Solo una cita

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Sus labios se curvearon ligeramente en una mueca sutil, que pretendía ser seductora, solo que a diferencia de sus clásicas sonrisas tétricas y claramente fingidas, esta era verdadera, haciéndolo ver precioso. Sai lucia demasiado contento pero, tenía razones de sobra para estarlo.

Su compañera y rival declarada no había asistido a clases, ¿el motivo? De haber podido, hubiera soltado una enorme risotada, y es que no era algo que le importara, al contrario, se alegraba por ello. Tampoco es como si la presencia de Hinata le incomodara o molestara, de hecho, la chica era muy agradable y dulce si se le conocía, claro que en cuestiones de amor se le podría considerar persistente al igual que él. Y ese momento era el indicado para hacer su movimiento, sin Hinata cerca y con un Sasuke que se adelanto al comedor, tenía el camino libre.

Con discreción, observó a Naruto de soslayo, dispuesto a levantarse de su pupitre. Probablemente iría a encontrarse con el molesto de Sasuke, claro que de ser posible lo evitaría, y si las cosas marchaban como lo había estado planeando los últimos días, seria él quien terminara comiendo con ese rubio en plan de novios, y no el molesto Uchiha-bastardo.

—Naruto-kun —sus ojitos se centraron en la cálida y a su parecer (y el de muchos) seductora mirada de aquel imponente rubio—. Me preguntaba si te gustaría salir esta tarde a tomar un helado y no sé… después ir a otra parte… en un cita… romántica.

Su corazón palpitaba como loco, prácticamente quería salir de su pecho, y para su desgracia, sentía que a cada paso que daba el Namikaze para acercase, su cara enrojecía más, y sumándole su (odiosa) palidez natural le hacía más visible su vergüenza. Sai podría considerarse un doncel un poco atrevido, sin llegar a nada serio, pero con Naruto todo era diferente, no podía hablarle con ese cinismo tan característico en él, mucho menos hacer comentarios pervertidos o fuera de tono cuando él estaba cerca.

—Un lindo doncel no debería invitar a salir a un varón —su suave voz fue una caricia a sus sentidos, aunado al pequeño toque sobre su cabello, el cual buscaba acomodarle un mechoncito detrás de su oreja. Tal vez era algo sin importancia para mucho, desgraciadamente a ojos de Sai, fue interpretado ese toque como un pequeño coqueteo—. No es correcto ttebayo. Así mismo, tampoco lo son aquellas insinuaciones para una cita… podría ser malinterpretado.

—Solo es un helado —rectificó en un murmullo entre ofendido y dolido—. No es como si quisiera algo más… Tampoco te pedí ir a un hotel.

—Lo sé —carraspeó incomodo, pensando que decir para no ofender aun más a Sai—. Pero… temo decirte que no se va a poder tteba.

—No te gusto o es por Sasuke.

—Me gusta Sasuke —admitió intentando ser prudente—. Sin embargo no voy a inmiscuirlo en nuestra conversación —con delicadeza levantó el rostro de Sai—. Admito que eres alguien muy lindo pero, nunca me ha gustado jugar con los sentimientos de las personas. Eso no sería propio de un caballero ttebayo.

—Tampoco lo es rechazar una inocente invitación a tomar un helado.

—Lo sé y estoy completamente seguro que muchos se sentirán honrados de poder acompañarte…

Su voz sonaba realmente arrepentida, tanto que Sai no se atrevería a reclamarle nada, eso no eliminaba aquella sensación de molestia, mucho menos las enormes ganas de golpearlo, ¡él no es así! Simplemente se limito a esbozar una falsa sonrisa, ocultando lo que realmente sentía.

—No te preocupes, ninguno de los dos quiere provocar malos entendidos por algo tan trivial —soltó lacónico—. No es así, Naruto-kun.

Le habían rechazado sin siquiera confesarse, fue demasiado sutil aun así era malditamente directo. Prácticamente fue: «No quiero nada contigo, así que no te ilusiones porque me gusta Sasuke». No era por compararse ni nada por el estilo, pero ¿qué rayos tenía aquel doncel de expresión molesta que él no? Es decir, era mucho más lindo, más sociable y menos hiriente con las palabras. ¡Tenía mejor educación!, porque hay que admitir que Sasuke era un grosero (vulgar, y una odiosa piedra sin sentimientos) de primera que se la pasaba ofendiendo a cualquier persona que se le cruzara en el camino, a eso había que sumarle su amable carácter.

Deseo... amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora