El guerrero encapuchado avanzaba con sumo esfuerzo en la densa tormenta de nieve que lo empujaba a volverse sobre sus pasos. Su manto negro cubría su rostro dejando ver solo unos ojos de imponente prevención, parecía ver a su alrededor inclusive sin fijar su vista en el entorno. Con su brazo trataba de frenar el impacto de las partículas heladas en sus ojos pero el temporal era impetuoso y aunque el capuchón cumplía aquella misma función, pero no era suficiente. Los vientos soplaban con demasiada intensidad y hacían que por entre los pliegues del pectoral de aquel capote se lograra vislumbrar lo que se parecía a una coraza metálica color peltre.
Aquel misterioso sujeto camino largo rato hasta llegar a la ladera de un monte elevado el cual quedo contemplando por unos instantes lo que la nieve le dejo ver. Sin lugar a dudas aquellas enormes elevaciones montañosas blancas era el lugar de su destino. Se apoyo con ambas manos en las paredes rocosas e inclino su oído contra estas, como tratando de escuchar algún secreto detrás de una puerta.
—Lemuk— susurró para sí.
Un anciano con rostro como de lobo y de león de pelaje blanco, se encontraba preparando algún ungüento o pócima sobre una mesa de madera negra avejentada por el frió. El anciano tenia una cicatriz en su ojo izquierdo pero parecía estar ciego de ambos, tanteaba entre decenas de frascos mientras olfateaba el humo de mil colores que subía de aquellas mezclas, estaba demasiado inmerso en sus tareas como para prestar atención a su entorno. El guerrero encapuchado apareció como un espectro atravesando los muros y sin hacer el mas insignificante sonido. Su aspecto parecía al de un espíritu, una figura sombría y fantasmagórica con cierta transparencia que al estar dentro de aquel lugar volvió a tomar el mismo aspecto que tenia mientras caminaba por la nieve, permaneció unos instantes sin decir una palabra, observando al anciano a sus espaldas
—¿Qué, acaso te quedaras mucho mas tiempo ahí? ¿Qué hace un hijo de Migjorn en regiones tan alejadas como estas y cómo fue posible que me hayas encontrado? —exclamó el anciano sin voltear siquiera
—No eres el único con buen olfato, supongo— replicó el encapuchado con un aire risueño
—Pues no me fue difícil saber que estabas aquí, hueles a porquería como los demás eleith. Sea lo que fuera que quieras decir hazlo de una vez y márchate, por muchos años he vivido en paz—gruñó el anciano
—¿Eres el viejo Lemuk no es verdad?
El anciano al oír esto dejo caer las vasijas que tenia en sus manos y de un salto se abalanzo sobre el guerrero misterioso tratando de agarrarlo como si estuviera mirándolo con sus blancos ojos, pero este se evaporo como un humo y reapareció detrás de él.
—¡Jamas vuelvas a llamarme así!— exclamó el anciano entredientes casi echando espuma por la boca de tanta rabia contenida al oír aquel viejo nombre —Aquel nombre pertenecía a un verdadero tamtrak hijo de las llamas y ha muerto hace muchos años, ahora Ghurtos ocupa su cuerpo, una escoria corrompida por el invierno eterno.
—Si tan solo tus ojos pudieran ver, comprenderías que mi realidad no es muy distinta a la tuya. Aun así, ven toca mis manos—respondió el encapuchado a espaldas del viejo. Se quito unos guantes de cuero tejido dispuesto a enseñarle unas manos marchitas como una flor reseca de otoño y de un tono negro morado. El viejo tamtrak volteo y tanteo sus brazos hasta llegar a sus manos y al tocarlas las soltó rápidamente con un terror que no pudo ocultar, tanto que tropezó al caminar hacia atrás y cayó sentado en un asiento de mimbre bajo. —No temas, aun soy un eleith
—Pero... pero ¿como? Si acabo de tocar tu piel. Cualquier ser del primero mundo que sea capaz de razonar sabría que la piel no un eleith es inmutable a no ser que se corrompa por la oscuridad convirtiéndose en un espectro de las sombras— dijo titubeante y confundido el viejo tamtrak
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El despertar de los hombres
FantasyEl despertar de los hombres: Trata sobre la precuela de la saga en la que estoy trabajando. En estos breves cuentos se detallaran historias fascinantes, sobre las hazañas de los hombres. La saga del despertar de los hombres, relata el inicio de...