«-A cada paso que des, sentirás que caminas sobre cristales rotos. Te conviene saber además, que si tu príncipe de enamora de alguien más te disolverás de repente, convirtiéndote en la espuma de las olas del mar... ¿Aceptas aún así?»
«-Sí. Porque am...
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Él permanecía en el balcón, sólo mirando al mar mientras rogaba por aquella señal. No quería olvidar los recuerdos alegres de la chica de ojos esmeraldas que, aunque le confundían, le hacían sentirse tan tranquilo consigo mismo.
Estar solo y tener frente a sí la vista del mar siempre lograba apaciguar hasta la peor tormenta en su mente, por ello planeaba seguir allí al menos una hora más, solo mirando.
Y esperando aquella dichosa señal que, aunque ya percibía que nunca llegaría, anhelaba encontrar o recibir. Se recargó con los brazos cruzados en el barandal de aquel alto balcón sobre la costa. Agachó la cabeza con los ojos cerrados, resignándose a olvidar cualquier esperanza que hubiese tenido.
Suspiró soltando con ello sus esperanzas.
Así que todo había acabado. Una triste sonrisa apareció en su rostro, abrió los ojos dispuesto a mirar una vez más el mar y luego irse. Claro, todo hubiera salido de aquella manera... de no ser porque permaneció con la mirada hacia abajo.
Observó algo moverse en el agua, no podía ver con exactitud de qué se trataba, pero eso no captó su atención en totalidad, sino aquellos destellos de luz que brotaban del mismo sitio.
Un presentimiento, algo dentro suyo además de la curiosidad le decía que fuese, como si aquella fuera la señal que había estado rogando.
Tomó su saco y bajó con suma rapidez. Corrió por los largos pasillos sorprendiendo a algún que otro sirviente del lugar, bajó cada escalón con velocidad, parecía que su vida dependiera de aquello que se encontrara varado en la costa.
Abrió el gran portón y siguió con prisa su camino hacia la costa. Se encontraba a unos metros del sitio, buscó con la mirada algo que resaltara en el lugar, algo que no fuese común que se hallara allí.
Entonces la vio.
Se acercó lentamente a aquello que resaltaba... el cuerpo inconsciente de una chica.
Sus ojos se abrieron con asombro, incluso su respiración se detuvo por un momento. Las olas del mar golpeaban el cuerpo de la chica con tranquilidad, unos pasos más le permitieron apreciar su rostro.
No podía creerlo... no podría ser cierto. Era demasiado conveniente y, de cierto modo, irreal.
Sus cabellos ondulados se encontraban pegados al rostro de finos rasgos de la joven, eran cabellos castaños y claros, era tan parecida a la chica que...
Bajo la mirada encontrando la desnudez de la misma, y la desvió con urgencia sintiendo el calor abordar su rostro. ¿Por qué ella se encontraba de aquella manera? ¿Por qué una chica se hallaría en aquella situación?
