Inolvidable

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Sus brazos se mantenían laxos a su costado, sin atreverse a levantar la vista, sintiendo como cada músculo de su cuerpo se tensaba en agonía. Simplemente no podía creer lo que acababa de pasarle, algo dentro de su cerebro se negaba a ver la realidad, ¿Naruto le había rechazado? ¿Por qué lo había hecho? ¿No era lo suficientemente lindo, deseable? Entonces el pensamiento de que le había mentido todo el tiempo le aplastó sin compasión. Probablemente no le gustaba lo suficiente como para llegar a intimar con él, de hecho comenzaba a dudar de aquel supuesto amor idílico.

¡¿Qué rayos estaba pasando?! Pensó en un estallido de furia. En un principio le pareció una excelente idea, la mejor que se le pudo ocurrir, es decir, amaba a Naruto más de lo que creyó poder llegar a hacer (y eso que llevaban muy poco tiempo juntos), por lo que ansiaba darle algo sumamente especial el día de su cumpleaños; algo único e inigualable, algo que jamás podría darle a alguien más aunque quisiera, e ingenuamente creyó que entregándose totalmente a la persona que más amaba lo complacería. ¡Que idiota había sido!

En ese momento deseó que la tierra se lo tragase, desaparecer en una nube de humo o tan solo regresar el tiempo antes de que cometiera semejante locura, idiotez o estupidez adolescente. Era incapaz de ver a aquel maldito varón rubio, aquel que cuidadosamente terminaba de acomodar su obi. ¿Se estará burlando de él? ¿Creerá que es patético… o simplemente le daba asco, tanto como para llegar a tener un contacto más íntimo? Repentinamente una vocecilla dentro de su mente chillo que ¡Naruto era un bastardo! Y de la nada, toda aquella vergüenza y humillación fueron reemplazadas por una ira visceral, una que se extendía rápidamente por todo su cuerpo de manera alarmante.

—¡Suéltame! —siseó, rogando mantenerse firme mientras movía las manos de Naruto fuera de su cintura. Levantó el rostro con determinación, manteniendo intacto el poco orgullo que le quedaba, contemplando aquellos fieros ojos de un azul imposible—. Te odio... ¡Te odio!

—Tú no entiendes.

—Claro que lo entiendo... lo entiendo muy bien, Namikaze —apretó los labios, queriendo impedir que las lágrimas comenzaran a rodar sobre sus mejillas, no le daría el placer de ver lo dolido que se sentía—. Tú no me consideras suficiente para tomarme, ¿es eso? Pues no te preocupes, te ahorrare el asco de seguirme besando.

—Jamás he sentido asco y eres más de lo que merezco, así que escúchame —empleó un tono de voz tan autoritario que le erizó cada vello del cuerpo al doncel, sujetándolo con fuerza de la muñeca—. No sé de dónde mierda has podido llegar a esa conclusión, pero no es así. Nada de lo que has dicho es verdad ttebayo.

—¡De ti! ¿De dónde más?

Naruto abrió los ojos lleno de incredulidad, antes de fruncir el ceño en una mueca disconforme sin apartar la mirada de Sasuke.

—¿De mi?

—¡Que sí! Ahora suéltame imbécil.

—No lo haré hasta que me escuches.

—No tengo ninguna obligación de hacerlo, y fue un completo error haber venido —tironeó de su brazo, conteniendo a duras penas el enorme nudo de su garganta.
—Sasuke, te amo.

—¡¡Tu no me amas!! Si me amaras no me rechazarías.

—¡¡Claro que te amo!!

—Deja de mentirme y mentirte. ¡No soy estúpido!

Intentó forcejear, era evidente que Naruto tendría más fuerza que él, pero si no le atraía ¿por qué no lo dejaba marchar?, era tan simple, solo tenía que soltarle y podría jurar que ese maldito varón jamás volvería saber algo de él. No le hablaría, no lo miraría, fingiría que no existe porque suficiente había tenido con semejante desplante, dejando su autoestima por los suelos. Ahora todo lo que importaba era irse de ahí e intentar recomponer los pedazos rotos de su alma.

Deseo... amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora