El mapa de la historia

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Grace estaba en un lugar oscuro. Parecía una amplia habitación. El techo era blanco y rozaba su cabello. Observó la zona unos instantes y después, echó a andar. Era una tontería quedarse allí, sin hacer nada.

Caminaba y caminaba, pero no había nada que le llamase la atención.

Después de haber caminado lo que a ella le habían parecido diez minutos, Grace se fijó en que había dibujos y letras en el suelo.

Primero, vio un dibujo donde había muchos puntos de luz verde intenso en un fondo marrón muy oscuro. En una esquina inferior ponía: UNIVERSO LUONNOLLINEN (numero 144). Abajo había una breve poesía:

Amante de todo ser vivo

Pensaba que todo era relativo

Caminaba por un andén

Y encontró a Luonnollinen

Al lado había un dibujo lleno de luces rosa pastel en un fondo violeta sombrío. En la misma esquina que en el dibujo anterior ponía: UNIVERSO PURUKUMÍ (numero 145). Abajo también había una poesía:

Buena persona, aunque artificial

Pensaba que todo era especial

Encontró un maniquí

Que le ayudó a descubrir Purukumí

La muchacha no les encontraba el sentido a aquellos textos. Había muchos más dibujos y poesías como esos. Ocupaban todo el suelo. Desde donde estaba Grace, hasta donde su vista alcanzaba a ver y más allá.

De repente, Grace se fijó en unos de los dibujos. Estaba lleno de manchas de luz cálidas en un fondo de color negro azulado. En la esquina ponía: UNIVERSO KAASÚ (numero 151) Abajo, en el texto ponía:

Avaricioso como el que más

Se hico rico vendiendo un mal gas

Estaba destruyendo un iglú

Y sin querer encontró Kaasú

'Esto me suena... ¡parece mi universo!' Pensó Grace. En ciencias naturales habían visto fotografías de todo el universo, para aprenderse todas las estrellas posibles. Y la foto era muy parecida.

Se quedó un momento reflexionando, tenía muchas preguntas, y nadie que pudiese responderlas: ¿Dónde estoy? ¿Por qué me encuentro en este lugar tan extraño? ¿Hay alguna razón? ¿Alguien me ha traído aquí? ¿Quién? Todas esas dudas estallaban en el cerebro de Grace, pero estaba sola y eso significaba que solo ella podía responderse a si misma. Y para ello, tenía que explorar el lugar, encontrar respuestas.

Siguió su camino. Veía una tenue luz a unos metros. Un rato después descubrió que la luz no era tenue, sino que estaba muy lejos.

Cuando consiguió llegar al punto de donde venía la luz, averiguó lo que generaba tanto resplandor. Era una esfera creada a partir de un material que Grace nunca había leído en sus libros de química. Parecía una especie de bola de nieve. Olía a quemado. Alargo un brazo y la cogió. No estaba ni caliente, ni fría, tenía una temperatura extraña pero placiente. Eso significaba que no era nieve. El tacto era suave y agradable. A Grace le entró curiosidad por saber que era y de donde venía. ¿O quizás era ella la que había llegado a otro mundo? Pero, entonces ¿Quién la había llevado hasta allí?

En cuanto la tuvo en las dos manos la luz que desprendía la esfera se atenuó y un nuevo punto de luz se creó en el suelo de la habitación. Grace fue a ver qué era lo que causaba tanta claridad.

Había un nuevo dibujo. Pero no tenía nombre. No había nada escrito en ninguna de las esquinas. Tampoco abajo.

Grace escucho una voz. La voz era dulce. Y no sabía si era una voz femenina o masculina. 'Dale un nombre, dale un nombre, un nombre...' No tenía muy claro si hacer caso a esa voz. No sabía de donde venía. 'Venga Grace ¿a qué esperas? Dale un nombre al nuevo universo.'

- ¿Qué nuevo universo? ¿Quién eres? ¿Sabes que hago aquí?

-Te responderé, pero dale un nombre al universo.

Grace no tuvo que pensar demasiado. Ya sabía cuál era el nombre perfecto. Era como si ya se lo hubiera pensado. Grace dijo en voz alta: UNIVERSO KIRKKAUSAR.

En el dibujo ya estaba escrito: UNIVERSO KIRKKAUSAR (numero 152) Abajo ponía:

Fuerte y valiente

No es una persona corriente

Una aventura iba a empezar

Y se topó con Kirkkausar

Sin saber bien porque, a Grace se le dibujó una sonrisa en la cara. Quizás le hacía ilusión que una poesía hablara de ella, aunque fuese solo en un sueño.

- ¡Ya le he dado un nombre! Ahora, responde a mis preguntas.

-Es muy tarde, esta noche nos veremos por fin. No te impacientes, todo llega. A partir de ahora, llevarás el obsequio de los Luoja. Para que cuando nos conozcamos, sepa que eres tú.

Un destello cegó a Grace unos instantes. Cuando recuperó la visión, tenía una mesita delante de ella. Encima había una cadenita de plata. De ella colgaba un pequeño sol de oro. Grace lo cogió y se lo puso el cuello. Justo en ese momento se despertó.

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