...Y son estos momentos en los que recordarla se vuelve lo más cercano a la felicidad. Donde apreciar tanto a Ara, como a Bella es mi deporte favorito.
Ara era la inocencia encarnada..... tan frágil y compasiva que nadie nunca pensaría lo peligrosa que podía llegar a ser.
Cada tarde, sin importar el día o clima, ella sentaba en un banco y escuchaba, sin necesidad de conocer a su locutor, Ara permanecía una hora sentada a su lado conociendo su historia. Y sin poder evitarlo las clasificaba.
Estaban las clásicas: mujeres adultas que les aburría la vida de divorciada y necesitaban a alguien que les aconseje donde encontrar a su nuevo hombre.
Los matrimonios: que nunca venían la pareja junta, que se inventaba cualquier excusa, que el marido sospechaba engaño y que la mujer lo cometía. Típicos hombres mayores casados con veinteañeras que no estaban listas para una vida de fidelidad.
Los arrepentidos: ellos eran tal vez los que necesitaran alguna ayuda, un salvavidas. En este grupo había tanto mujeres como hombres, tanto jóvenes como ancianos, tantos queriendo progresar como los que solo iban por que la noche aun no llegaba. Drogadictos o alcohólicos , que alguna vez fueron fieles, pero cayeron en tentaciones. Niños ricos que en su juventud experimentaron, y eso les costó su libertad. Luego de la charla, se los veía volver a la plaza.
Todas estas personas tenia algo en común: necesitaban que alguien los escuche y los aconseje, pero también compartían el habito de volver a caer en el circulo vicioso del que querían salir.
Ara lo sabia, sabia que era una real perdida de tiempo pasar sus tardes en la iglesia con esa gente ,que sin importar qué ,no cambiaría. Pero lo seguía haciendo..... nunca me dijo lo razón, tal vez solo era algo innato en ella.
Escuchar
Pero sin importar las charlas, las misas o los valores con que fue educada en toda su vida, al esconderse el sol Bella resurgía.
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