Demolition Lovers.

752 61 27
                                    


El departamento estaba tal cual como estaba cuando me fui de Nueva Jersey. Gerard me ofreció algo de tomar mientras caminaba a la cocina con pasos discretos. Se podía sentir entre nosotros un aire de nostalgia, y de pronto podía visualizarnos en aquel sofá donde acostumbraba a acomodarme en sus brazos, apretándome contra él haciéndome sentir segura.
Cuando veníamos en camino, me contó que se iría a vivir a Los Ángeles con los chicos para la preparación del nuevo álbum. El grupo comenzaba un camino diferente. "Presiento que va a ser nuestro mejor proyecto" me dijo. No hice más que felicitarlo. Él me dijo que no podía esperar a ver lo que yo haría de nuevo. Con suerte, en algún momento podríamos trabajar juntos.
Le conté que me iría a Nueva York. Que estas semanas serían vacaciones en Nueva Jersey, y tal como la otra vez, decidimos estar juntos éste corto tiempo. Entre risas y melancolía por las anécdotas que solíamos contarnos antes de que tomáramos nuestros propios caminos, Gee se sentó a mi lado con algo envuelto con papel china, que estaba destinado a ser mío desde antes de que me fuera a Inglaterra, pero que por alguna razón se perdió entre la marañas de papeles y documentos del contrato con la disquera y las letras de canciones que esperaban dispersas en el estudio, esperando a que la voz de Gerard las cantase con My Chemical Romance. En cuanto abrí el envoltorio descubrí un montón de hojas dobladas a la mitad y unidas con unas cuantas grapas añadidas de forma descuidada. En la portada se encontraban dibujados un gato y un alien, el último abrazando al gato con dulzura mientras éste tenía una cara de desagrado bastante simpática.
-Es tuyo-. Dijo Gerard intercalando su mirada entre el el cómic y yo, con una sonrisa bastante nostálgica asomándose con cautela. Fue una sensación cálida que abrazó el epicentro de mi corazón. Me di cuenta de que me estaba regalando el primer cómic que había escrito, y me hizo recordar una vez más aquella vez que me dijo que me amaba por primera vez. Lo cierto es que algunas cosas nunca cambian, y aquel recuerdo siempre me llenaba de una sensación de felicidad que las palabras no podían describir.
Aunque él y yo nos hubiésemos alejado más de lo que habríamos querido, no pude evitar comprar un disco de vinilo de colección de Queen mientras pasaba por una tienda de música en Londres. Estaba segura de que algún día llegaría a sus manos, y por alguna razón, me emocionaba pensar que Gerard recordaría aquella vez que me regaló el disco de Queen que tanto atesoraba, y tal vez, en un lugar de su corazón, sabría que yo pensaba en él, aunque todo hubiera cambiado. Pues bien, este era el día, y a pesar de que tal vez mi regalo no era tan significativo como el que él me estaba dando, me sentía obligada a hacerle saber que jamás pudo escaparse de mi revoltosa mente.
-No te muevas-. Abrí el cierre de mi maleta que estaba a unos pasos de la sala, y saqué el disco con cuidado de no romper nada. Aunque estaba en buenas condiciones, ya estaba algo viejo como para tratarlo con indiferencia. Estaba envuelto en papel y escrito en el centro se leía en tinta azul:
"Por aquella vez que un tonto derramó su café sobre mi camisa blanca. No dejes de perseguir tus sueños".
Gerard no pudo evitar reír en cuanto leyó la dedicatoria con un aire de nostalgia. No intercambiamos palabras, pero estaba segura que tanto él como yo teníamos el mismo presentimiento en mente.
A pesar de que estuviéramos juntos de nuevo nada sería lo mismo. Gerard está comprometido con su banda, a dar giras y a satisfacer a los miles de fans que habían conseguido en tan poco tiempo. Yo estoy ocupada por la cantidad de trabajo que tengo, lo cual no me da libertad para moverme libremente como quisiera. No había algo que quisiera más que poder acompañarlo en su aventura, pero para ello tendría que defraudar mis sueños. ¿O sí?
