30. Invitaciones

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La primera comenzaba a hacer acto de aparición en Hogwarts con todo su esplendor. Pequeñas flores se veían en los alrededores y el sol brillaba con más fuerza, sus rayos derritiendo las restantes capas de hielo que quedaban en algunos lugares. Sin embargo, para los estudiantes no causaba mucha emoción el cambio de clima, sino el baile que se aproximaba en unas cuantas semanas. McGonagall lo había anunciado dos semanas después de que ocurriera el escape de los mortífagos.

— Un baile —rió Carissa entornando los ojos con cierto toque de molestia—. Todas las chicas andan emocionadas por un tonto baile.

Pandora esbozó una pequeña sonrisa al escuchar las palabras de su amiga en medio del pasillo. Carissa parecía que en cualquier momento iba a pasar frente a los grupos de chicas que cuchicheaban sobre los chicos que las invitarían al baile y les diría que se quedarían solas por el resto de su vida.

— Yo pienso que es lindo —admitió sin dejar de sonreír—. Todos merecen un poco de felicidad para aminorar toda la tensión que se ha acumulado en las pasadas semanas.

— Pues yo digo que es riesgoso. Una cosa es que sea un baile estudiantil, pero eso de invitar a todo el mundo mágico me parece una pérdida de tiempo.

La sonrisa de Pandora no se borró en ningún momento. Mantuvo el libro de pociones en su brazo, apretándolo contra su pecho y encogió sus hombros.

— Siempre se hace un honor a la guerra, Carissa, este año terminó siendo aquí —comentó.

— Ni siquiera va a celebrarse el primero de mayo —recordó—. Sigo pensando que es absurdo.

— Para algunos es importante —dijo con simpleza.

Era verdad. Para muchas personas esa era la forma de honrar las pérdidas de los seres queridos, un acto para recordar lo que los prejuicios terminaron provocando en el mundo, una manera de hacerles saber a todos lo que sucedió.

— Diré algo que te sorprenderá, pero en estos momentos no es divertido tener novio porque automáticamente asume que no tiene que invitarme al baile —acotó con molestia y cruzó sus brazos sobre su pecho.

La chica de ojos verdes soltó una carcajada cuando vio a una persona detrás de Carissa.

— Es gracioso que digas eso —comentó Pandora antes de marcharse sin dar explicación.

Auch, Carissa —dijo Fred y puso una mano en su pecho para lucir más indignado todavía.

Carissa se dio la vuelta con una sonrisa inocente y luego la borró de golpe al ver a su novio. Entonces le dio en la cabeza después de que él sacara una caja de ranas de chocolate, al abrirla Carissa pudo ver que el cromo donde se supone que apareciera un mago famoso solo tenía una foto de Fred y en la descripción estaba escrito: ¿Baile de primavera?

La chica sonrió ampliamente, para luego volver a golpearlo.

— ¡Maldito idiota!

Fred se quejó.

— ¿Por qué demonios me pegas, mujer? ¿Acaso no querías que te invitara? ¡Decídete!

— Eso fue por tardarte tanto, tonto —masculló y le dio un casto beso en los labios sin darle oportunidad de reaccionar. Actuaba demasiado rápido y muchas veces a Fred le costaba seguirle el ritmo—. Eso fue por hacerlo, aunque fuese tan tarde que vendí mi vestido porque no pensaba darte el gusto de llevarme al baile sin siquiera invitarme.

— ¿Vendiste tu vestido solo por no darme el gusto? ¿Qué demonios pasa por tu mente, Carissa? —preguntó el chico sin poder creerlo.

Ella tenía que estar completamente loca como para vender su vestido porque había tardado demasiado, que se resume literalmente a que se tardó cuatro días en pensar una forma de invitarla que resultara más original. Sabía que aunque Carissa pareciera que no le importaban ese tipo de detalles, se emocionaba por ellos. Se emocionaba hasta por los cumplidos donde le decían que lucía bonita ese día.

Más que una ParkinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora