Capítulo 3.

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¿Cómo es que se acordaba de mi y no me dijo nada? Al menos me hubiese dicho cuando estábamos solos en el auto. Ahora me moría de vergüenza.

- ¿Qué dijiste? - volví a entrar al auto para hablar con él. Me temblaba todo.
- Que me acuerdo de Halloween, pero no sabía cómo decirte. - murmuró desviando a la mirada.
- ¿Y por qué carajo no dijiste nada? Y yo que me sentía como una tarada creyendo que había sido tan insignificante para vos que ni siquiera te acordabas.
- Ah, porque es re fácil decirle a una mina: "¿te acordás cuando estuvimos en una fiesta de halloween súper borrachos? Ah, por cierto me llamo Pedro." - dijo un poco enojado. - Digamos que esa noche nos dejamos llevar y nunca creí que nos íbamos a volver a ver. Yo ni siquiera vivía acá, Paula. Había venido a visitar a Gonzalo y caímos en esa fiesta. Me mudé hace dos semanas a Capital porque retomé la carrera y me acordé de vos, pero no tenía como contactarte. Ni siquiera sabía tu nombre.

Quedé atónita. No sabía cómo reaccionar: si sentirme una estúpida por atacarlo, o por creerme la promesa que me había hecho esa noche de que nos íbamos a volver a ver. Acababa de confesar que no había forma de que nos encontrarámos si quisiéramos.

- Eh... Bueno... - balbuceé.
- No tenés que decir nada. En serio.
- ¿Podemos volver a empezar? - Dije algo tímida. No podía dejar que todo terminase así. Tenía enfrente a la persona que me había hecho sentir llena después de tanto dolor y no quería dejarlo ir. - Soy Paula, pirata solo en Halloween.
- Pedro. - rió. - Pirata no solo en Halloween.
- Ah, buena señal me das, eh.
- Ehm... Creo que ya te dije todo lo que tenía para decirte. Queda en vos si querés que nos volvamos a ver alguna vez.

No me daba nada de seguridad su actitud: acababa de admitir que es un pirata. Pero me hacía sentir de una manera que no podía obviar.

- Dame tu celular. - dije y extendí mi mano. Lo desbloqueó y me lo dio. Guardé mi número y se lo devolví. - Podés hablarme cuando quieras. Pero no le cuentes ni a Gonzalo lo de Halloween.
- Está bien. ¿Te puedo volver a ver entonces?
- ¿Para qué crees que te di mi número de teléfono?

Solo se dedicó a sonreír. Lo observé por un segundo y me di cuenta de la hermosa sonrisa que tenía, y de lo simpático que podía ser cuando dejaba su timidez a un lado. Me bajé del auto saludándolo con un beso en la mejilla y subí a mi apartamento.

¿Qué acababa de pasar? Pasé de encontrar a mi pirata, el chico con el que había soñado los últimos meses a odiarlo, y después a darle la oportunidad de volverlo a ver en menos de 3 horas. Era bastante para procesar, así que decidí que mi gran compañera, Gossip Girl, me despejara la cabeza. Saqué un poco de helado que tenía en mi heladera y me concentré en los problemas del Upper East Side para dejar a un lado los míos.
Luego de un rato sonó mi celular. Pensé que podía ser Sofi, por lo que lo agarré enseguida, pero, para mi sorpresa, era un número desconocido.

+ Me encantó volverte a ver, pirata. Sos muy linda.
- A mi también.
+ ¿Crees que mañana podemos salir a tomar algo? Solos.
- Calma, tigre. Salgamos el sábado mejor.
+ Como vos quieras. El sábado te paso a buscar a las 9. Que duermas bien.

Dejé el celular y el recipiente de helado (vacío) en la mesa de luz para luego apagar la laptop; mis ojos se cerraban del cansancio. Y así, sin más, un sueño de piratas y amores eternos comenzaba a proyectarse como una película en mi cabeza.

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Miedo a perderte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora