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La bruja del mar.

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Definitivamente, se había equivocado mucho en la manera en la cual había decidido contar aquello que sentía, no había meditado las cosas con calma ni tomado en cuenta el tipo de reacción que sus padres tendrían.

O las consecuencias.

Era ahora que se lamentaba haber sido tan descuidada, justo ahora que se encontraba sumida en sus pensamientos y encerrada dentro de aquella fría y oscura habitación, desde pequeña ese lugar había sido su refugio y pequeña guarida... hoy era su prisión.

Sí, su padre la había encerrado. Al menos si se podía llamar así a recluirle en su alcoba, una completa exageración llamarle de tal manera a estar encerrada en su cuarto, o eso sería de no ser por la reja que ahora le impedía salir de allí.

Suspiró derrotada y sintiéndose impotente. ¿Debería haber sido más cuidadosa? Pero ¿cómo ser cuidadosa o tratar con cautela un sentimiento que gritaba su presencia? No sabía cómo callar algo así. ¿Cómo podría? Había encontrado a aquel chico que tanto había ansiado hallar. Después de tanto tiempo por fin lo había hecho.

Y debía callar su felicidad

En definitiva aquello no le resultaba justo en lo absoluto. Una idea paso por su mente, era algo descabellado, pero seria la única manera en la cual podría volver a verle.

Observo con atención hacia un rincón del cuarto, específicamente hacia una pequeña abertura en la esquina de dicha habitación. Su única salida. Sonrió ladinamente, al parecer no habían notado aquella pequeña ruta de escape.

Se acercó con tranquilidad quitando aquello que le estorbase, aun le sorprendía que la salida hubiera pasado desapercibida. Miro el pequeño agujero, aquel túnel un poco oscuro había sido su atajo para salir cuando, tiempo atrás, se llegó a encontrar en situaciones parecidas o cuando jugaba al escondite. La salida era mucho más estrecha de lo que recordaba, pero era obvio, afortunadamente aun podía salir.

Nado apenas pudiendo avanzar con dificultad y lentitud, aquel pasaje la llevaba directo a los pasillos principales del palacio, uno que daba directamente a la salida, y también el más cuidado por los guardias.

Necesitaba que dirigieran su atención a algo más, y entonces una idea surgió, diviso a unos metros una pequeña caracola y una figura de fino material. Una pequeña distracción, el ruido de algo romperse fue lo que llamo la atención de los guardias y le permitió salir de su escondite y, al mismo tiempo, del palacio.

Una vez se encontró afuera volteo para mirar a aquel que había sido su hogar durante tanto tiempo. Había... porque dudaba siquiera el poder regresar.

Mi bella sirena.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora