Malos consejos.

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Narra Sherlock:

Cuando Frankie salía del apartamento, me mandó un beso con la mano. No hice nada. Me quedé estúpidamente mirandola. Se dio vuelta y mientras bajaba:

-¡Espabila!

-¡No te vayas! -le grité sin pensar.

-¡Debo ir! -se reía a carcajadas y me dejó allí, sólo.

Amurrado cerré la puerta del apartamento. Suspiré y me dirigí a la ducha.
Dejé que el agua corriera por mi cuerpo por un rato. Pasé las manos por mi cabello y cuando lo hice cerca de mis orejas, recordé lo que acababa de pasar. Cerré los ojos y pensé en esa sensación.
Me empecé a cuestionar... Nunca nadie me había mordido, ni siquiera por accidente como cuando eres niño y en una pelea alguien agresivo te muerde. No, ni siquiera eso.
Entonces, quise indagar si es que cabía la posibilidad de que me excitara eso. Era extraño y no tenía sentido que me pasara... Pero, podía ser.

Sonará de otro mundo y nunca ha sido lo mío, pero, necesitaba ser aconsejado... Así que empecé a ir discretamente donde una psicóloga de nombre Irene Adler. Me apuraba en resolver casos e iba. Era bastante guapa debo admitir, pero, no causaba nada en mí. Nada. Sólo me intrigaba no poder deducir nada de ella. Era frustrante.

Tenía que contarle mi pasado, lo cual no hice porque no quería. Le dije cosas puntuales nada más.
Lo que sí tuve que decirle era lo que estaba viviendo en esos momentos y cómo me relacionaba con la gente.
También, le dije que nunca había estado con una mujer, ya que nunca me había interesado. Y que hace poco había llegado una increíble chica a mi vida, sin embargo, me aterraba darle amor porque no sabía qué cosas le gustaban a las mujeres, o a ella en específico... Tampoco sabía besar... Estaba más allá de mi control deductivo.

Narra Frankie:

Después de ese beso Sherlock andaba feliz unos días, lo notaba en su rostro.
Aunque de pronto había algo muy extraño.
Con él había empezado a dejar de odiar a los detectives y pude observar como uno. Entonces, notaba en él algo como preocupación. Empezaba a andar ido y cuando intentaba obtener un beso de él, duraba menos de un segundo y me apartaba suavemente. Manteníamos distancias y no me dejaba tocarlo. Sabía que ambos deseabamos dormir con el otro, pero, nunca me lo permitía.

En una cena, estabamos Sherlock, John y yo. Conversabamos normal, todo bien. Sherlock se había parado a ver no sé que en su habitación y en ese intertanto:

-¿Y, Cómo van las cosas con el Sr. Misterio? ¿Ya pudieron...? -John movía las cejas.

-Em... No. -fruncí el ceño pensativa.

-¿No? -dijo extrañado- Cómo puede ser tan pavo... -rodó los ojos.

-No lo sé, John... Sabes, anda muy extraño. Desde esa vez en que tú y la Sra. Hudson nos dejaron solos, y le besé... Está ido.

-¡Ja ja! Fue su primer beso. Y, ¿Sabes? Aún es virgen. -decía divertido.- Es obvio, pero, no le digas que yo te dije, por favor... Y lo otro, no sé qué es lo que sucede. Nadie sabe lo que pasa por su cabeza.

-También, últimamente termina los casos más rápido de lo normal y sale no sé a dónde. Y vuelve a la cena, como ahora.

-¿No has pensado en seguirlo? -dijo seriamente.

-Lo haré... -tragué con dificultad.

-Hey, ¿Te aterra? -dijo extrañado- ¿Dónde está la valiente chica que batalla con todo?

-Sí. Él la ha absorvido... -miré al suelo.- Espera un momento, ¿De verdad es virgen? -lo miré con ojos como platos. Pues... Yo también lo era. Y John juraba que no.

Hearts Away. [Sherlock Holmes]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora