Capítulo 10: Eso es lo que hacen los amigos

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 Esa mañana, Javiva corrió hacia Andrew apenas lo vio entrar a la escuela. Ya tenía todo pensado: Primero, iba a devolverle la pelota. Luego, sugeriría que comieran juntos. Teresa los podría acompañar. Le diría que se sentaran juntos en clase. Y al final, podrían volver a ir al parque. Esta vez, jugarían solo a lo que Andrew quisiera. Estaba más que dispuesta a conservar su amistad.

O iniciarla.

Pero él iba de un humor de perros. Lo sentía aún a dos metros de distancia. Le extendió la pelota tímidamente, y se la arrebató de las manos. Ella se quedó perpleja. ¿Qué había hecho para que la tratara así?

—Ya no quiero que me hables—dijo señalándola.

—¿Qué?—no estaba entendiendo absolutamente nada.

—Sé que solo lo haces porque me tienes pena y porque mi mamá te dijo—exclamó, cada vez más furioso y enterrando más el dedo que tenía sobre su pecho—.¿Pero sabes qué, Javiva Dahul? No necesito amigos, no necesito tu pena, ni necesito tu ayuda. Y sobre todo, no te necesito a ti.

Sintió como el patio entero se quedó en silencio para sus oídos. Aunque las risas seguían ahí y los aspectos no cambiaron, a la vista de Javiva todo se volvió más oscuro y gris.

¿Por qué Andrew pensaba esas cosas? ¿Enserio creía que estaba siguiendo las instrucciones de la señora Garrido? ¿Cómo por qué ella lo haría si apenas la conocía? Sí, al inicio fue movida por las instrucciones de su madre, pero esa tarde en el parque, se había convencido de que podría haber logrado algo con él.

En lugar de llorar, sus puños se apretaron y el cuerpo se tensó.

—¡Vete!—gritó Andrew empujándola. Apenas la movió—¡Largo, largo!

Pero Javiva no movió ni un músculo. Tenía la furia pasándole por la garganta hasta que finalmente encontró una forma de salir en la lengua.

Andrew ya llevaba dos pasos alejándose cuando ella lo tomó del brazo y lo obligó a mirarla a los ojos. Pareció sorprendido y comenzó a forcejear, pero Javiva fue severa y apretó más.

—¡Pues yo tampoco necesito tu amistad!—gritó, sin importarle que toda la escuela escuchara—¡Es más, ni la quiero! ¡Quédate solo, solo, solo como perro! ¡De todas formas, me tenías hasta aquí con tus tonterías! ¡Tampoco te necesito, Andrew Garrido!

Lo empujó aún más fuerte que él a ella y corrió hacia los baños, recibiendo algunas miradas de las chicas a su alrededor. No le importó. Se sentía liberada al haberle gritado así. Jamás lo había hecho.

Javiva solía quedarse callada siempre. Ni siquiera cuando sus padres le dijeron lo de la mudanza se permitió cambiar eso. Ella asentía y obedecía, quejándose en silencio. Pero esa mañana había sido diferente. No creía que gritar se podría sentir tan bien....

Estuvo llorando en el baño hasta que Teresa llegó para abrazarla y consolarla.

—Eso es lo que hacen las amigas—contestó cuando le preguntó porqué hacía eso.

—Sí... eso hacen—murmuró.

Ahí comprendió que Andrew no era su amigo. Nunca lo había sido.

***

El día siguiente era sábado. Javiva invitó a Teresa a ir a su casa. La niña le pasó su número de teléfono y luego de que sus madres se pusieran de acuerdo, Teresa llegó a las doce del mediodía con una pequeña mochila donde llevaba muñeca y accesorios para estas.

Javiva tenía la vieja casa de muñecas de Penélope. Era algo patético porque las muñecas Barbie no cabían dentro de las habitaciones de la casita.

—Lo siento... es que a mi hermana jamás le compraron una casa para Barbies—murmuró Javiva.

—No te preocupes, Javi. Podemos hacer nuestra propia casita—la tranquilizó Teresa—.Mira, hasta traigo camas y comida.

Sintió una punzada de envidia en el pecho cuando vio todos los objetos en miniatura que las muñecas tenían para ellas. Hasta parecía que disfrutaban más de la vida que Javiva. Ella jamás hubiera podido soñar con una habitación para ella sola, mucho menos con ocho hermanas. Tontas Barbies suertudas.

Hablando de hermanas, Penélope parecía más malhumorada que de costumbre. Entraba al cuarto sin avisar y a veces llegó a pisar a Javiva con sus converse rojos. Ni siquiera pedía disculpas.

Esa vez, mientras Sweetie y Flower (la Barbie de cabello corto y la del largo) se estaban preparando para ir al baile de graduación, Penélope se sentó en su cama y comenzó a escribir presurosamente en un cuaderno de tapas ropas de piel. Siempre lo tenía escondido en la funda de su almohada. Ahora que lo pensaba, Javiva jamás se lo había visto en Barcelona. ¿De dónde lo habría sacado?

—¿Por qué tu hermana es tan patana?—preguntó Teresa sin importarle que siguiera en la habitación.

—Esa palabra ni siquiera debe de existir—dijo Penélope enfadada.

—Es que ella jamás ha podido traer amigos en la casa—contestó Javiva encogiéndose de hombros.

El cuaderno fue cerrado violentamente y metido en su escondite habitual con la misma intensidad. Bajó de la cama en un brinco, y por poco pisa el perfecto comedor que habían tardado varios minutos en acomodar.

—Para tu información, Javiva—exclamó Penélope—,voy a ir a la casa de alguien.

—¿Ah sí?—preguntó Teresa sin creerle.

—Sí—la niña de cabeza pelirroja asintió apretando los labios y diciendo: "Ajá"—.Se llama Rakel—siguió diciendo—,aunque prefiere que le digan Robyn. Le caigo bien—ahora ambas niñas dijeron "Ajá"—.No me crean si no quieren—gruñó tomando su mochila del suelo. Llevaba una falda hasta un poco más arriba de los tobillos y una blusa rosa pastel, con todo el cabello rizado sujeto en una floja coleta. ¿Lo que tenía en los labios era brillo?

¿De dónde había sacado brillo? ¿Por qué a su hermana si la dejaban tener maquillaje y a ella no?

—Que pesada es—dijo Teresa—.Sin ofender. Tú me agradas muchísimo.

Javiva sonrió. A ella también le agradaba Teresa.

Por poco la hace olvidarse de Andrew.

Problems everywhere (?


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⏰ Última actualización: Mar 20, 2017 ⏰

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