Ocho años después de Princesa Mecánica
1886
Jem Carstairs
Cuando tuvo que partir a la Ciudad Silenciosa James Carstairs se preguntó si olvidaría al Instituto de Londres, aquellos momentos en los que se lo llevaban hacia la Ciudad de Hueso, moribundo y tan débil que apenas podía mantener los ojos abiertos—lo cual fue una pena porque no tardó en observar a una destrozada Charlotte llorando como nunca le había visto hacer antes, aferrándose a Henry con un brazo y con el otro rodeando su vientre—. Se preguntó si al final de todo jamás volvería a aquel lugar que fue testigo de sus tristezas, sus esperanzas, sus amores, y cada parte significativa de él. Se preguntó si siquiera lo volvería a ver.
No pensó en sus más alocados sueños que lo visitaría cada dos semanas en teoría. Al parecer tener como mejor amigo y ex parabatai a Will Herondale, cabeza del Instituto de Londres, tenía sus ventajas.
¿Y tienes que ir a ver a William Herondale porque tiene cuarenta de fiebre, Zachariah?
¿Es necesario que vayas porque a Cecily Herondale se le dobló el tobillo?
¿Qué tienes que ir por qué William Herondale le rompió una pierna a Gabriel Lightwood? ¿Estás plenamente seguro que solo fue un accidente?
Las preguntas que los otros Hermanos le formulaban cada vez que visitaba el Instituto eran muy recelosas, si tan solo el recelo puede ser palpable en la mente. Le habían advertido que era Zachariah y no Jem o James Carstairs, y que esos pequeños atisbos que aún daba a su antigua vida podían ser perjudiciales a largo plazo.
Acuérdate que no estarán allí para siempre, Zachariah. Ellos son mortales. Tú dejaste se serlo hace ya un tiempo.
Lo sabía y lo había aceptado. Los días interminables en la Ciudad Silenciosa le habían mostrado que el paso del tiempo era diferente en aquel lugar. Podía visitar regularmente al Instituto pero al final siempre terminaba sorprendiéndole el cambio del mundo a su alrededor. El simple hecho de notar que Will ya era todo un hombre y no un chiquillo con actitudes suicidas de diecisiete años. Verlo cambiar y crecer de manera constante y equilibrada lo llenaba de orgullo pero también de miedo por lo que pasaría en unas décadas. Y como él sería testigo de todo.
Jem trataba de no pensar en su antigua vida mientras estaba en la Ciudad Silenciosa; lo había aceptado, claro, pero era mejor no darle muchas vueltas al asunto. En sus primeros días en la Ciudad de Hueso no podía controlar sus propios pensamiento y todo lo que pensaba era Tessa, Will, Charlotte, Henry y todos los que se encontraban tan cerca pero al mismo tiempo tan lejos. Y eso le costaba varias llamadas de atención de parte de los Hermanos Silenciosos. A decir verdad no existían los secretos en su nuevo hogar, la telepatía que todos compartían lo hacía casi imposible.
Ellos ya son parte del pasado, Zachariah. No tiene caso que sigas teniendo esos pensamientos. Es más, ni siquiera tiene sentido que vayas al Instituto con tanta frecuencia. Lo único que haces es hacer más honda la herida.
Lo prefiero. Al menos esa herida será un recordatorio de todo lo que viví y no me permitirá olvidar. Y lo prefiero mil veces, Enoch.
El Hermano Enoch había estado para Zachariah aquellos primeros días, y aún entonces habiendo pasado ya tantos años. Se comportaba como una especie de tutor o mentor, como si tuviera una responsabilidad con él, y es que en realidad él había sido quien había hecho el ritual que ahora lo mantenía parado en ambos pies.
Todos en la Ciudad Silenciosa guardaban algún secreto o una historia digna de ser relatada, no por algo habían elegido vivir eternamente en la oscuridad y en el más profundo silencio. Y Jem conocía ya cada historia, solo bastaba un rápido atisbo a la mente de alguien para unir las piezas. Al menos él tenía a personas que lo anclaran al mundo real, al menos él corría suerte. Muchos no contaban con eso.
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Tras las Cartas y más Relatos de Sombras |Cazadores de Sombras: Los Orígenes|
FanfictionWilliam Herondale rescató a Tessa Gray y se encuentra totalmente fascinado por ella. Todos sabemos como Tessa se enamora de Will pero, ¿sabemos como Will se enamora de Tessa? Recordemos que, de por medio, existían unas cartas. Unas cartas, un collar...