Capítulo 1: La casa de enfrente

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5 de agosto de 1978

Euskadi, Bilbao

La pequeña Ariadna, dejando su platón de cereales sobre la mesa, corrió hacia la ventana apenas escuchó el pitido del camión de mudanzas. Andrew no tardó en seguir a su hermana. Ella se pegó a la ventana, y él solo se quedó mirando desde el borde.

Una mujer pelirroja, con ojos castaños y una mueca de cansancio, salió del coche seguida de una niña y una adolescente morenas. Las dos tenían mochilas colgando de sus fuertes hombros, y miraban la casa con sonrisas congeladas. La primera en reaccionar fue la adolescente; le preguntó algo a su padre, quien estaba bajando una caja del carro, mientras que cuatro hombres sacaban muebles del camión. El padre dijo algo que Andrew no alcanzó a oír (Era obvio que no lo haría. Estaba viéndolo desde una ventana al otro lado de la calle.)

Era una casa sin nada distintivo: paredes azul cielo y un jardín casi muerto. Sorprendentemente se había logrado vender.

—Me habían dicho que iban a vender esa casa—comentó su padre atrás de él. A saber a qué hora se había levantado de la mesa para ver a la nueva familia—.Ya era hora.

Su madre compartía la misma opinión. Ella se quedó sentada embarrando mantequilla en su barra de pan y tomando una humeante taza de café con pajilla.

—Sí, finalmente hay vecinos en esta calle tan solitaria—suspiró.

—Tenemos muchos vecinos—dijo Andrew para debatirla—.Mira, ahí va el tipo del perro.

—¿Pero conoces su nombre?—preguntó su padre levantando una ceja rubia.

—Se llama Bernat—dijo Ariadna alegremente—.Y su puddle se llama Jojo.

El hombre negó con la cabeza mientras sonreía.

—No me ayudas a probar mi punto—Ariadna se rió, muy orgullosa de no hacerlo—.Tengo una idea. Hay que ir a saludarlos.

Andrew se quedó paralizado. Su hermanita brincó de la emoción.

—¡Oh, sí, papá!—gritó abrazándolo—.Quiero conocerlos.

Yo paso. No me gusta la idea de acercarme a desconocidos, gracias.

Mamá se veía tan dudosa como su hijo mayor. Pero al ver a su esposo y a Ariadna tan emocionados de socializar con personas nuevas, no pudo evitar ceder al final.

—En la tarde. Y de paso preguntamos si inscribirán a sus hijas a la primeria de al final de la calle—dice, fingiendo emoción—.Quizás la menor podría ir a tu salón, Andy.

Se encogió de hombros.

No le gustaba hablar con desconocidos. Era imposible que él fuera el que comenzara las conversaciones. Quizás por eso no tenía muchas personas que podría considerar amigos.

Andrew pensaba que eso de ser tímido y asocial era algo genial, una habilidad que pocos humanos en la faz de la Tierra tenían. Eso lo mantendría alejado de las burlas y de las palabras tóxicas, aunque papá decía que era un problema grave.

The human being cannot live too much without another human being—era su frase favorita.

Nunca le prestaba atención a su consejo. Él la tenia fácil: era mucho más carismático y elocuente. ¿Quién no quisiera hablar con pedazo de inglés? Seguramente en Inglaterra era muy deseado por las damas. Pero él escogió a la callada y torpe española. ¿Era muy tonto o estaba muy enamorado?

Ariadna parecía emocionada.

—Oh, mami, ¿crees que podamos ser amigas?—preguntó con ilusión.

Mamá le acarició el cabello.

—Claro que sí.

—Podría llevarme mis muñecas.

—No empieces tan fuerte—dijo su padre volviendo a su lugar.

—Ahora, come tu cereal si no quieres ir al rincón—sentenció la mujer.

Ariadna no dijo nada más y corrió hacia la silla, empezando a devorar salvajemente las bolitas de galleta que era el cereal. Andrew decidió seguirla, porque parecía que no había nada más interesante que contar sobre la nueva familia. Luego, sus padres comenzaron a decir algo sobre economía.

N/A: Hola! Espero que el primer capitulo les haya gustado. Creo que jamás creí que subiría una novela larga a Wattpad, pero...aquí estoy. Esperen una pronta actualización.


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