preciosa? - preguntó la voz de Lauren detrás de mí.

- No. - dije casi inmediatamente. - Es que no puedo creer que la semana se haya pasado tan rápido. Quiero más de esto.

- Lo tendrás. - dijo mientras se pegaba a mi cuerpo por la parte de atrás y su mano se entrelazaba con la mía en esa posición.

Subió su mano libre y me tomó del mentón para después acariciarlo con sus labios. Bajó por mi cuello para después darme la vuelta con su mano y acariciarme el vientre desde la orilla de mis bragas hasta la parte alta de mi abdomen. Me acarició las caderas y después sobó mi espalda baja para dejar una de sus manos en mi trasero. Gocé tanto como pude.

- El desayuno puede esperar, si así lo quieres. - susurró.

- Aún estoy en mi periodo. - mentí.

Lauren se separó de mí y me miró de arriba abajo, admirando la casi desnudez que presenciaba ante sus ojos.

- Señorita Cabello, debería ser un pecado que ande con prendas tan provocativas. - canturreó. - Si pudiera, te lo haría aquí mismo.

Mordí mi labio y la acerqué a mí por medio de su nuca. La besé con deseo sin detenerme en ningún momento. Lauren mordió mi labio y sentí como su respiración iba en aumento. Me empezó a encaminar lentamente hacía un sillón que estaba justo detrás de ella. Lauren se sentó en el sin dejar de besarme e hizo que me sentara encima de sus piernas a horcajadas.

Sentí su preciosa longitud chocar contra mi feminidad y su cuerpo deseado por más. Empecé a moverme sensualmente encima de ella sin parar de besarla hasta que sus manos llegaron a mis senos y empezó a sobarlos bruscamente encima de mi sostén. Se sentía tan bien que no quería que se detuviera. Ella siguió sobando mis senos y besándome. Bajó su boca hasta mi cuello y empezó a besarlo y succionarlo de una manera descomunal. Tomé una bocanada de aire y comencé a gemir levemente.

- Desnúdate. - ordenó la voz rasposa y acelerada de Lauren.

- No puedo. - dije pegada a su boca.

- Camila...

- No puedo. - repetí algo enojada.

- ¿Pero por qué no? - exclamó Lauren algo enfadada.

- Te dije que estoy en mi periodo.

- ¿Qué tiene eso de importante?

- Lauren, no seas nefasta. - dije mientras me levantaba de sus piernas y me alejaba unos metros lejos de ella.

Sentí sus pasos venir a mí mientras le daba la espalda.

- Me has dejado caliente toda la semana, Camila.

- Entonces contrólate, ¿quieres? - puse los ojos en blanco y me encaminé al ropero.

Junté una blusa de tirantes con un escote algo atrevido y unos jeans ajustados al igual que una jersey color azul.

sex instructor; camren g!p.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora