Capítulo 14.

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[Paula]

Un problema menos: Julieta. Me enojaba que existiese alguien en el mundo como para querer lastimar a Pedro, era una persona tan buena...
Esta semana habíamos hecho la mudanza por lo que oficialmente vivíamos juntos. Por suerte mi panza aún no se notaba, por lo que me permitía seguir trabajando al menos un poco más, y era lo que me mantenía ocupada. Todo concurría muy normal pero había algo que no me dejaba disfrutar del todo lo que me estaba pasando: mi papá. Era el hombre más guardabosques del universo, y era imposible que se lo tomará bien. Ya había hablado con mi hermana, Delfina, sobre mi embarazo y me había dicho que le había tirado alguna pista a papá, pero que lo enojaba solo la idea de que su hijita esté embarazada.

Estábamos almorzando con Pedro pero yo ya no podía más con mi secreto. Tenía que decírselo a mi papá. No es para nada lindo esconderle una hermosa noticia a tu propio padre, realmente.

- Pedro necesito que me ayudes, papá tiene que saber.
- Obvio que si Pau. ¿Por qué no lo llamas hoy a la noche?
- ¿Y si se enoja?
- No puede estar enojado con su hija por siempre.

Le escribí un mensaje de texto. "Hola, pá. Hoy podes llamarme a la noche? Quiero hablar con vos. Un beso, Pau." Me temblaban las manos, la sola idea de que mi padre no aceptara esto me atemorizaba.

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La noche llegó y mi papá llamó. 20:35, como habíamos acordado. Sonó el teléfono y nos sentamos con Pepe en la cama, contesté y lo puse en altavoz.

- Hola, papi.
- Hola hija, ¿como estas? Hace mucho que no me llamabas...
- Sí, he estado hablando con Delfi mucho. Yo bien, ¿ustedes? ¿Qué tal Montevideo?
- Divino como siempre.
- Pa... hay algo que te tengo que decir.
- ¿Qué pasa Paula? No me asustes.
- Estoy embarazada.

Juro que sentí que mi padre se había quedado sin respiración. Pero duró solo un segundo, porque al siguiente ya estaba gritando.

- ¡¿Vos sos estúpida?! 23 años tenés Paula. VEINTITRÉS. No terminaste de estudiar por estar jugando a la modelo y encima quedaste embarazada? Ya sabía que tenías que venirte conmigo a Montevideo.

Lágrimas caían por mis mejillas y Pedro solo me abrazó en silencio.

- ¿Sabés qué, pa? Estoy harta de que me trates así. Porque yo no me recibí aún no por pelotudeces como vos decís, sino por cuidar a mi madre, A TU MUJER. No se si te acordás que a vos te importó poco lo que nos pasaba a mi y a Delfina cuando mamá murió. Y no voy a dejar que me sigas haciendo sentir culpable de todo. Yo voy a tener a este hijo, con o sin tu ayuda. Tengo un novio hermoso que me cuida y vamos a poder armar una familia llena de amor. Lo único que espero es que puedas entender que en vez de atacar a todos sos mejor dando amor. Y espero que mi hijo tenga a su abuelo.

Corté el teléfono y sentimientos encontrados se manifestaban en mi cabeza y en mi corazón.

- No puedo creer que te enfrentaste a tu viejo así, Paula. Estoy orgulloso de vos. - me dio un beso en la frente y me abrazó. - Todo va a estar bien.

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Pasaba una semana desde el episodio con papá. Había estado hablando con Delfi todos los días como siempre, y en una de esas charlas me contó que papá había estado pensando mucho de lo que le dije, y que se sentía muy mal por como me había tratado, decidí que no me iba afectar. Obvio que era muy difícil, era mi padre después de todo. Sin mamá, él y Delfina era mi familia.

Cayó la noche y volvía de clase a casa. Cuando llegué, para mi sorpresa, el apartamento estaba ordenado. Cuando dejé mi mochila en el sillón me di cuenta que algo no estaba bien.

- Pepe... estás acá?

Pero no era Pedro el que salió de la cocina, sino mi hermana Delfina. Corrí a abrazarla, hace tanto que no la veía... la extrañaba tanto.

- ¿Qué haces acá, pendeja? ¿Como llegaste al apartamento?
- Tenés un novio groso que me buscó por Facebook y nos hablamos por ahí para arreglar esto.
- y, ¿qué es "esto"?

Papá salió de la cocina. No podía creer que había venido hasta acá. Cuando lo tuve frente a mi me di cuenta lo mucho que lo extrañaba. Y no pude hacer otra cosa que abrazarlo y sentirme como una niña de 6 años otra vez.

- Papá... ¿qué hacés acá? - me seque las lágrimas que me había provocado el encuentro y nos fuimos a sentar al living.
- Resulta que tenés razón. No podemos vivir así, hija. Yo te quiero acompañar, y Delfina también.
- ¿No estás enojado entonces?
- Ay, Paula... nunca podría enojarme por esta hermosa noticia. ¡Voy a ser abuelo!

Cuando estaba diciendo eso, salió Pepe del cuarto y se vino a sentar con nosotros.

- Supongo que ya conoces a Pedro entonces.
- Don Chaves... - le dio la mano y papá la tomó, pero no para saludarlo sino para darle un abrazo. Me emocionaba ver a Papá y a Pedro congeniar así. Después de todo eran los hombres de mi vida.
- Delfi se contactó con Pedro y armaron todo. Conseguí un traslado y nos vamos a mudar con tu hermana acá a Capital para poder acompañarlos. Ese chico va a tener todo el amor del universo, y me voy a encargar de que ustedes tengan todo lo que necesiten.
- Gracias, Pa. - estaba tan feliz que mi corazón podía salir de mi pecho. Iba a tener a mi hermana y a mi papá cerca, tenía a un hombre que me cuidaba y se la jugaba por mi a mi lado, y un hijo que iba a llenar de luz la vida de todos. Es como que si las piezas de un rompecabezas estuvieran encajando perfectamente, y, a pesar de que yo no hubiese elegido que lo hicieran de esa forma, no podría haber imaginado un mejor presente.

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¡Penúltimo capítulo! Medio largo pero se lo merecen. Mañana sale el último y le digo adiós a esta hermosa historia! Espero comentarios acá o por Twitter (fearlesspyp).

Belén.

Miedo a perderte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora