La limpieza ha terminado.

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Todos limpiaban aquella cabaña polvorienta, la cual, parecía muy pequeña desde afuera, pero a decir verdad, era demasiado grande.

Llegaba el atardecer y todos ya estaban por terminar sus tareas de limpieza, con un poco de hambre y con ganas de jugar o de contar historias de terror.

— ¡Al fin!, ¡Al fin hemos acabado! —dice Christian tirándose al suelo dramáticamente, como si fuese el fin del mundo.

— Vamos Christian, no fue tan malo. —dijo Laura recargándose en una pared de la casa.

— ¿Y que creen?. —dice Helena con una sonrisa enorme y reluciente, dejando a la vista su blanca dentadura parecida al color de la nieve.

— ¡Noche de fogata! —dice Donovan con una sonrisa algo tímida.

— ¡Exacto! —dice Jeff con una sonrisa y dándole un beso en la frente a Donovan.

— ¡Al fin! ¡Ya lo necesitaba!. —agregó Christian riendo haciendo un baile extraño.

— ¡Un gusanito! —dijo Donovan con una sonrisa y dando aplausos con sus suaves y pequeñas manos.

Todos soltaron una carcajada, en realidad, el extraño baile de Christian lo hacia parecer como un gusano.

— Amor, ¿Pordrías llevar a los niños afuera?, debo de ir por algunas cosas para acampar como si no estuviese la cabaña. —dijo Jefferson tomando de las mejillas a su esposa Helena para así convencerla.

— Por supuesto, amor. —dice su madre dándole un pequeño beso en sus gruesos labios y llevándose a los pequeños afuera.

Helena cargó en sus brazos al pequeño Donovan, mientras que Christian llevó a Laura de forma "amable" (la cargó a la fuerza) hasta afuera.

— En un momento viene su padre con las tiendas, los malvaviscos y un poco de leña para prender el fuego... ¿Está bien? —dice su madre.

— Está bien mamá, pero, ¿puedo pasear al pequeño Donovan? ¡Nunca puedo pasearlo! Al menos unos metros. —dice Christian dándole un abrazo a su hermano y sonriendole a su madre.

— Está bien hijo, pero sólo unos metros, y si pasa algo, grita. —dice su madre dándole un gas pimienta.— Toma, esto es por si acaso.

— Mamá, ¿de dónde lo sacaste?. —dice tomando el gas y riéndose de su madre.

— Hijo, no sabemos si la leyenda es real, debes de protegerte a ti y Dovy.

— ¿Puedo ir con ustedes?. —dijo Laura agregándose a la conversación. — ¡Por favor!.

— No hija, tu eres demasiado distraída, además, a tu hermano le gusta pasar tiempo con su hermano que es hombre, ya te tocará a ti salir a pasear con él. —dice Helena acariciando el cabello de Laura. Laura sólo asintió.

El Gato Negro (Le chat noir) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora