Capítulo 5: Preparativos

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A regañadientes bajó cuando escuchó a su padre gritarle por las escaleras que fuera a unirse a la diversión.

No sabía qué concepto de diversión tendría él, porque para Andrew, era divertido quedarse leyendo en su habitación y no horneando pastelitos con su hermana.

—Ayuda a tu madre con el puré de papas—le dijo al verlo.

Andrew fue.

—Que bueno que vienes—dijo su madre con alegría. Su cabello estaba sujeto en una coleta alta con mechones rebeldes sobre su rostro—.Haz puré esas papas por mí, ¿quieres? Tengo que lavar a ese mantel tan bonito que compramos cuando fuimos a Francia.

—Nunca hemos ido a Francia—exclamó Ariadna con reclamo.

—Yo sí—contestó la mujer—.Antes de tener hijos que molestara todo el tiempo.

No le causó gracia. A él también le hubiera gustado ir a París.

—Por cierto, Andy—levantó la mirada—.Creo que podrías mantener entretenida a Javiva un rato, ¿no te parece?

—¿Por qué yo?

—Porque tienes su edad. Van a la escuela juntos.

—No hablamos—dijo sin darle mucha importancia.

Su padre intervino en ese momento.

—Pero podrían empezar.

Cuando dejó de verlo, rodó los ojos. Todo eso deberían ser ideas suyas.

Bueno, pues si lo eran, iba a hacer lo posible por no prestarle atención a esa chca vendida. Ninguno de sus planes ridículos iba a funcionar con él. Estaba decidido a hacerlo.

Se puso a preparar el puré, pensando en las cientos de cosas más interesantes que podría estar haciendo en vez de eso; preparar comida para completos extraños...

A lo largo del verano, apenas si había hablado con alguno de los adultos de esa casa. Sus padres sí lo hacían, y aunque Ariadna se esforzaba, siempre se terminaba aburriendo porque conversaban de temas que no podría entender a tan corta edad. Andrew puede que, si lo intentara, lo hiciera. Puede que entendiera sus temas.

La única razón por la que se iba a quedar ahí hasta las ocho de la noche (hora estimada a la que se irían) era por el pastel que se estaba horneando y que sería el postre que cerraría la cena.

Llegaron a las tres de la tarde. La mujer pelirroja llevaba una charola de gelatina. Pensaba que su cabello contrastaba muchísimo con el de los otros miembros de su familia: el hombre era de cabello negro rizado, al igual que la hija mayor. Javiva tenía el cabello lacio, castaño y era algo menuda. Hacían una curiosa combinación. Solo los distinguía como familia porque todos tenían los ojos cafés.

Su madre fue la que abrió la puerta. Los invitó a pasar al comedor, que había sido elegantemente decorado. Los platos estaban acomodados como si fuera un restaurante y todo. Le pareció exagerado, pero no mencionó nada.

Javiva fue la primera en entrar. Vestía un vestido verde claro y lo saludó amablemente. Andrew apenas le devolvió el saludo. Sentía como si la sonrisa que tenía en rostro fuera falsa y ensayada. Lo hizo sentirse peor.

Hablando de esta, estuvo bastante bien. El puré de papas le quedó bien. Había sopa de zanahoria, que por alguna razón, a todos menos a él les gustó. Compartieron comentarios sobre recetas, sus familias y sus vidas antes de llegar a ese barrio. Ariadna intentaba entablar conversación con Javiva, pero ella no parecía demasiado interesada. Estaba más enfocada en hablar con Andrew.

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