No era momento de pensar, tenía que estar presente en el momento y disfrutar de su presencia mientras estuviera aquí.
Gerard interrumpió el silencio entre nosotros acercándose de golpe hasta donde yo estaba, y sin más capturó mis labios en los suyos, obligándome a cerrar los ojos ante la satisfacción que sentía al tenerlo junto a mi.
Sus manos acariciaban mi rostro y yo me concentraba en sentir el calor que emanaba mientras deslizaba mis manos por su torso sobre su camisa.
Ganas no me faltaban de sentir su piel bajo mis dedos.
"Soy un completo idiota" susurró sobre mis labios mientras el beso aumentaba naturalmente su intensidad.
"No digas eso" repliqué con la respiración agitada sintiendo cómo Gerard acomodaba mis piernas sobre su regazo.
En un solo movimiento, Gerard pasó su brazo bajo mis piernas y con el otro envolvió mi torso, reclinándose para recostarme en el sofá. Yo me aferré a su espalda juntando mi cuerpo con el suyo, sin interrumpir el beso en ningún momento. Cuando él se colocó sobre mí, no pude evitar sentir una descarga eléctrica que comenzó a disiparse por mi cuerpo.
Suavemente, Gerard comenzó a acariciar mis piernas, desde mis rodillas hasta mis muslos, haciendo que mi torso se arqueara automáticamente. Entonces pude sentir su erección contra mi cuerpo.
Nuestras respiraciones comenzaban a agitarse más, y aunque ambos no soportábamos la tentación, nos conteníamos. Hace tiempo nos habíamos vuelto expertos en explorarnos rigurosamente antes de pasar a otra fase (porque siempre lo hacía mucho más divertido).
Sus dedos comenzaron a explorar mi abdomen hacia arriba, deslizando a la vez mi remera sobre mi torso, viajando con suavidad hasta mi pecho, hasta quitarla sobre mi cabeza.
Mis manos se encargaban en ese momento de desabrochar su camisa y quitar su corbata. Podía sentirlo sonreír sobre mis labios, a lo que yo respondí con otra sonrisa. Los besos desesperados comenzaron a mezclarse con nuestras respiraciones agitadas y los gemidos que ocasionalmente emitíamos al tocar nuestra piel desnuda.
Entonces desabrochó mis jeans y los retiró lentamente, después mis bragas. Apartándose de nuestro beso, se inclinó un poco más abajo y comenzó a besar mi abdomen. De arriba abajo, continuó su trayectoria. Lentamente separó mis piernas y siguió hasta detenerse en mi entrepierna, obligándome a aferrarme del respaldo del sofá para controlar los movimientos involuntarios que aquello causaba.
"¿Sabes lo que significas para mí?" dijo desabrochando sus pantalones mientras yo lanzaba un gemido al aire. Después de un tiempo se incorporó hasta que tuve su rostro a la altura del mío. Lamió sus labios y me miró dulcemente. "Después de todo lo que pasamos" sonrió. "Intento hacértelo saber." Juntó sus labios con los míos de nuevo, y después de sostener su mirada por un momento con tal de perderme una vez más en la intensidad del color avellana que la caracterizaba, cerré mis ojos y me concentré en las sensaciones que en ese momento me invadían.
Ya habría tiempo para pensar en cómo nos arreglaríamos para seguir juntos, porque por más que hubiera intentado negar lo que sentía, de pronto todo era más presente que nunca.
No hace falta detenerme a pensar un solo segundo.
Lo amo. Lo amé desde que nos encontramos por primera vez en ese Starbucks y lo amaré siempre, sea donde sea, esté donde esté.




La intensidad jajajaja. Muchas gracias a las chicas que me han estado apoyando desde el principio. Las amo con todo mi cora. <3

Demolition Lovers (Gerard Way y tú) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora